¿Qué hacer?

No, no, no, no se trata de escribir un texto tan sesudo como aquel conocido libro de Lenin. Bastante nos costó ser lectores de Vladimir Ilich para intentar comprender los vericuetos de la construcción del socialismo, el partido de la clase obrera, la lucha de clases y temas afines que en otro época nos aferraron a miles y miles de páginas impresas.

El ¿qué hacer? nuestro es más cercano, cotidiano, palpable, aunque igual de enredado porque está inmerso en problemas similares a los encarados por Lenin; sólo que nosotros, en lo particular, no tenemos el talento del máximo líder de la revolución rusa para andar desembrollando vainas tan difíciles y que tienen que ver hasta con la filosofía.

Nos viene, por ejemplo, de ver y escuchar a Carlos Lanz en el programa de Vanessa Davis, explicando lo de una gerencia socialista, una administración que acabe con la explotación del trabajador, lo de un nuevo concepto de la productividad y otros aciertos de su gestión frente a una empresa del Estado. Sí, nos viene el embrollo, la duda, porque entendemos que el viejo camarada, veterano en las luchas sociales, anda solo con esa propuesta dentro de un gobierno que pretende construir el socialismo o, al menos, contribuir a su construcción, puesto que se supone que será el pueblo el que lo construya.

Sí, es que el propio Lanz lo dijo, y hasta Vanessa lo dejó explícito en sus preguntas e inquietudes. Los demás andan por otro lado, procurando gerenciar sólo para producir ganancias, disminuir costos en mano de obra (eso que llaman despido y mandar a un padre de familia a la miseria) y otras acciones que son parte del más salvaje capitalismo.

Nos salta la pregunta ¿qué hacer? cuando sabemos de William Izarra ofreciendo sus talleres de formación ideológica a los propulsores del Partido Socialista Unitario; y ese mismo Izarra anda por todo el país hablando de socialismo, del partido unitario, de la revolución y sus principios.

Ah, y los mismos de siempre son los propulsores. Los mismos que sólo de vez en cuando mencionan lo del socialismo del siglo XXI, pero eso, lo mencionan, lo dicen, lo mantienen entredientes, nada de adentrarse en el contenido de ese socialismo, en las profundidades del mismo. Se quedan en el socialismo del siglo XXI como una marca mercantil, tal como lo dijera el camarada Jerónimo Carrera.

Se nos revuelve el ¿qué hacer? cuando sabemos que en Banfoandes, el banco de la revolución, le piden a usted un sueldo mensual de cinco millones de bolívares para darle un préstamo personal de cincuenta millones. Sí, señor, aunque el camarada Presidente diga que los máximos sueldos deberían andar entre tres millones quinientos mil y cuatro millones, en el banco de la revolución le piden un mínimo de cinco millones.

¿Qué hacer?, me pregunto, mientras en la televisión veo a un dirigente chavista, ministro, constructor del socialismo, motorista de Moral y Luces, dinamizador de la explosión comunitaria, conformándose con repetir “Uh, ah, Chávez no se va”.



salima36@cantv.net


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Pedro Salima


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