Para afirmar con consistencia lo anterior se
requieren definiciones precisas: el “marxismo-leninismo” es el marxismo
soviético posterior a la muerte de Lenin (1924), aunque los elementos autoritarios
están presentes en la coyuntura política donde se decreta la prohibición del
pluralismo de tendencias en el seno del partido bolchevique, hasta llegar a la
liquidación de la dirección bolchevique por parte de Stalin y sus acólitos. El
marxismo-leninismo es la cobertura y el cemento ideológico, el “complemento
solemne de justificación” del “Socialismo Burocrático”.
Ciertamente,
la monstruosa historia del marxismo-leninismo muestra lo que no puede ni debe
ser un movimiento de emancipación socialista. Esta historia no permite concluir
en absoluto que el capitalismo global y la oligarquía neoliberal en los que
vivimos encarnen el secreto por fin resuelto de la historia humana. Todo lo
contrario, somos nosotros quienes hacemos nuestras leyes e instituciones,
quienes garantizamos nuestra autonomía personal y colectiva. Sin embargo, no
podemos olvidar que no hay libertad política sin igualdad y justicia social, y
que a la vez la riqueza humana depende enteramente del reconocimiento de la
diversidad social, y que todo esto es imposible cuando existen y se acentúan
enormes desigualdades de poder económico, traducido directamente en poder
político.
Utilizaré la acepción precisa de “falacia” que
aparece en el DRAE: “engaño, fraude o mentira con que se intenta dañar a
alguien.” ¿Cuál es el daño? La historia conocida evidencia la liquidación de
por lo menos 40 millones de seres humanos bajo el yugo de Stalin, del GULAG y
Significa todo esto, que el Socialismo del siglo
XXI debe hacer explícito su cuestionamiento radical al imaginario
estalinista-burocrático. El estalinismo-burocrático y su ideología, el
marxismo-leninismo, impiden la creación de un socialismo democrático
revolucionario. Allí
donde el marxismo-leninismo se ha instalado en el poder, la respuesta puede
parecer sencilla: la sed de poder y el interés para unos, el terror para todos.
Al parecer, un sector de la izquierda venezolana
que apoya la revolución bolivariana no ha vivenciado el "deshielo
ideológico" que años después de la muerte de Stalin, permitió desmontar
mitos, creencias, mentiras colectivas y falacias que vulgarizaron al
pensamiento de Marx y el legado revolucionario de su obra teórica. Aunque se invoque el XX Congreso del PCUS en
1956 y su crítica al culto de la
personalidad, la falacia del marxismo-leninismo al parecer quedó incólume en
ciertos espíritus. La
pulverización de la nebulosa del «marxismo-leninismo» implica el desmontaje de
una subjetividad despótica. Es en el marxismo-leninismo donde puede apreciarse
la capacidad de los seres humanos de engañarse a sí mismos, de convertir en su
contrario las ideas más liberadoras, de hacer de ellas instrumentos de una
mistificación ilimitada.
Aun hoy, la solidaridad profunda entre la
construcción de estructuras burocrático-estadales y el marxismo-leninismo no ha
sido suficientemente cuestionada. Y sin el desmontaje de esta falacia, poco se
puede esperar para la articulación de un proyecto socialista, democrático y
revolucionario. Finalmente,
es absurdo imputar al marxismo -y aún más al propio Marx-haber engendrado el
totalitarismo, como se ha hecho cómoda y demagógicamente en los últimos sesenta
años. Del marxismo se prolonga la socialdemocracia revolucionaria, entre cuyas
voceras está Rosa Luxemburgo, política liquidada por una dirección reformista
Alemana apoyada en las teorías de Bernstein (1905) y en el nacionalismo más
ramplón.
Por
tanto, se equivoca también
Paradójico error cometen los aparentes opositores irreconciliables: la burocracia eclesiástica y el partido-aparato. Mientras existe una radical diferencia entre lo planteado por Marx y la vulgarización de su obra por los marxistas leninistas, el partido-iglesia y la jerarquía católica llegan a acuerdos interpretativos presos de la más absurda simplificación. La monstruosa historia del marxismo-leninismo muestra lo que no puede ni debe ser un movimiento de emancipación socialista. Marx tiene mucho que decirle al Socialismo del siglo XXI mientras el marxismo-leninismo solo puede decirle lo que no debe repetir, los dictados despóticos de Stalin y sus herederos.
jbiardeau@yahoo.com.mx