En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana.
José Martí
Nosotros estamos convencidos, de que en Venezuela hay que hacer una revolución en lo económico, en lo social, en lo político, en lo moral… Por eso el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 está convocando a una Asamblea Nacional Constituyente y estamos apresurando pasos para lograr este objetivo estratégico, convencidos de que el pueblo venezolano, con la espada de Bolívar, va hacer realidad su sueño.
Hugo Chávez, El Encuentro de dos gigantes.
La Habana, casa Simón Bolívar, 14 de diciembre, 1994.
Es en ese contexto precisamente, en el que nosotros analizamos la importancia de que haya muchos hombres como Hugo Chávez en nuestros sufridos países. …Y de estas condiciones, de estas realidades nacerá el vivero de ideas y de combatientes, porque millones de hombres y mujeres no se van a cruzar de brazos…
Fidel Castro, El Encuentro de dos gigantes.
Universidad de la Habana, 14 de diciembre, 1994.
La esencia de este escrito, es conocer a profundidad al hombre, la evolución de su pensamiento, como inició el proceso revolucionario y el proyecto político emancipador que dejó. Donde el pueblo organizado, tiene un compromiso impostergable e ineludible de profundizarlo a través de la auto-organización, la autogestión y el autogobierno.
Iniciamos estas ideas conociendo al hombre, que se convirtió en esperanza, en pueblo y en lucha permanente, por un mundo más humano y solidario. Hugo Chávez, de arañero (en su niñez, vendedor de dulces a base de lechosa) a conductor de un proceso emancipador, es el personaje latinoamericano que abre el siglo XXI, y quien fuera uno de los revolucionarios más carismáticos del mundo, de quien más se ha escrito un sin fin de folios, estructurados en libros, ensayos, documentales, relatos, canciones, poesías, todos estos, en varios idiomas.
Unos: El imperialismo, el orden establecido, la clase dominante, las transnacionales, las corporaciones mediáticas, el gran capital, lo describen como aventurero, populista, dictador, un mal sueño.
Otros: Los parias, los trabajadores, los explotados, los oprimidos, los descamisados, los pueblos, escriben y comentan: -es un redentor, un hombre hecho pueblo, despertador de la consciencia, que nos convoca a construir la utopía, la esperanza. Estas epístolas comienzan a salir a la luz pública después que apareció en la televisión, el 04 de febrero de 1992, con su famosa y convocante frase: "Por ahora". Es el principal comandante de la rebelión militar, y luego, en sus periodos como presidente de la República Bolivariana de Venezuela y más tarde, su siembra prematura. (Diciembre 1998 – marzo 2013).
Acá intentamos acercarnos al comandante Hugo Chávez, desde el aprendizaje, desde el acompañamiento de procesos de transformaciones construidas colectivamente, pero, sobre todo, desde Abajo y desde Adentro, como militantes del movimiento social y comunal con autonomía, que piensa con su propia cabeza, camina con sus propios pies, y transforma con sus propias manos.
Chávez el MAESTRO, impulsor, enamorador, despertador, sembrador de consciencia, que nos llamó a ser, de individuos a sujetos colectivos, y así convertirnos en seres corresponsables, en la transformación de ese nuevo ser social, de una nueva sociedad, de un nuevo Estado, de un nuevo destino soberano, independiente, emancipador. Comuna o nada…
Chávez, su contexto, sus realidades y sus aspiraciones
La forja del rebelde
El carácter del hombre determina su destino.
Heráclito
El ser humano es producto del contexto histórico, pero como nos lo revelara Carlos Marx: "No es la conciencia del hombre la que determina la sociedad, es la sociedad la que determina la conciencia del hombre", entonces, qué valores impone esta sociedad capitalista al ser humano, no más que los que pululan en ella misma: el egoísmo, el individualismo, el consumismo, el derroche, la desigualdad, la exclusión, la enajenación, la alienación, sin consciencia de clase. Seguro el ser de Hugo Chávez también fue trastocado en esa realidad, donde comenzó a develar no solo la apariencia, sino la esencia, y luego más tarde la profundidad de la realidad concreta que encierra la expoliación, la explotación, la dominación, la sumisión, entre otros.
Ahora bien, la pregunta que nos hacemos es: ¿quién o quiénes influyeron en su carácter, en su formación, en su rebeldía, en su consciencia revolucionaria – nacionalista? pero también conocer su propia búsqueda, sus interrogantes, la evolución de su pensamiento.
Para acercarnos a estas respuestas, debemos adentrarnos sigilosamente a lo que fue su vida, ya que ello nos permitirá obtener huellas, seguro unas visibles, pero aquellas más difíciles que guarda el hombre en su personalidad, su espíritu rebelde de emancipación, ya no solo suya, sino como instrumento para la liberación de un pueblo. Ahí el enigma que seguro estamos interesados en acercarnos a esa verdad a través de su propia historia, donde fue narrada, compilada, en algunos momentos a través de parábolas, de cuentos, pero también de testimonios vivos, de amigos, familiares, compañeros de armas, de altos ideales históricos, construidos y develados, en el pensar y en el hacer, más allá del individuo, donde influyó en lo más profundo de los seres humanos, en su espiritualidad, en la objetividad y la subjetividad de un pueblo que lo acompañó y lo sigue acompañando, aún después de su muerte, en lo más sublime: redimir con su ejemplo y lucha un proceso revolucionario – emanciparnos y transformar nuestras realidades.
Umbrales de su niñez, acogido en el amor y la pobreza
Hugo Rafael Chávez Frías, nace en Sabaneta de Barinas en la madrugada del 28 de julio de 1954, alumbramiento asistido por la partera Inés Salas, en la casa de su abuela paterna Rosa Inés, una vivienda de piso de tierra, paredes de cañas bravas mezcladas con barro -llamada bahareque- y el techo de palmas a dos aguas. Su madre Elena Frías y su padre Hugo de los Reyes Chávez. Es el segundo de siete hermanos Adán, Hugo, Narciso, Aníbal, Argenis; el sexto, Enzo, quien muere de leucemia a los seis meses y el menor Adelis.
Su familia es de bajos recursos, solo disponen del modesto salario de su padre, quien se desempeña como maestro de escuela básica o primaria, en el caserío Los Rastrojos, un caserío ubicado a varios kilómetros de Sabaneta.
Sabaneta, está situada al noreste del actual estado Barinas, fundada en 1728, esa cálida sabana forma parte de los llanos venezolanos situados hacia el sur, en la parte central del país que ocupan más de 300 mil Km2, estos vastos espacios son testigos de sangrientas y muchas veces heroicas batallas por la independencia venezolana en el siglo XIX.
Gusto por la lectura, iniciado con el amor que le brinda la abuela
La lectura es estimulada y recibida, -con la pedagogía del amor-, proveída por Rosa Inés su abuela paterna, lo enseña a leer y escribir, antes de comenzar el primer grado. Ella le pide a su hijo Hugo de los Reyes, maestro de escuela y padre de Huguito, que le preste las revistas Tricolor –por los colores azul, amarillo y rojo de la bandera- que publica el Ministerio de Educación. Se sientan juntos en la noche y mientras espantan los jejenes le va enseñando las letras y a enlazarlas para identificar y crear palabras, estas son las bases que a Chávez, luego más tarde en la escuela, en el liceo, y en la "casa de los sueños azules", lo convierte en un voraz lector, no solo de libros, sino también comienza a leer la realidad de su entorno, de nuestra historia, del contexto social y político nuestro americano, siempre acompañado de maestros/as, en primer lugar su abuela, luego su padre, en la escuela, su vecino Ruiz Guevara, en el liceo, quien comienza a develar al joven Chávez sobre su memoria e identidad, al ir a la raíz de la historia de su bisabuelo, Pedro Rafael Pérez Delgado y entre varios maestros uno que lo marcó en la Academia Militar, Jacinto Pérez Arcay. Ve en él a un pedagogo diferente al resto, con un mensaje distinto. Graduado en Historia, conoce como ningún otro a Bolívar y el siglo XX venezolano. Autor de La Guerra Federal: Causas y Consecuencias, el Teniente Coronel Pérez Arcay, con algo más de cuarenta años, estatura baja, delgado, tez morena, rostro vivaz, voz segura y gestos enérgicos, vibra al explicar esa guerra y al General Ezequiel Zamora, de quien Chávez ha oído hablar desde la infancia. Pérez Arcay le enciende al joven barinés la llama bolivariana.
Conocer y construir la solidaridad e inicios del liderazgo
En su infancia el niño Chávez, comienza a ser inculcado con amor y la solidaridad hacia los seres humanos, Rosa Inés su abuela con quien vive, siempre le dice: "Huguito, llévele estos dulces a Doña Rosa" o hallacas, cachapas, tarritos de mazamorra u otras comidas especiales, que ella hace y disfruta compartir con sus amigas y vecinas.
Cursando el sexto grado, se inscribe como alfabetizador voluntario de adultos y tiene muy buen desempeño. Utiliza el libro -Abajo Cadenas- y disfruta ver cómo los participantes aprenden a leer: "Ala" "pala", "tapara", "maraca", y siente un especial orgullo cuando en un acto en que entregan títulos a varios alfabetizados, lo recibe una participante suya: "República de Venezuela, Ministerio de Educación, certificado que se otorga a la ciudadana Carmen González, en virtud de haber sido alfabetizada por el legionario Hugo Chávez, del Grupo Escolar Nacional Julián Pino, Barinas 11 de mayo de 1966". Después, la emoción lo desborda cuando le entregan el suyo: "República de Venezuela, Ministerio de Educación, Dirección de Educación Primaria y Normal, División de Educación de Adultos, otorga al legionario alfabetizador Hugo Chávez diploma de patriotismo, por haber enseñado a leer y escribir a venezolanos, Sabaneta, 15 de julio de 1966".
En sus años de bachillerato, sus compañeros de estudio y deporte (béisbol), lo van identificando como un líder. Asume esa realidad sin arrogancia, y comparte sus conocimientos en los que se destaca con los demás, ayudando en el propio liceo o en sus casas a otros alumnos que tienen dificultades.
Acercamiento con los amigos, con la historia viva – memoria e identidad
Cursando el segundo año de bachillerato, conoce a dos estudiantes con quienes establece una fluida amistad: Vladimir y Federico Ruiz, hijos de José Esteban Ruiz Guevara, historiador marxista, un ex guerrillero y militante del Partido Comunista, quien estuvo preso durante la dictadura de Pérez Jiménez. Ellos moran a cien metros de su casa, creándose un amplio nexo entre ambas familias.
El joven Hugo Rafael, con trece años queda cultivado por la personalidad de José Esteban Ruiz Guevara, quien sobrepasa los cuarenta años: tiene el físico de un indio zambo, y destacan en él una espesa barba, sus cejas tupidas y la mirada escrutadora; es profesor de historia, se dedica a estudiar las comunidades indígenas y suele ser muy crítico y de ácida ironía. Posee una biblioteca con textos de filosofía, economía, política, sociología, literatura e historia, que deslumbra a Chávez, y éste luego es un visitador permanente del maestro Guevara, quien mantiene largas y profundas conversaciones con el joven Chávez. Allí nace un vínculo perdurable con el profesor Ruiz Guevara, su amigo y maestro y con sus dos hijos varones Vladimir y Leonardo, así durante los cinco años del bachillerato mantiene una fraterna relación con esa familia que lo influye mucho en su adolescencia y juventud.
Chávez y La Casa de los Sueños Azules
A los once días de haber cumplido sus diecisiete años, ingresa el joven Chávez a la Academia Militar de Venezuela, ubicada su sede en Fuerte Tiuna – Caracas. Es domingo 8 de agosto de 1971.
En 1971 cuando Chávez ingresa a la Academia, esta inicia una nueva etapa de estudios militares en Venezuela, hasta entonces existe una escuela que gradúa alumnos de tercer nivel del liceo en suboficiales-bachilleres, por medio de cursos de dos años especializados en la lucha antiguerrillera. El presidente Rafael Caldera impulsa a escala de la Fuerza Armada Nacional la implantación del Plan Educativo Integral Militar Venezolano, iniciado en 1969-1970 y en el caso de la Academia del Ejército, al año siguiente. Se trata de la segunda gran reforma de los estudios militares en el siglo XX. La primera la hace el presidente Cipriano Castro, en 1904. De ahí surge el Plan de Estudios Andrés Bello, con el propósito de formar oficiales de más alto nivel académico y cultural.
Chávez integra la primera promoción de esa especie de Universidad Militar, con alumnos bachilleres, quienes al graduarse obtendrán el título de Licenciado en Ciencias y Artes Militares. Se trata de un corte drástico entre la vieja escuela y la nueva academia, que incluye asignaturas como Sociología, Economía, Física, Química, Introducción al Derecho y Derecho Constitucional, entre otras, además de las militares, entre ellas Ciencia e Historia Militar, donde abarca el estudio de los principales estrategas (Julio César, Alejandro Magno, Aníbal, Clausewitz, Napoleón, Bolívar, Páez, Mao Zedong) hasta la teoría de combate individual.
Aquí, a Chávez le interesa saber que el soldado debe conservar la calma y mantener silencio en su posición, atento a todos los detalles. También les enseñan un método del desarrollo de la inteligencia para examinar situaciones con creatividad, basado en dinámicas de grupo.
Existe libertad de cátedra para discutir y buscar las verdades en la historia, en los procesos económicos y en las ciencias. Además, realizan análisis de la historia venezolana y los atraen a leer libros y a la idea de que al terminar la Academia hay que seguir estudiando en las fuerzas armadas y en las universidades civiles. Con las más importantes asentadas en Caracas, la Academia establece nexos que permiten a los jóvenes uniformados tener fructíferos contactos con estudiantes civiles en eventos académicos, deportivos y culturales. Sin duda, eso influye de manera notable en la formación integral de Chávez y en los demás miembros de su generación.
Las exigencias de tales materias, avaladas y controladas por el Consejo Nacional Universitario, suscitan la necesidad de contratar docentes civiles y que los profesores militares tengan un alto nivel académico. Entre otros el Teniente Coronel Jacinto Pérez Arcay, el Capitán Ismael Carrasquero, los Tenientes Pompeyo Torrealba, Betancourt Infante y el director de la Academia, General Jorge Osorio García. Ellos ejercitan una prédica constante sobre moral y ética, el código de honor de la Academia y la democracia. Pertenecen a una corriente militar surgida al caer el dictador el General Pérez Jiménez en 1958, descontentos con la situación del país. Son pocos, pero disponen de conceptos críticos sobre las causas de la crisis histórica acentuada después de dicha fecha y de opiniones de cómo superarla. El gobierno les ha quitado el mando de tropas y se propone usar el talento intelectual de ellos. Un arma de doble filo.
El cadete Chávez bucea en las ideas de sus profesores y retiene frases medulares que les oye, como una sapiencia llanera dicha por el General Osorio una noche de jolgorio en el casino: "Muchachos, manténganse siempre como la garza blanca, que, aunque tenga las patas en el barro su plumaje blanco siempre está listo para el vuelo". Osorio posee el "don de la ubicuidad", al aparecer de repente en el comedor o en el patio y con los alumnos de nuevo ingreso tiene un trato especial y los reta a ser los mejores. Suele decirles: "Ustedes van a ser los generales del año 2000". Faltan cerca de tres décadas, Chávez que le gusta mirar lejos como las águilas, se le graba el vaticinio y decide asumirlo.
Chávez en la Academia descubre la grandeza de Bolívar. Devora todo lo existente en la biblioteca acerca de él y más aún sus propios escritos y biografías, memorizando frases, el juramento del Monte Sacro, fragmentos de proclamas, cartas y otros textos del héroe. En 1973 reciben en la Academia el libro Siete Documentos Esenciales de Simón Bolívar, editado ese año por la presidencia de la República, que incluye desde el "Manifiesto de Cartagena" (15 de diciembre de 1812), hasta el "Mensaje al Congreso de Colombia" (20 de enero de 1830). Cada uno de esos textos lo estudian y discuten en pequeños grupos y Chávez, en la medida que lo conoce de manera prolija aumenta su admiración por el Libertador y lo percibe más contemporáneo.
Respecto de la democracia se cruzan opiniones a menudo, por ser tema inevitable en las clases de ciencias políticas e historia, y forma parte del debate nacional. ¿Qué es la democracia? Surge con frecuencia la pregunta para motivar una clase o suscitar una atractiva polémica. A Chávez le parece bien la definición clásica -de que es un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo-, tomada del presidente de Estados Unidos de América, Abraham Lincoln. Y en el Discurso de Angostura de Simón Bolívar, del 15 de febrero de 1819, descubre otras ideas que estima aún más precisas y cercanas.
El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política. […] Los códigos, los sistemas, los estatutos por sabios que sean son obras muertas que poco influyen sobre las sociedades:
¡hombres virtuosos, hombres patriotas, hombres ilustrados constituyen las Repúblicas! […] Moral y Luces son los polos de una República; Moral y Luces son nuestras primeras necesidades.
En especial se detiene en el párrafo final de ese texto fundacional, donde Bolívar presenta sus ideas al Congreso de Angostura, encargado de redactar la nueva constitución de la República:
Dignaos conceder a Venezuela un gobierno eminentemente popular, eminentemente justo, eminentemente moral, que encadene la opresión, la anarquía y la culpa. Un gobierno que haga reinar la inocencia, la humanidad y la paz. Un gobierno que haga triunfar bajo el imperio de las leyes inexorables, la igualdad y la libertad.
El país -La Academia- realidad contemporánea y raíces latinoamericanas
En un contexto socio-político-histórico, donde la población venezolana supera los diez millones de habitantes, con una tendencia a decrecer en las zonas rurales y al incremento acelerado de los barrios marginales en las principales ciudades, sobre todo en Caracas, la capital donde se asientan los poderes políticos y económicos, en el primer mandato de Rafael Caldera (1969-1973), quien representa la democracia socialcristiana (Copei), siendo el tercer presidente después de la caída del General Pérez Jiménez (1958), son tiempos donde el Pacto de Punto Fijo alcanza su plenitud -la democracia representativa-.
Esa es la situación que Chávez en sus salidas, los fines de semana, comienza a contactar de cerca la realidad concreta, por la lejanía de la residencia de sus padres y abuela en Barinas, recibe apoyo de un paisano barinés contactado por sus familiares, quien reside en Caracas, se trata de Chico Romero, quien reside en Catia, una populosa barriada. Allí pasa muchos fines de semana hasta mediados de 1972. Su anfitrión lo recibe en una humilde casita, similar a un rancho, de un cuarto con una cama, salita y baño. Vive ahí con su esposa. El cadete es recibido con especial afecto. El anfitrión viene del campo profundo y en Caracas sigue siendo un hombre pobre. Se mueve en su barrio con suma destreza y siente orgullo de tener un cadete en su casa, a quien siempre invita, después de su descanso, lo acompañe cerro arriba -donde hay más miseria- a visitar amigos.
En esa enorme parroquia caraqueña, Chávez disfruta numerosos sucesos y tiene experiencias que lo marcarán para siempre. Conoce la miseria en sus expresiones más crudas, covachas de paredes de cartón o tablas desechadas, escaleras precarias y pasadizos lúgubres en sustitución de calles, basura amontonada por doquier, excrementos humanos o de animales en cualquier rincón, niños barrigones inundados de lombrices y sin zapatos, mendigos e infantes abandonados a su suerte, delincuentes capaces de matar por sobrevivir, hacinamiento, exclusión, hambre, sin servicio básicos de salud y educación… Percibió también que muchas de esas personas humildes viven con dignidad, trabajan duro y entre sí se ayudan, como lo vienen haciendo Chicho y su mujer con él.
Al pasar el tiempo, se relaciona con familias que va conociendo en otros lugares de Caracas, como Santa Mónica, en la calle Simón Planas -ahí vive un amigo cadete, quien fallece antes de concluir la Academia- y la parroquia 23 de Enero, en el edificio 49, en el apartamento donde habita su compañero Rafael Martínez Morales, también pitcher en el equipo de la Academia.
Con el tiempo logra tener una visión más real de Caracas. Le impresiona el inmenso cinturón de miseria extendido por casi todos los cerros –donde vive más del 60% de los dos millones de habitantes y el contraste con los deslumbrantes edificios y mansiones del este de la ciudad. Viéndola, comprende mejor por qué tanta gente del campo, debido al colapso de la agricultura provocado por el boom petrolero, emigra hacia la capital en busca de trabajo. Conoce que ellos prefieren vivir en las condiciones infrahumanas de los cerros en el oeste de Caracas, con la esperanza de ascender en la sociedad rosada que miran desde sus casas de cartón en las lomas, y no desechados en las lejanías del mundo rural. Tales realidades lo llevan a preguntarse qué tipo de democracia existe en Venezuela, que empobrece a las grandes mayorías y solo una minoría vive bien.
Dentro de la Academia Chávez además de conocer oficiales superiores con ideas progresistas, ideales nacionalistas, con una ética y honor del militar, también se topa con otros oficiales superiores, formados en otras circunstancias y con patrones éticos diferentes, derivan en oficiales corruptos. Él y otros compañeros descubren cómo se roban el dinero de la comida de los cadetes y de la tropa: recortan la compra de carne, queso y otros alimentos y cogen la diferencia.
Empieza así a percibir una corriente autoritaria y corrupta entre los militares venezolanos, en varias ocasiones los meten a veces en el teatro para que instructores civiles y militares les den conferencia contra el marxismo y de rechazo a todas las ideas de izquierda. También aluden al "infierno socialista" y exaltan las ventajas del capitalismo. Y les repiten un precepto que a él y a otros de sus compañeros les resulta paradójico, luego de escuchar tales charlas: - "Los militares deben ser apolíticos, no pueden ni deben participar en política…".
Durante su vida de cadete, Chávez vive tres experiencias con La Patria Grande -América Latina-, que tiene honda influencia en él, aunque entonces no se expresa en conductas concretas. Primero es el derrocamiento de Allende; le impresionan las imágenes por televisión, el palacio de La Moneda ardiendo, los bombardeos, la muerte del presidente, la figura repulsiva de Pinochet. Todo eso lo repele en su interior.
Una noche muy fría, el 28 de septiembre de 1973, durante los entrenamientos con los reclutas en las montañas de Charallave -a 30 Kilómetros de Caracas-, se encuentra con dos brigadieres de su pelotón, uno de ellos llamado Pedro Ruiz Rondón. A escondidas de los oficiales, empiezan a calibrar una radio GRS-9 de tubo, que tiene una manigueta para cargar la energía, y así poder escuchar música y noticias. De repente, escuchan la voz de alguien que no conocen, quien con su vehemencia condena el golpe de Estado en Chile y la muerte de Allende. Quien habla es Fidel Castro, en un acto en La Habana, y siguen oyéndolo con especial interés. Una frase de él los impacta y ambos se miran repitiéndola en voz alta, como si quisieran grabarla en la memoria. "¡Si cada trabajador y cada campesino hubiesen tenido un fusil en sus manos, no habría habido golpe fascista!". Esa idea se las graba tanto a Chávez como a Rondón, que deviene en una especie de consigna y al verse en cualquier sitio uno de los dos la inicia y el otro la concluye. Solo ellos se entienden: una especie de contraseña matizada de afecto que dicen al encontrarse, pensando en la inolvidable noche del 28 de septiembre de 1973.
Chávez conoce a un hijo de Torrijos y cuatro panameños más que están un tiempo en la Academia. Ellos hablan con suma admiración de Torrijos y le explican el proceso nacionalista panameño, el joven hijo de Torrijos juega béisbol y ahí se hacen amigos. El panameño le muestra fotos de su padre con campesinos y le habla de la Fuerza de Defensa. Le cuenta del golpe de Estado que derroca a Torrijos en 1969, estando en Costa Rica, y cómo éste regresa por las montañas de Chiriquí y reasume el poder con el apoyo del pueblo. Iniciándose entonces una revolución nacional que coloca en su mira principal la devolución del canal por Estados Unidos a la nación panameña.
También conoce a Antonio Gómez Ortega. Un día éste le enseña la revista de la Fuerza de Defensa de su país, con fotos en la que se ve a Torrijos dando un discurso ante campesinos y cadetes. Chávez aprecia la diferencia de dicho militar y se dice: "Torrijos, sí tiene un gobierno de arraigo popular". Y se motiva en conocer más de lo que sucede en Panamá, sobre todo el nexo de los militares con el pueblo.
En noviembre de 1974, en su cuarto año de estudio, el Capitán Carrasquero Sabal, jefe de curso, lo llama a su oficina, "Chávez, hemos escogido a varios cadetes para que representen a la Academia en Perú, por los festejos relacionados con el Aniversario 150 de la Batalla de Ayacucho", y agrega "Va la escolta de la Bandera y diez cadetes, usted entre ellos, porque lo consideramos uno de los bolivarianos más destacados de nuestra Academia". Chávez no puede contener su inmensa alegría. Por primera vez viajará fuera de Venezuela y será, para mayor emoción, al sitio donde Antonio José de Sucre libra en diciembre de 1824 la batalla de la victoria final contra el poder español.
Éste, lleno de felicidad, lo primero que hace es ir a la biblioteca, a estudiar lo que ocurre en Perú. Descubre que ahí hay una revolución dirigida por Juan Velazco Alvarado, un militar nacionalista que viene aplicando el Plan Inca, de grandes efectos sociales y económicos, a favor de las grandes mayorías.
Chávez, va descubriendo que la formación en la Academia tiene sus límites, en primer lugar, tienen un proceso de depuración de cualquier aspirante o cadete, que se defina o tenga ideas a favor de la izquierda, por otra parte, no se menciona ningún proceso en sus aulas de clases que contenga tendencias nacionalistas y revolucionarias, como los vividos en Panamá y Perú.
Su estadía en Perú, le permite compartir con jóvenes militares de Perú, Chile, Panamá y Colombia, pero también con aborígenes. Comprende la necesidad de investigar el fondo social andino. A Chávez le emociona que sus homólogos peruanos siempre hablen con entusiasmo del proceso revolucionario de su país y que mucha gente en la calle opine a favor de Velazco y del proceso que viven.
Su júbilo se desborda en la recepción que ofrece Velazco Alvarado en honor a los oficiales y cadetes invitados. El General -presidente-, les ofrece unas breves palabras y les hace llegar dos libritos: La Revolución Nacional Peruana, con discursos suyos, el Plan Inca, el Manifiesto del Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada de Perú y otros documentos. Chávez comienza esa misma noche a leer con avidez ambos libros, que valora más al estar firmados por el propio General Velazco, y los convierte en fuente primordial para aprender una experiencia real de revolución nacional, conducida por los militares.
Curiosidad y proximidad a la política
Chávez comienza a integrarse en círculos de estudiantes universitarios, corren los años 1974-1975. En el barrio de Los Chaguaramos, cerca de la Universidad Central de Venezuela, suele ir al bar El Águila, donde se juntan jóvenes de izquierda para debatir ideas. También participa en discusiones políticas en la casa de su amiga Carmen Daza, en la que se queda algunos fines de semana. Enrique Daza, hijo de Carmen, es un hombre de ideas revolucionarias, aun cuando no posee militancia, y conversa mucho con Chávez, le regala a éste El Estado y la Revolución, de Lenin, y a propósito discuten si hay que eliminar el Estado o no.
A partir de 1974, se da cuenta que le apasiona la ciencia política. En la Academia utilizan el texto de Walter Montenegro, Introducción a las doctrinas político-económicas, de 1965. Esta lectura lo motiva a comprar libros de economía, sociología y política. Así compra Economía y Subversión, de Jhon K. Galbraith, que le ayuda a entender varios temas de economía. Del texto le llama la atención esta idea: "La prueba de un éxito económico no es la cantidad que producimos, sino lo que hacemos para que la vida sea tolerable o agradable".
En otra ocasión adquiere el libro: Evolución, marxismo y cristianismo, de Teilhard de Chardin, motivado por el título. Le atrae su tesis de que el marxismo y el cristianismo pueden converger. También lee el Diario del Che en Bolivia y El libro Verde Olivo, título venezolano del original publicado en Cuba, con el nombre de los Pasajes de la Guerra Revolucionaria, donde el Che narra la gesta armada cubana contra el dictador Fulgencio Batista.
De manera original y heterodoxa, comienza a conocer ideas políticas de izquierda. Estas ideas las entrelazan en querer la justicia y un mundo justo, valores que le han inculcado desde la niñez y la adolescencia y que asimila a plenitud en la Academia al estudiar en profundidad a Bolívar, Simón Rodríguez, Ezequiel Zamora y la historia patria.
Adán Chávez Frías, hermano de sangre e ideales
Adán, hermano mayor de Hugo, desde temprana edad en la adolescencia, ya comienza a encauzarse por ideales políticos de izquierda, ambos hermanos entablan amistad en Barinas con la familia de José Esteban Ruíz Guevara, un exguerrillero y militante del Partido Comunista, que estuvo preso durante la dictadura de Pérez Jiménez, Ruiz Guevara es padre de Federico y Vladimir, ambos, junto con Adán se han incorporado a la juventud del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Hugo, participa en debates, incluso lee documentos, oye los argumentos de Adán, su hermano, pero no decide incorporarse a esa organización de izquierda, ni a ninguna otra durante sus años juveniles.
Más tarde, en el año 1973, Adán viaja a Caracas a una reunión de la juventud del MIR, en la Universidad Central, al terminar el evento decide visitar a su hermano Hugo, que está en su segundo año en la Academia Militar, Al verlo Hugo le dice con cara de asombro: "¿Qué haces aquí, hermano?", y se abrazan con efusión. Adán inocente del lugar donde se encuentra le dice, estoy en una reunión del MIR y le muestra los documentos que han discutido. Media hora después se despiden. Días después Hugo narra en una carta esa visita, dirigida a su madre, comentando que ha observado a Adán alejarse "con el pelo largo y los papeles de su ideología bajo el brazo".
Transcurre el año 1975, Adán es estudiante de la Universidad de Los Andes (ULA), de la Facultad de Ciencias, en Física, en varias oportunidades es visitado por su hermano Hugo, quien le hace participar en reuniones de discusiones políticas, sin que la mayoría de los jóvenes sepan que él es militar.
Chávez, nuestra historia, sus primeras reflexiones y su visión
En marzo de 1975, faltando cuatro meses para graduarse escribe un artículo analítico, exaltando la historia patria. Lo titula "El Tricolor Nacional" y aparece en la revista Siempre Firmes, de circulación exclusiva entre los cadetes. Sin cumplir los veintiún años, exhibe una visión muy clara sobre el desenlace de Bolívar y la frustración de los ideales independentistas. Señala:
Y sucedió lo peor, lo que Bolívar previó y quiso evitar: un nuevo coloniaje se abalanzó sobre nosotros… Todavía falta mucho por hacer, y para alcanzar el desarrollo debe unirse todo el pueblo de Venezuela, y marchar a un mismo paso hacia su destino. …Y somos nosotros, los militantes de hoy, quienes estamos obligados a formar la vanguardia de ese movimiento. ¿Y cómo hacerlo? se pregunta. La respuesta nos la da el mismo Bolívar en su última proclama: Y los militares empuñando su espada en defensa de las garantías sociales.
Continuará Raíz IV - Parte II
Referente Bibliográfico
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