“En el proceso de una revolución, el talento sin resolución pronto sucumbe ante el cinismo de los audaces. Las revoluciones requieren, al lado de mentes sagaces, actitudes rápidas y arriesgadas. Con una voluntad vacilante no se llega a ninguna parte, Sin un poco de locura, cualquier empresa se torna imposible, porque las revoluciones implican riesgos suicidas”
José Sant Roz
(Bolívar y Santander, Dos posiciones contrapuestas.)
De repente es este un esfuerzo más inútil que cenicero en moto, ¡quién sabe!, lo cierto es que mi conciencia y disciplina revolucionaria me obliga a no cejar en el empeño. Tengo meses invocando a la conciencia y el talento estratégico de todos aquellos que han luchado y luchan por una Venezuela socialista y lo he hecho por activa y por pasiva, usando los medios de difusión masiva a mi alcance o cara a cara. Chávez es socialismo, Chávez es Revolución, un Chávez fortalecido con un mapa nacional a ser posible totalmente rojo-rojito es la mejor garantía de que se podrá profundizar el proceso revolucionario. Un Chávez debilitado en cualquier espacio es un Chávez que deberá dedicar lo mejor de su esfuerzo a defenderse de los embates de la oligarquía y el imperialismo.
La historia es un profeta que mira hacia atrás y nadie con conciencia debería tener la menor duda. Indiferentemente de la calidad revolucionaria que posean o no cada uno de los candidatos de Chávez, lo cierto es que los espacios que pudieran perderse así sea por un solo voto –el mío o el tuyo- serán espacios para la derecha, flancos debilitados para la Revolución y punto. Un proceso revolucionario lleva en sus entrañas una fundición y un trapiche. Una fundición que forja el acero del revolucionario verdadero y un trapiche para convertir en bagazo lo falso, la impostura o el oportunismo. Toda Revolución lleva entre sus seguidores una cuota de ambos. Una cuota de verdad y una dosis de mentira. Las contradicciones que van extremando los procesos de profundización se encargan por sí mismas de robustecer lo verdadero y desgajar lo falso. Todo tiene su hora bajo el sol. No habría habido Ayacucho sin Carabobo, y no habría habido Carabobo sin la carga de caballería de Páez. Todo a su tiempo. Lo falso entre los candidatos de Chávez se caerá a su tiempo. Lo que no se puede es entorpecer el camino de la Revolución por santos escrúpulos o egoísmos.
Tengo un respeto reverencial por las siglas del PCV. El PCV aviva tantos recuerdos y trae a la memoria tantos momentos y personas que me resulta imposible imaginar a un comunista sin disciplina revolucionaria hasta la negación de sí mismo. Allí están los rostros, las palabras y la conducta de los Salvador de la Plaza, Gustavo y Eduardo Machado, Jesús Farias, Alberto Lovera… y tantos, ¡tantos!, ¡cómo no guardar amor infinito por el Gallito Rojo! Este amor y respeto por el PCV lo he puesto en evidencia cada vez que he sentido que se le ha atacado desde la contingencia o el oportunismo. Véase cuántos escritos y en cuantas oportunidades he salido en defensa de los camaradas. Ahí está la historia, en este caso como memoria.
Hoy yo llamo a Jerónimo Carreras, a Oscar Figueras, a cada uno de los miembros del Comité Central del Partido. Tengan un gesto grande, pidan a los camaradas de todas partes de esta patria que sumen cada uno de sus votos a los candidatos de Chávez. Por encima de escrúpulos que comprendo y en muchos casos comparto. Por encima de razones valederas en cuanto a los méritos revolucionarios de algunos de los candidatos del PSUV. Por encima de todo que no se pierda un solo voto comunista y patriota. La fidelidad al objetivo grande lo demanda, que ningún espacio quede en manos de la oligarquía apátrida y pro-imperialista porque un voto comunista faltó en la cuenta.
El llamado es igual para cada una de las fuerzas políticas, sociales, los colectivos y las organizaciones que respaldan la revolución. Es la hora de los hornos, la hora de la verdad, el enemigo es poderoso, inmoral y sabe mucho. Vamos a darle una pela que lo debilite, que lo confunda, que lo obligue a retroceder. Lo ocurrido el pasado 2 de diciembre es una muestra de lo que para la contrarrevolución significa la más mínima victoria por más pírrica que esta sea. ¡Cuántos logros se perdieron debido a esa “pírrica” derrota!, ¡llegó la hora de la victoria y que cada compatriota contribuya con ella!
¡Patria y Socialismo…o muerte!
¡VENCEREMOS!
¡CONCIENCIA Y COHERENCIA RADICAL!
Nuestras primeras necesidades.
¡VENCEREMOS!