El presente es una réplica al artículo Elección Presidencial Continuada: Respondiendo a Javier Biardeau de Alberto Müller Rojas (Ver www.aporrea.org/ideologia/a39330.html),
En primer lugar, que toda
cartografía teórica simplifica la realidad, no solo cuando se presenta
como doxa sino incluso cuando se presenta a sí misma como
episteme. Sobre el actual “paradigma científico”, sinceramente
no comprendo si aún puede mantenerse esta denominación. Si uno asume
el estado actual de la actividades científicas, tanto formales, naturales
como histórico-sociales no encuentra un paradigma sino una multiplicidad
de paradigmas, muy poco establecidos como ciencia normal tal como sucedió
a finales del siglo XIX, por cierto. En las ciencias histórico-sociales,
es aun más evidente la situación, donde incluso connotados historiadores
de la ciencia, sólo le han dado un estatus pre-paradigmático (Kuhn,
por ejemplo).
Afirmo que si hay un
error en su apreciación que tiene relación con una vulnerabilidad
cognoscitiva de su perspectiva de análisis acerca de la opción política
por la elección presidencia continuada. Y esta vulnerabilidad cognoscitiva
es la apelación al positivismo-cientificismo en el análisis de procesos
histórico-sociales. Esta vulnerabilidad es una opción política, no
un hecho social. La confusión entre causalidad e intencionalidad en
las ciencias histórico sociales ha dejado mucha literatura en el camino.
Usted no utiliza “un sistema causal en relación con el fenómeno
observado”. Usted, ha realizado, primero, una conversión de un hecho
de decisión y voluntad política a un “fenómeno observado”, sin
pasar a considerar que el llamado “fenómeno observado”, es un proyecto
político y no un hecho consumado. No está por tanto determinado causalmente
sino que se refiere a la intencionalidad política, a propósitos,
a objetivos y fines.
Usted pudiera decir
que se trata de un caso de causalidad, pero allí cometeríamos un “abuso
de lenguaje” al confundir el juego de lenguaje de las “causas y
condiciones”, con el juego de lenguaje de las “voluntades, razones,
discurso e intencionalidades”. Usted en su artículo (Ver www.aporrea.org/ideologia/a39330.htm) lo ha dicho: “la proposición
de modificar la constitución para permitir la elección continuada”.
Esta no supone un lenguaje aseverativo que profiera condiciones de verdad,
sino un acto de lenguaje performativo, que pretende cambiar a través
de declaraciones y directivas el estado actual del asunto en cuestión.
Estamos analizando
no un sistema causal simple (causalidad de bola de billar), sino un
sistema con interdependencias, conflictos, teleonomía, voluntad, pasión
y proyectos abiertos. El error es descartar la acción en este caso,
si usted prefiere llamarla así, de “causas imaginarios”. Pues bien,
¿Qué es la “elección presidencial continuada” sino un fin imaginario,
un fin proyectado políticamente?
Usted le encuentra
a mis comentarios el error de la voluntad libre. Pues bien, aceptando
su premisa, allí está el centro de la discusión en las ciencias sociales,
interviene o no la “voluntad libre” en el sistema de causalidades
como usted las llama. También podría no aceptar la premisa del error
de la voluntad libre. Preferiría llamarla la distinción entre teoría
tradicional y teoría crítica en las ciencias sociales históricas;
es decir, la separación entre aquellos que mantienen que el “observador”
no interviene ni teórica ni prácticamente en el “sistema observado”,
y aquellos que consideran que las ciencias sociales históricas están
marcadas por la implicación teórica y práctica del “observador”
en el “sistema observado”.
En pocas palabras,
aquellos que mantiene la distinción entre hechos y valores, y por otra
parte, aquellos que reconocen en esta distinción es un juicio de valor
implícito que responde a la retórica del cientificismo y a práctica
de poder en las ciencias sociales históricas.
Cuando de manera justificada
encuadro el contenido de su artículo dentro del pensamiento sociológico
positivista, lo hago porque mantiene estos supuestos para garantizar
una justificación de una decisión política apelando a un género
de discurso científico.¿Cuál discurso de cuál paradigma de ciencia?
La distinción entre
teoría tradicional y teoría crítica es la base de la crítica del
positivismo, crítica necesaria para reconocer el espacio del paradigma
post-positivista, como propuesta de una nueva ciencia. Desde mi punto
de vista, no hay interpretación posible de las tesis de Feuerbach en
un sentido positivista y cientificista. La crítica al “materialismo
vulgar” es una constante en el pensamiento de Marx, sobre todo si
no comprendemos el papel de lo usted denomina precisamente el “error
de la voluntad libre”, es decir, el “error” de la superación
crítica del estado real de cosas mediante la praxis revolucionaria.
La diferencia de Marx, con relación al positivismo, es establecida
por el papel de la voluntad conciente, revolucionaria y antagónica
a la función de mando del capital. No es la simple adecuación a una
tendencia histórica objetiva, como lo planteó la socialdemocracia
de Kaustky, sino el papel de la subjetividad revolucionaria en un cuadro
de contradicciones históricas.
El pensamiento marxista es una crítica radical al modelo científico de la sociedad burguesa, y si hay muchos que se han atrevido a negar el carácter de ciencia positivista que adquiere la sociología. Usted cita a Comte, yo citaría a Marx, Lucaks, Korsh, Gramsci, Marcuse, Habermas, Gouldner, Wallerstein, entre otros. ¿Usted afirma que Marx hace ciencia desde el estatuto de cientificidad del positivismo?
Cuando usted opina que: “Siendo su crítica una expresión de su voluntad
libre no puedo usar como base para la discusión los marcos conceptuales
de carácter científico dentro de los cuales normalmente encuadro mis
opiniones”, usted reitera el gesto positivista por excelencia. Dado
que mí persona no habla desde el espacio de “racionalidad científica”
que usted plantea, la califica de apreciaciones y enfoques, que es lo
que hacen las ciencias sociales históricas desde mi punto de vista,
en fin, “apreciaciones”, “narraciones”, “comprensiones”,
“explicaciones comprensivas” o “causal-significantes” como las
denominó alguna vez el enfoque de la dependencia, y no descripciones
inmaculadas y supuestamente objetivas. De nuevo entramos en el centro
de la discusión, en el salto entre un análisis de corte positivista
para justificar una decisión político-existencial.
Esto es lo que cuestionó
de su posición con relación a la elección presidencial continua,
la justificación de la opción política desde bases presuntamente
científicas. ¿Quién puede decir hoy que la phonoresis no es conocimiento?
(Ver artículo en aporrea: para una racionalidad edificante). No se
trata de la posesión de la virtud, para “determinar lo que es bueno
o malo para los hombres”, sino de cómo los aspectos valorativos y
normativos son inmanentes a la interacción social mediada por la comunicación,
el poder y el lenguaje.
En ningún momento
hable de las cosas fueran buenas o malas, incluso lo que dije era que
había restricciones normativas a los alcances de su visión de la elección
presidencial continuada con relación a la esencia y fenómeno de la
misma. Restricciones normativas con relación a la transformación del
carácter federal-descentralizado del Estado (artículo 4 constitucional)
y restricciones normativas con relación a la justificación de “un
sistema de gobierno carismático” y a un “poder comisarial”. Sobre
el primer asunto, considero que esta restricción implica pasar a evaluar
el escenario de una asamblea constituyente, sobre el segundo, lo considero
incompatible con el socialismo.
Usted realizó justificaciones
político-existenciales, desde bases presuntamente científicas, allí
esta el asunto. Por mi parte, una ética de motivos-intenciones o de
consecuencias, y no de virtudes como usted ha querido interpretarla,
es parte del debate entre teoría tradicional y teoría crítica. El
método científico dejo de ser ya hace mucho una técnica de comprobación
o de verificación. La visión de ciencia que usted maneja, la de la
descripción, el cálculo o la previsión controlable de un fenómeno
que se observa en la materialidad, es precisamente parte del problema
y no de la solución, porque estamos frente a procesos histórico-sociales,
y no frente al comportamiento observable de ratas de laboratorio, moléculas
o cuerpos físicos.
Las autocracias no
solo son hechos, sino que también son objeto de evaluación o adecuación
a valores y fines humanos. Dado que la elección presidencial continua,
usted la vincula al fenómeno carismático y al poder comisarial, considero
prudente cuestionar su inconveniencia, para una postura que asume como
horizonte interpretativo el socialismo. Ningún motivo de “conservación
de la vida” justifica una autocracia. Allí hay un abismo entre usted
y yo.
La valoración que
usted hizo sobre lo que supuestamente hizo el Gral. Charles De Gaulle
en Francia, motivado no por el proceso de desorganización social presente
en ese país, sino por la agudización de los conflictos sociales y
políticos de clase, sobre los cuales no existió una alternativa viable
de izquierda, si se puede considerar un acto de arbitraje autoritario-cesarista.
El filón de las comparaciones vuelve a traer el asunto del líder carismático,
que ya Weber analizó, y que usted trabaja distinguiendo autocracia
de tiranía. Por mi parte, prefiero hablar de los límites que un régimen
democrático como el de la constitución de 1999 establece para el ejercicio
del carisma.
Como no compartimos
nuestras elecciones sobre la ciencia social, usted una suerte de ingeniería
social, y por mi parte la necesidad de mantener el horizonte de la teoría
crítica en la construcción del socialismo, basada en el post-positivismo
y en la crítica a la razón instrumental, es obvio que no podemos estamos
en el desacuerdo. Una cosa es la objetividad natural y otra la intersubjetividad
social, aún la mas cosificada, mistificada o reificada. Intervenir
el campo intersubjetivo con descripciones más precisas, con cálculo
o con la previsión controlable del fenómeno es parte de la ingeniería
social. Dentro de esa concepción, ciertamente, se puede medir la efectividad
de la acción humana, que hoy es objeto de una nueva ciencia denominada
praxeología”. ¿Habla usted acaso de Oscar Lange?. Sin embargo, con
la praxeología no se pueden establecer fines que es un proceso ético-político-cultural,
solo medios. Por mi parte, una elección presidencial continua no es
solo un medio de conservación de poder, es un fin, que adquiere significado
en el cuadro de construcción del socialismo.
Sobre la entropía de los sistemas sociales, o el orden por fluctuaciones y la neguentropía es importante reflexionar su adecuación a nuestro caso. ¿Amplifica la elección presidencial continua la organización del sistema social en función de los fines socialistas, o amplifica circuitos de realimentación entropica en los procesos de construcción del socialismo y del poder popular?. Allí hay un asunto que hay que dilucidar. Saludos.
jbiardeau@gmail.com