¿Ganará la abstención en las elecciones regionales 2008?

Luego de la implosión del voto bolivariano, y con relativo tiempo para que las políticas de auténtica rectificación permitan superar, en alguna medida, las situaciones electorales graves y críticas que caracterizaron al campo bolivariano en ocho estados (Anzoátegui, Carabobo, Distrito Capital, Lara, Mérida, Miranda, Táchira y Zulia), es conveniente preguntarnos sobre si las “profecías” mediáticas de victoria segura de los candidatos opositores tendrán una evidencia real que las apoye. Hasta ahora, lo que tenemos es la matriz de opinión mediática favorable a las candidaturas de oposición (cualquiera que ellas sean) y los resultados de diciembre de 2007. Partir de allí para lanzar pronósticos es sencillamente un burdo juego de aprendices de brujos. Sin embargo, hay elementos y tendencias que permiten clarificar ciertos aspectos del panorama electoral. En primer lugar, la implosión del voto bolivariano fue determinante. En segundo lugar, la abstención en elecciones regionales y referendos es históricamente alta. En tercer lugar, no es idéntica una votación por contenidos constitucionales que por perfiles de candidatos (reciclar viejos candidatos será el grave error de la oposición). En cuarto lugar, una situación estratégica depende de aciertos y errores en un juego de actores (regionales, nacionales e internacionales), que modifica las correlaciones de fuerzas en el mapa territorial electoral. En quinto lugar, la situación económico-social, el manejo de esta agenda (sobre todo las expectativas de que se está atacando efectivamente la seguridad ciudadana, el abastecimiento y precios de productos básicos, el ingreso real y el empleo), el tema del avance del poder popular y el reimpulso de la calidad y cobertura de las misiones sociales, serán variables fundamentales. En sexto lugar, que cuando se abandona el método de escenarios, y se cae en el pronostico simple, los presuntos “análisis” participan en campañas electorales encubiertas.

¿Podemos predecir un amplio triunfo de oposición en los ocho estados mencionados? Consideramos que No. Nuestra hipótesis es que la probabilidad apunta a que sea la abstención la ganadora y no la oposición. Y abstención ganadora significa que supera el voto de las candidaturas victoriosas, y que su porcentaje sea superior a 40 % del padrón electoral. Ciertamente hay estados con una posibilidad cierta de que se desplace el signo político de los gobiernos. Estos son: Táchira, Mérida, Anzoátegui. Hay estados críticos: Miranda y Carabobo. En Zulia, sería una gran sorpresa una victoria de la candidatura bolivariana. En Distrito Capital y Lara, el tema de las candidaturas será en extremo vital para profundizar la revolución, o abrir verdaderos reflujos electorales del mensaje bolivariano y socialista. Las fuerzas revolucionarias presentan estos desafíos estratégicos, sin obviar por los menos otros estados fundamentales: Bolívar, Guárico, Falcón, Monagas, Aragua y Sucre. Si el gobierno no corrige y avanza desde un bloque unitario revolucionario eficaz, su retroceso en el mapa electoral territorial podría ser en cuatro estados, más Zulia. Pero estas regiones electorales abrirán una disputa electoral nunca vista. Las expectativas electorales apuntan a una valoración de las candidaturas, y en menor medida de la oferta programática de contenido ideológico abstracto o incomprensible, que presenten tanto los factores revolucionarios como las plataformas opositoras. El contenido ideológico debe aterrizar a la resolución de problemas concretos, lograr sus articulaciones, sin ofrecer propuestas demagógico-pragmáticas. A esto se agrega el manejo de las situaciones internacionales, así como las expectativas sobre una “crisis final” de la revolución, que es el tema-obsesión en una oposición, que sigue subestimando las fuerzas electorales profundas de la revolución, confundiendo realidades con fantasías diurnas.

Es poco probable un voto masivo por la restauración, por regresar a las prácticas del pasado, a los “gloriosos días de la IV República”, como he escuchado en ciertos medios. Aunque la derecha se concentre de nuevo en las universidades, la jerarquía católica, los medios y el sabotaje económico, esto funciona para socavar en ausencia de contra-tácticas adecuadas. El cuadro de tácticas opositoras ya ha sido procesado por el alto gobierno. El retorno de la democracia representativa y al predominio de la dominación de las elites económicas es el camino seguro a la derrota de la oposición. Si la oposición manejase una inadecuada agenda electoral, sería una derrota mortal a sus sueños de corto plazo. En estos momentos, el gobierno tiene una relativa ventaja sobre la oposición, que luce paralizada en términos de gran política, bajo la premisa de que solo basta esperar que Chávez caiga. Falso. Chávez comienza a retomar la iniciativa, y en política la iniciativa, la sorpresa y la flexibilidad son claves. Chávez no caerá, sino que maniobrará para recuperar el capital electoral despilfarrado en el año 2007. Lo cierto es que no hubo una masa apreciable de capital electoral conquistado por la oposición. Las fuerzas revolucionarias tienen con que recuperarse, porque el valor del “cambio social profundo” ha sido sembrado en la sociedad venezolana. Quien confunda desgaste coyuntural con crisis final, no logra discriminar una crisis política de crecimiento, de una crisis política final. En realidad, la presunta caída segura de los Gobiernos regionales aliados a Chávez depende tanto de factores situacionales que ocurrirán a lo largo del año 2008, como al perfil de las candidaturas del proceso revolucionario y de la oposición, que escapan a pronósticos lineales y simples. El descalabro electoral sufrido en el evento “propuesta de reforma constitucional”, no se replicará automáticamente en las elecciones regionales. Hay conciencia política de que hay cinco bandas electorales, y no dos polos. Hay un nuevo cuadro electoral. Los moderados cuentan y los independientes también. Existe un empate catastrófico con alta abstención en los estados con mayor población electoral. La ventaja no está en los extremos, tampoco en un mercadeo del centro ideológico. Está fundamentalmente en el perfil de los candidatos y en reencuadre de las “propuestas de gobernabilidad” para enfrentar con eficacia la agenda de problemas urgentes. Si las candidaturas no ofrecen cambios y los estilos de gobierno que se lanzan a la calle no reconocen las demandas conjuntas de: a) protagonismo popular, b) más democracia, c) calidad transformadora del gobierno, y d) políticas públicas eficaces, entonces ganará con seguridad la abstención.

jbiardeau@yahoo.com.mx


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Javier Biardeau R.

Articulista de opinión. Sociología Política. Planificación del Desarrollo. Estudios Latinoamericanos. Desde la izquierda en favor del Poder constituyente y del Pensamiento Crítico

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