Uno de los temas menos debatidos en el interior del campo bolivariano es si algo estuvo mal en el diseño socialista propuesto en la reforma constitucional. Consideramos que si hay graves errores de diseño, que condicionaron los errores del mensaje. ¿Cuál socialismo se planteaba? El tema de los “modelos socialistas con futuro” es la verdadera cuestión que, al parecer, no se quiere enfrentar con sinceridad, responsabilidad política y rigor intelectual, en algunos sectores de la dirección política de la revolución. Abunda el dogmatismo, la reiteración de citas de la vieja izquierda de aparato, el sectarismo y la inercia del imaginario de un viejo socialismo realmente inexistente. Poca innovación y creatividad. Ausencia de una sincera adecuación de los planteamientos ideológico-programáticos de cara a las evidentes transformaciones de las condiciones, circunstancias y situaciones de las sociedades del siglo XXI. Se requiere un Socialismo con futuro, si no se quiere asistir a derrotas del pensamiento y de la acción. Antony Giddens, padre de la tercera vía social-liberal, ha proclamado la muerte del socialismo. Plantea no enterrar a la izquierda, pero si al Socialismo. Se vende como alternativa al neoliberalismo y al socialismo. Y tratan de hablar de democracia social sin socialismo; es decir, de azúcar sin dulce. Un verdadero simulacro político del gatopardo Se habla de una “izquierda liberal”. Así es la derecha, en parte cínica (la que se asume como derecha sin complejos), en parte hipócrita (la que quiere simular ser de centro-izquierda). Pero todas estas mascaradas son simples desilusiones de las luchas anticapitalistas. Optan por un presunto “capitalismo con rostro humano”, condenando a la tercera parte del mundo a vivir de la miseria, la contaminación y la guerra que provocan las actuales relaciones Norte/Sur. Sin embargo, el planeta sigue siendo un lugar de de desigualdades, exclusiones, negaciones, conflictos y heterogeneidades. ¿Qué significa en este contexto, modelos socialistas con futuro? Que el Socialismo sea comprendido al calor de las necesidades-aspiraciones sentidas de mayorías que claman por transformar las condiciones de existencia del planeta-tierra. En los países del Sur, las estructuras sociales no son las idílicas segmentaciones sociales donde predominan, hasta ahora, los incluidos con garantías. En el Sur, las mayorías son excluidas sin garantías, mayorías excluidas del ejercicio efectivo de la igualdad, la justicia, el poder y la libertad. La cuestión social es fundamentalmente una cuestión planetaria. Frente a la tendencia del Imperio, el Contra-Imperio. El proyecto socialista es el proyecto de mayorías transformadas en multitudes. Transformar mayorías en multitudes democráticas, que no se dejan sobornar por los “cantos de ballena” de la “centro-izquierda” imperial (No se puede descalificar la frase “cantos de ballena”: ¡Las ballenas cantan!) Sin embargo, la auténtica democracia social y el socialismo radicalmente democrático (no formalmente democrático, estimados centro-izquierdistas), no son cantos de ballena. Todo esto implica la unidad inseparable de una “revolución democrática” y una “revolución social”. Sin esta unidad, el Socialismo no tiene futuro. Aquí reside el más grave error de la dirección política que lanzó el diseño de reforma constitucional. No comprender en todas sus implicaciones lo que significa una “revolución democrática” en términos constitucionales y políticos. Una revolución democrática es una secuencia de hechos constituyentes. Esto significa que el protagonista no es el candidato este o aquel, la figura esta o aquella, el articulo tal o pascual, sino el protagonismo del poder popular en la práctica, en las instituciones y en las normas jurídicas. La lucha contra la miseria y la exclusión es un hecho constituyente y colectivo. La lucha por mayores espacios de democracia, pluralismo igualitario y libertades políticas es un hecho constituyente y colectivo. La lucha por hacer efectiva la carta de derechos humanos plasmados en una constitución nominal o real, es un hecho constituyente y colectivo. Enfrentar la cuestión social de manera radical es un objetivo fundacional del Socialismo. Luchar de manera radical significa politizar la cuestión social: solo con poder, con democracia sustantiva, absoluta, es posible superar la miseria y la exclusión. Esa es la absoluta prioridad del gobierno socialista desde 1999. Las mayorías populares no son simples muchedumbres alienadas que no comprenden ni el mensaje del líder infalible ni de la esclarecida dirección de los aparatos políticos. A las mayorías las han pretendido alienar si, pero en un mito reaccionario: el mito cesarista. Luego del referendo, una consecuencia positiva del revés electoral, es que el pueblo bolivariano caído en cuenta que había perdido el protagonismo de los cambios reales. Todo dependía de Chávez, y peor aún de la burocracia. Las cosas cambiaron radicalmente. La tarea del liderazgo revolucionario (incluido al Líder) es hacer todo lo posible para contribuir a la transformación de mayorías en multitudes. Que el poder de las multitudes democráticas asuma las tareas de construcción del socialismo, sin mediaciones despóticas ni aparatos burocráticos. El tema del partido-movimiento-multitud es el tema de la revolución democrática en el seno de la revolución. El tema del gobierno socialista es el tema de la cuestión social, derrotar la miseria y la exclusión con empoderamiento popular. Con las políticas capitalistas neoliberales quedó demostrado que no hay ninguna posibilidad de mejorar las condiciones de vida, de lograr empleos estables, ingresos justos, acceso a viviendas y servicios de salud, educación y seguridad social. La gestión tecnocrática de las “clases peligrosas” es tema de la derecha, no del socialismo. Para el Socialismo, la resolución de la cuestión social parte de una transformación radical de poder social. Cuando los neoliberales vociferan el discurso de la “democracia social”, confiesan su propia derrota ideológica en la batalla de las apariencias discusivas. Reconocen que tiene que hacer reformas sociales para conjurar la revolución. El despliegue de retóricas cazabobos, de publicidades falsas sobre la democracia social tiene una contra-cara. Provocar el abandono de las banderas de la “revolución democrática” en los socialistas. Llevar a los incautos a desempolvar los estúpidos lexemas de la “democracia popular”, y los “cantos de sirena” del socialismo burocrático. ¿Por qué creen ustedes que los capitalistas crearon el mito de la insuperable democracia representativa? Porque es su forma republicana de administrar la gobernabilidad, con la barra insuperable entre gobernantes y gobernados. Para que el socialismo tenga futuro, hay que tirar la barra y crear las condiciones del autogobierno. Eso significa democracia: autogobierno del pueblo. Por esto, el Socialismo no cae del cielo, no se hace en laboratorios de mercadeo político, en pequeños centros de decisión, ni desde teorías manejadas con criterio de dogma. No hay cursos a distancia de socialismo. Sin balance de inventario de las fracasadas fórmulas de socialismo burocrático-despótico, no hay futuro para el socialismo. Queda por ensayar los modelos democráticos de socialismo, pero democráticos de verdad. Desechar los viejos mapas de estatismo autoritario y de las economías que generan un peor-vivir. Nada de copias ni calcos de modelos. El futuro está en la marcha simultánea de la revolución democrática y de la revolución social. Allí esta la originalidad de las revoluciones del siglo XXI. Allí caben infinitos modelos.
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