Disyuntivas morales del socialismo venezolano

La sociedad heterogénea en la que diariamente vivimos los venezolanos, no permite que un único sistema político establecido, pueda tener una unívoca visión de progreso, porque más allá de una homogénea doctrina política venezolana, la heterogeneidad de su pueblo obliga a unificar el agua y el aceite.

Entonces cada ciudadano venezolano empieza a forzar el pensamiento, esperando que el agua piense como piensa el aceite, esperando que el aceite piense como piensa el agua, y esperando unificar un pensamiento políticamente disparejo.

La lengua del venezolano no es tonta, siempre sabe saborear el veneno agridulce de la enemistad social venezolana, y no hay razón dentro del vaso con agua y con aceite, que pueda revertir la violencia de un prójimo políticamente heterogéneo.

Dicen que hay ángeles ciegos caminando con inocencia por las calles venezolanas, que venden cotufas cada sábado por la tarde en las plazas bolivarianas, pero lo que nadie te cuenta en una plaza venezolana, es que también hay demonios legalistas manejando con violencia por las calles venezolanas, que venden leyes cada domingo por la noche en las enojadas plazas bolivarianas.

"Defiendo tu socialismo, si me compras una bolsita de cotufas", me dijo aquel bien vestido cieguito de aproximadamente 45 años de edad, sin darme cuenta que realmente el socialista, que realmente el bolsa, y que realmente el ciego en la plaza de Las Heroínas, estaba siendo yo.

¡Qué grande lo tiene, y ni cuenta se ha dado! Fue mi silenciosa y bizarra exclamación, que yo exclamé dentro de mi cabeza, mientras le explicaba al cieguito quiénes fueron las cinco heroínas, que independizaron a los gochitos.

La redención de amor no llegó en una Plaza Bolívar, pero olía a heroísmo en aquella Plaza de Las Heroínas, y ver obsesivamente el erecto paquete en el pantalón del hermoso cieguito, aprovechando que el cieguito no podía observar la prostitución de mis enfermos ojos, me hizo reconocer que soy simplemente un animal en celo, que aprendió a comer cotufas sin necesidad de visitar el cine.

Ese siempre ha sido mi problema en la vida, hago las cosas donde no se deben hacer y como las cosas donde no se deben comer.

No creo que soy una naranja china, soy socialista, pero cuando el cieguito me llevó hasta el punto álgido para pasarme la tarjeta, yo comprendí que no soy socialista, que no soy capitalista, simplemente yo soy un hombre que come cotufas sin necesidad de visitar el cine.

El cieguito defendió su socialismo, porque económicamente le convenía defender su socialismo, y yo defendí mi socialismo, porque sexualmente me convenía defender mi socialismo, y al final, ambos comimos del mismo plato socialista.

Después de comer, usted puede volver a hacer lo que siempre hizo, pero para poder comer, primero tendrás que hacer lo que otro querrá que hagas, suena horrible, pero es la verdad, y saborear el glande de la cotufa fue una verdadera bendición, que siempre quise hacer, y que sin duda, hoy yo volvería a comer.

Supongo que estoy en la crisis de los treinta y tantos, y el socialismo ya no es una doctrina política en mi vida, porque ahora el socialismo es placer en mi cama, y con mil cosas en la cabeza, tengo que sacar todo lo que un hombre puede sacar.

Y es que el hombre socialista no usa ni saco ni corbata, porque mi querido hermano lector, si usted ve a un hombre socialista con saco y corbata, entonces ese hombre no es socialista, es realmente un hombre capitalista, porque el socialista no usa saco y corbata, el socialista realmente usa martillo y cincel.

Nuestro comandante eterno aborrecía el saco y la corbata, él siempre usaba martillo y cincel, por eso construyó miles de casas venezolanas con su Gran Misión Vivienda Venezuela, y nadie puede echar por tierra su legado socialista.

Es que el agua y el aceite son como el socialismo y el capitalismo, hasta que un par de tetas o una gran cotufa, terminan emparejando a toda la doctrina política.

Porque las doctrinas caen, las leyes caen, los caudillos caen, las tetas caen y la cotufa también cae por su propio peso, pero el amor de Dios nunca jamás cae en la vida, porque Jesús llevó todo el peso del pecado de la Humanidad, cargando la cruz de sangre en su espalda, para reconciliarnos con el amor eterno de Dios.

Yo sé que es chocante hablar de Dios, después de hablar de tetas y cotufas, pero es más chocante negar el amor de Dios, por un par de tetas y por una cotufa.

Solo Dios puede homogeneizar el agua con el aceite, porque Dios creó el agua y porque Dios creó el aceite, por eso solo Dios puede cambiar la reacción de su propia creación divina, y he allí el gran error del Ser Humano, que pretende hacer del Mundo un lugar científicamente heterogéneo, a sabiendas que Dios hizo cristianamente homogéneo nuestro Mundo, para que toda criatura, toda sustancia y todas las doctrinas, cayeran a los pies de Cristo, y no hay que ser un genio ni tener mil cosas en la cabeza, para comprender que Dios homogeneizó su creación en Jesús.

Pero el Ser Humano odia el profundo simplismo cristiano, porque no podemos ser simplistas y profundos al mismo tiempo, porque siempre hay una luz incandescente de reclamos, porque siempre hay una venenosa palabra que envenena con alevosía, porque siempre hay un supuesto cristiano con saco y corbata en la Tierra, aunque Cristo jamás vistió con saco y corbata en su Tierra.

Vamos por la vida comprando vidas ajenas, y como buenos capitalistas, justificamos la compra de esa vida, porque el egoísmo fue parido por el Diablo, y solo Dios sabe cuán mal parido es el venezolano, que se roba el gran llanto ajeno.

A veces no queremos descubrir la verdad, y decidimos adoctrinar a nuestras conciencias con cualquier doctrina política, para no sentir culpa por amancillar el trono de la gracia con saco y corbata, pero aunque justifiquemos un socialismo humanamente hermoso, seguimos siendo bestias demoníacamente capitalistas.

Entonces llega la frialdad de la noche, llega la estéril cara de la luna, llega la polución por la espalda, y finalmente comprendes estando bien desnudo frente al espejo, que el socialismo y el capitalismo son un par de disfraces mundanos, porque la doctrina política llegó tan pronto como Adán y Eva pecaron en el jardín del Edén, por lo que el Hombre aún estando carnalmente desnudo, sigue estando políticamente disfrazado de doctrinas políticas que nacieron del pecado.

Porque podemos tener miles de cosas dentro de nuestras cabezas, pero cuando el autobús de la vida se detenga en la terminal de tu vida, usted siempre elegirá el camino de la derecha o elegirá el camino de la izquierda, pero nadie elige la senda de Cristo Jesús, que realmente es el camino, es la verdad y es la vida.

Cada vez que recuerdo mis recuerdos, me doy cuenta que estoy loco, que quisiera ser normal pero no puedo ser normal, porque simplemente soy un barco a la deriva, soy una turbulenta marea, soy la piedra del zapato, soy la revancha del pueblo, soy cristiano, por eso todos me hacen daño, porque soy buen cristiano.

Y es que contra Cristo nadie puede, porque el socialismo cristiano no existe, así como tampoco existe el capitalismo cristiano, porque toda doctrina política tiembla de miedo cuando escucha la voz de mi Cristo Jesús, el único Salvador.

Todas las mundanas doctrinas políticas, son mundanas astucias creadas por el Diablo, para alejarnos de las bienaventuranzas de Dios, porque aprendimos a sobrevivir peleando una y otra vez dentro de un vaso lleno de agua y aceite, sin aprender que podemos vivir eternamente en paz y tener eterna vida en abundancia, si aprendemos a comer el cuerpo y a beber la sangre de Cristo Jesús.

No debe haber disyuntiva en la vida, cuando en la vida dilucidamos la verdad.

Un abrazo para todos.



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Carlos Ruperto Fermín

Licenciado en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso, LUZ. Ekologia.com.ve es su cibermedio ecológico en la Web.

 carlosfermin123@hotmail.com      @ecocidios

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