Resulta contradictorio ver cómo un número importante de diputados y diputadas, luego de haber pedido nuestro voto para representarnos en la Asamblea Nacional, ahora pretenden ser ungidos con los votos de las bases del PSUV, para seguir en sus “abnegada” tarea revolucionaria por el bienestar el país (aquí tampoco se salvan los desertores del chavismo: Ismael García, Wilmer Azuaje y Luis Tascón), sin que por supuesto le pregunten a alguien de ese “pueblo”, si el suplente o la suplente que quedaría por ellos, una vez obtenida la elección correspondiente, es de nuestro agrado o cumple con la doctrina de “sacrificio” por el país que tanto exteriorizan los parlamentarios que hoy aspiran nuevos cargos de elección popular.
Semejante actitud, desde mi perspectiva lo que revela realmente, es que no existe una ideología fundamentada en intereses colectivos, sino individuales, propio de lo que ocurría en la cuarta república, y que hoy se repite bajo la excusa que si el “pueblo me lo pide”, pues entonces “allá iré”. Cómo soy un ignorante en materia electoral, supongo que estos “representantes del pueblo”, deberían renunciar de manera absoluta a sus cargos, salvo, que la propia Asamblea Nacional, tenga ya preparado el vericueto jurídico para que dichas renuncias sean sólo “temporales”, y en caso que este abnegado “servidor público” no sea electo por ese mismo pueblo que le pidió “lanzarse” al cargo en cuestión, pueda retornar a sus abnegadas “funciones parlamentarias”.
Lo descrito, se parece mucho a la acción que hizo una flamante diputada, quien sin consultarle a ese “pueblo”, decidió que la propia Asamblea la eligiera como defensora nuestra en otros ámbitos. Eso sin duda, si es abnegación revolucionaria; rotarse en los puestos claves de elección popular porque en definitiva ellos son los únicos capaces.
No obstante, el hecho de que el PSUV intente abrir espacios de elecciones primarias para elegir a nuevos representantes, ilumina el camino político a las generaciones de relevo, aunque debe ser revisado el hecho de sempiternos candidatos quienes al no obtener su fin absoluto en términos de ubicación burocrática (perdón, el cargo que el pueblo decida), buscarán por todos los medios, una y otra vez ser electos en cualquier espacio que les permita su proyección política, y quienes en mi modesto parecer, promueven el “Chavismo sin Chávez”.
Por su parte, los alcaldes y gobernadores que no pueden ser reelectos no se quedan atrás (en eso parece que coinciden gobierno y oposición), ya que algunos saltan de alcaldías más pequeñas a otras más grandes, o en su defecto, les aseguro que preparan sus maletas para buscar una curul en las mal llamados “Consejos Legislativos”, o llegado el momento de elegir una nueva Asamblea Nacional, presentaran sus nombres para ser parlamentarios y parlamentarias, porque en definitiva, según ellos: “eso lo quiere el pueblo”; esto sin tomar en cuenta, los títulos nobiliarios democráticos de endosarle los cargos que aún ostentan: a sus hermanos, hermanas, esposas y hasta esposos. Parece que si de algo carecen estos “revolucionarios” es de equilibrio político en la toma de sus decisiones en relación con lo que quieren hacer. Y en caso de llegar a ser gobernadores y alcaldes, ¿también estarán pensando en llegar a la Presidencia de la República? Quien tenga ojos que vea.
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