Las raíces de la abismal diferencia que ostenta el liderazgo de Hugo Chávez con respecto a la dirigencia política tradicional (XIV)

La manera como se dejan atrás las temporadas patológicas que se exteriorizan en la profusa peregrinación del habitual acontecer de las comunidades sociales, es otro de los tintes que se congrega en la abismal diferencia que ostenta el liderazgo de Hugo Chávez con respecto a la dirigencia política tradicional. Es destacada y expresa la acometividad que, con la misión de dar pujanza a nuestra peregrinación innovadora, Hugo Chávez destina a impulsar el desencadenamiento del potencial benéfico endógeno inmerso en el ejemplo histórico de nuestro Libertador Simón Bolívar, del heroísmo y sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y afroamericanos, de los precursores y forjadores de una patria libre y soberana y en las vivaces luchas del pueblo llano venezolano. Y por razón de este fiel comportamiento con el dictamen del arreglo imaginativo orgánico, sistémico, holístico, integral o de campo unificado por razón del cual las crisis sociales se solventan fundamentalmente con la intervención del poder curativo intrínseco de la sociedad que toma en cuenta el estilo de vida, se desnuda, en una oportunidad más, su militancia en dicha perspectiva ideológica.

Al revés, la norma del enfoque mecanicista según la cual las crisis sociales se solventan fundamentalmente con la intervención de expertos especializados que acuden a factores exógenos y no toman en cuenta el estilo de vida, nos depara la clave para vislumbrar la desenvoltura de la jefatura política desvencijada. Así advertimos, por una parte, el papel del bando contrarrevolucionario cuya intransigente subordinación a dicha máxima los encauzó, sobre todo durante los últimos años de la IV República, a orientar la solución de la cada vez más profunda y generalizada crisis de nuestro país hacia el derrotero rubricado por los expertos lacayos del neocolonialismo estadounidense que subestimaron el contenido benefactor intrínseco zambullido en los vigorosos fogueos históricos de la sociedad venezolana y, por otra parte, la usanza de la jerarquía política de la esfera hasta ahora adherida a la revolución bolivariana que, por idéntico discernimiento, se ha plantado de regazo al inapelable requerimiento de abrir brecha para la creación y consolidación de la inédita congregación partidaria socialista que nuestro turbión insurgente reclama para comulgar con las singularidades estipuladas por nuestro devenir histórico.

La currutaca y poco más o menos inútil incorporación de este postrero fragmento de la flor y nata política en los intrépidos esfuerzos demandados por la andanza socialista en el ministerio de extinguir soberanamente a los agentes neocoloniales heredados de la dependiente era cuatricentenaria que antecedió el peregrinaje transformador que el pueblo venezolano ha emprendido con ímpetu a partir del 27 de febrero de 1.989, los ha estado instigando, paso a paso, a asumir las posturas ambivalentes que en estos momentos profesan y de cuya insistencia, indudablemente y en un pretérito más próximo que distante, cuajará el brinco de empalizada hacia la demarcación contrarrevolucionaria.

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Nicolás Urdaneta Núñez


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