En el Manifiesto del Partido Comunista, Marx describe la existencia, ya en esa época, de diversas tipos de socialismo. Entre otros, el socialismo feudal (“mezcla de jeremiadas y pasquines”), el socialismo pequeñoburgués (que defiende “la causa obrera desde el punto de vista de la pequeña burguesía”), el socialismo conservador o burgués (“los economistas, los filántropos, los humanitarios, los que pretenden mejorar la suerte de las clases trabajadoras, los organizadores de la beneficencia, los protectores de animales, los fundadores de las sociedades de templanza, los reformadores domésticos de toda laya”), o el socialismo y el comunismo crítico-utópicos (que repudian “toda acción política, y en particular, toda acción revolucionaria; se proponen alcanzar su objetivo por medios pacíficos, intentando abrir camino al nuevo evangelio social”).
A esto habría que añadir toda la experiencia reciente con posteriores
“socialismos”. O las nuevas formulaciones de esos viejos “socialismos”,
que reaparecen constantemente al amparo de la poca memoria –y de la
poca lectura– del movimiento. La prostitución de la palabra ha
llegado al extremo de que hay quien se llama "socialista"
y "obrero" y es partidario del capitalismo a machamartillo.
En eso consiste la izquierda moderada: ¡en nombre del socialismo,
defendamos al capitalismo, a los bancos, a las multinacionales!
Frente a todas ellos, Marx y Engels
abrieron el camino para el socialismo científico. Pero
claro, para hacer avanzar ese socialismo, fundamentado en la realidad
y en la ciencia, hay que estudiar. Esfuerzo que en la inmensa mayoría
de eso que se conoce como “izquierda” no se está dispuesta a hacer.
Imagínense que se pone usted enferm@. Y que en el hospital le atiende
una persona que se presenta como “médico”, pero que nunca ha estudiado
medicina. Por mucho que alegue su “intuición de médico” o su compromiso
y su entrega a la “causa de la medicina”, usted no le dejaría que
ni le tocase. Pues si en vez de la vida de una sola persona, se trata
de la vida y el futuro de millones, mal haríamos en ponerlos en manos
de gentes que no han estudiado la ciencia del socialismo, por mucho
que se nos presenten como “marxistas” y entregados a la “causa”.
Como en todas las cosas, y en esta con más razón, no basta con ser
chapucero.
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