El Comandante Chávez ha promovido el estudio de la historia, la lectura en general, como ningún otro presidente en la historia de nuestro país. Basta revisar los estantes en las librerías para notar como se ha incrementado la publicación de libros, viejos y nuevos, sobre temas históricos y políticos. Ese renacer del interés por la historia nos lleva a considerar cuál es la versión de la historia que prevalece. Lo cual no es muy difícil de adivinar si asumimos, siguiendo a Marx, que las ideas dominantes en cada época son aquellas de la clase dominante.
Los libros de historia que predominan en Venezuela, incluyendo los textos escolares, están escritos desde la perspectiva de la burguesía. En ellos se presentan como héroes, como constructores de la nacionalidad, a los blancos burgueses. Los ricos son los grandes protagonistas de nuestra historia, mientras que los indios, los negros y otros marginados sólo juegan un papel secundario. La actuación de estos últimos grupos siempre es retratada como subordinada al liderazgo de la burguesía. Se escriben cientos de biografías sobre los “personajes” burgueses que le han dado forma a la Nación, según la perspectiva burguesa. No es una casualidad que la editorial de El Nacional dedique una colección completa a ese tipo de biografías. Antes ya lo había hecho el Ministerio de Educación. Los burgueses y sus aliados reciben un trato preferencial en la historia, por ejemplo: Betancourt fue bautizado como “el padre de la democracia”. Denominación que no es casual. Desde esa perspectiva se concibe la democracia como hija de la burguesía, cuyo padre es reconocido, de esta manera se desconoce la lucha del pueblo por la democracia o pasa a un segundo plano. Desde esta perspectiva lo importante es el individuo, el hombre sólo, Betancourt, como padre de la democracia. Hasta ahora, a casi diez años de Gobierno Bolivariano, aunque no soy historiador, me atrevo afirmar que esa tendencia en el tratamiento de la historia no se detenido y mucho menos revertido. Cuidado si más bien no se ha reforzado, en especial en el culto a las individualidades como motores de la historia.
La construcción del socialismo requiere retomar el estudio de la historia desde una perspectiva que nos permita enfrentar y vencer el enfoque burgués. Autores como Moreno Fraginals han recorrido un camino en ese sentido. Escribir la historia desde la perspectiva de los marginados, de los que sobreviven, no es tarea fácil. Por un lado, hemos sido educados desde niños dentro del enfoque burgués y, por el otro, la formación académica de los historiadores también está dominada por esa influencia. Pero no es imposible como los muestran trabajos recientes como el de Múñera en Colombia, dentro de un grupo de historiadores que busca una alternativa a la historia escrita desde la perspectiva de las elites. Incluyendo el privilegio de la capital como centro espacial del acontecer histórico.
Urge formar historiadores desde la perspectiva socialista. Historiadores que escriban nuestra historia desde una nueva perspectiva, que nos permita combatir la perspectiva dominante, tanto en el ámbito académico como en el de la divulgación y de los textos escolares. Una historia que nos permita derrocar el mito de la burguesía como creadora de la nacionalidad. En la medida en que destruyamos ese mito, se recupera la noción del pueblo, de los marginados, de los explotados como creadores de la historia, como clase revolucionaria, como agente de transformaciones y como único soporte a la construcción del socialismo. De lo contrario seguiremos perdiendo batallas en esta guerra de las ideas.
Referencias
MORENO FRAGINALS, Manuel (1999). La historia como arma y otros estudios sobre esclavos, ingenios y plantaciones. Barcelona, España: Crítica.
MÚNERA, Alfonso (2005). Fronteras marginadas. La construcción de las razas y de la geografía en el siglo XIX colombiano. Bogotá: Planeta.
julio_mosquera@hotmail.com
