Cuando la critica ofende

En arte, como en política, el mensaje siempre tiene que ir preñado de una inspiración. Hay un origen único de todas las revoluciones: el deseo del hombre por una vida más noble, por un sistema más libre y por una libertad de expresión capaz de crear una nueva fraternidad entre los hombres. Pienso que en ese camino se enrumba nuestro proyecto revolucionario.

Me ha causado mucha preocupación el discurso del General en Jefe, Raúl Isaías Baduel, no por lo que él dijo, porque ese es su pensamiento y lo hizo con la maestría y la cátedra de un libre pensador muy complejo, profundamente arraigado en su propia originalidad, totalmente envuelto en ella, en sus palabras mostró su faceta de su prismática problematicidad, intentando claramente, dilucidar y proponer muy comedidamente soluciones, según los deberes que encomienda la critica. Observé que en ese discurso el General dictó dos sentencias: el final del dogmatismo histórico y la lucha contra el pensamiento único que siempre cargan a las espaldas los doctores y los especialistas que se hacen fanáticos de una sola razón, de esos manualistas que se empapan con una doctrina corrosiva para dañar cualquier otra idea que no entré en la tuerca que solo ellos han construido y envuelven cualquier razonamiento rebelde, inhibiéndolo, perturbándolo, paralizándolo y buscándole un mar para ahogarlo.

Entre la crítica y la ofensa hay mucha diferencia. La ofensa es una idea abstracta que se atrinchera en la obscenidad por su falta de cultura, porque está exenta de sentido y de equilibrio espiritual y eso es precisamente lo que algunos especialistas han interpretado de la posición ideológica que expuso el general.

No hay duda, el dogmatismo es el principal enemigo del pensamiento de Marx y de su libre desarrollo crítico. Como lo dijo, el profesor Ludovico Silva, “no es tanto un enemigo teórico como un enemigo práctico y la verdad es que de tan acusada pobreza que no constituye sino un ridículo enemigo, pues su caracterización esencial es la repetición mecánica de un cierto número de formulas que bien podrían llamarse LOS DIEZ MANDAMIENTOS DE LA LEY DE MARX-LENIN-STALIN, si los loros fuesen marxistas, serian marxistas dogmáticos”.

Marx, jamás señalo que su doctrina era un pensamiento único, como tampoco nos dejo una metáfora idealista. Lo que si hizo fue señalarnos las leyes concretas que presiden las síntesis y superación futura de los antagonismos sociales. Nunca busco atraparnos en una tesis metafísica, o en un panteísmo, pues Marx nunca fue como lo quieren presentar: un desaforado profeta. Marx es un científico social y por eso creo que ahora más que nunca, teniendo por delante lo hechos históricos del socialismo sin Marx, es hora de derrumbar de una vez por siempre ese fetichismo verbal que transmiten muchos padres del marxismo, porque eso no es otra cosa que el desfonde y la desmoralización del verdadero socialismo Marxista, la arrogancia, la altanería y la insolencia de un evangelio dogmático que nunca pensó Marx. Hoy en día nuestros pensamientos deben ir ajustados a la realidad, porque si el capitalismo ha triunfado en el mundo, no es porque responda a la naturaleza profunda del hombre, no, es porque precisamente se ha desviado la ciencia social de Marx, porque nunca se han aceptado los debates para preconizarla como una necesidad humana y adaptarla como base que es, con otras teorías, hechas por hombres con pensamientos libres, humanos y justos.

Hoy cuando nos enfrentamos a la bestialización “Bushsiana” neocolonialista, nuestros pueblos y sus hombres tienen que inventar, así erremos, la concepción bolivariana socialista tiene que ser un verdadero humanismo y eso lo vamos a lograr en la medida en que nos organicemos y hagamos verdaderamente una división social del trabajo, cosa de que podemos cubrir el reino de nuestras necesidades sociales sin recurrir a esa explotación y a esa violencia que vive en la entrañas del imperio.

De ahí la importancia de las ideas nuevas y la impaciencia por alcanzar nuestras soluciones. A cada época, sus tabúes, en la nuestra se desvanece la neoconquista y el viejo pensar carcomido por el tiempo: eso que se llama DOGMATISMO.


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Víctor J. Rodríguez Calderón


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