Escribo estas palabras para todo el que se sienta comprometido con el proceso de cambio que estamos impulsando en nuestra patria; pero muy especialmente para ustedes camaradas, que han sido electos a la Dirección Nacional del PSUV y además en sus espacios televisivos han mantenido una postura coherente, con los principios de una moral revolucionaria. Con esto no deseo lanzarles lisonjas, porque ni soy amigo de loa halagos ni tampoco de las descalificaciones, además porque como lo he dicho en otros artículos no hay tiempo sino para el aporte, para el hacer. Y es precisamente por eso que me permito hacerles algunas sugerencias que puedan ser llevadas por el partido a nivel nacional.
Primero: Fortalecer la unidad del partido, para esto no es suficiente conocer la estrategia y tener coincidencias en las tácticas. Hay algo mas subjetivo, más intangible que une profundamente a los seres humanos, es la ética. Algunas veces el triunfo de cualquier objetivo político se ha definido más por la confianza en los integrantes del equipo que por las coincidencias ideológicas.
Para tal dignificador propósito, desde cualquier posición de liderazgo debemos modelar conductas de modestia, austeridad, humildad, compromiso y entrega. Tenemos que multiplicar en cada dirigente y militantes la imagen de nuestro presidente. Eso obliga a poner en práctica campañas moralizadoras (Moral y Luces) y erradicar por vía de la convicción ciertas expresiones que aunque parezcan inocuas son reproducciones de la cultura burguesa. Por ejemplo se ve como algo normal el que cualquiera diga que tiene aspiración a tal o cual cargo; y no me venga nadie con el “bendito justificativo” que el ego es natural; no camaradas, natural es también que por cuestión hereditaria cualquiera tenga la propensión a ser diabético, pero si no se cuida y se le alteran los valores de colesterol, triglicéridos y glicemia por su culpa llega ser diabético.
Para que no halla confusión vuelvo a repetir; erradicar por vía de la convicción, o estamos para hacer revolución o estamos para buscar posición, que las responsabilidades sean producto del desarrollo del proceso, como bien lo señala Fidel: “Luchaba por una Revolución, y los cargos no me importaban. La satisfacción de la lucha, del éxito, de la victoria, es un premio mucho mas grande que cualquier cargo…”
En se mismo propósito debemos ir tras la búsqueda de un patrimonio de cultura revolucionaria que tenemos olvidada. Me refiero a la reserva moral que a través de lo largo y ancho del país se encuentra, hombres y mujeres que gran parte de su vida o casi toda la entregaron por una utopía, por el sueño de redención y hoy ya sea por edad o mas bien porque tienen mucha nobleza para estar expuestos al maremágnum de ambiciones y descalificaciones, se encuentran al margen. Sus historias y las de otros y otras que no están físicamente presente, cubre de ética el camino que tenemos que recorrer. Ellos también lucharon por la patria.
Segundo: El tipo de militante y dirigente político; se tiene que superar el tipo de militante de la vieja izquierda. Había mística revolucionaria, formación política e ideológica pero poca inserción social, no se tenia capacidad ni para dirigir la junta de carnaval del barrio. No camaradas, sumado a la ética, la formación política e ideológica tenemos que hacer del militante un dirigente social. Hay que lograr la simbiosis de dirigente político y social. Sin esto se rompe la unidad partido pueblo. La organización política se convierte en gueto. Se comienza a ver al partido como instrumento para ascender a privilegios. El militante se convierte en burócrata fanfarrón. En otras palabras se sovietiza la vanguardia.
Por ahora les dejos estas modestas consideraciones.
Saludos revolucionarios