Si las revoluciones democráticas y socialistas descolonizadoras tienen relevancia para los movimientos y fuerzas nacional-populares emergentes en América Latina, es preciso derrumbar los mitos de las internacionales euro-céntricas, sin recaer en los mitos del populismo nacional. Durante los años 20, el peruano José Carlos Mariátegui se atrevió a recuperar el "comunismo incaico" como premisa histórico-cultural de las luchas socialistas. El Historiador Peruano, Alberto Flores Galindo en el Epilogo a su libro de ensayos "Buscando un Inca. Sueños y Pesadillas”, sigue a Mariátegui, analizando como al imaginario emancipador de las comunidades andinas podía ser articulado al socialismo moderno. Sin embargo, la dirección era realmente inversa, cómo el socialismo euro-céntrico se transmutaba a medida que era re-significado por los movimientos nacional-populares contra-hegemónicos La conjunción entre el imaginario popular de emancipación y un programa de renovación intelectual y moral, se realiza en doble sentido, como parte de la unidad entre teoría y práctica en la “filosofía de la praxis”, en una teoría crítica con eficacia histórica. Sin embargo, hoy nos encontramos en pleno ocaso del socialismo burocrático configurado desde la Modernidad occidental. ¿Significa acaso el derrumbe definitivo de la idea socialista junto a la crisis de la Modernidad euro-céntrica? Fue la propia fundamentación euro-céntrica de la Modernidad, la que justificó la distinción entre “Socialismo Utópico” y “Socialismo Científico” de Federico Engels. En tiempos de superación ya definitiva del positivismo, del mecanicismo, del determinismo: ¿Qué queda del llamado “socialismo científico? De la misma manera, fue esta misma fundamentación la que justificó el mito de la neutralidad ideológico-cultural del “desarrollo de las fuerzas productivas” (Stalin), con las devastadoras consecuencias para la izquierda marxista, quién asumió la “falacia desarrollista” como eje natural del discurso emancipador. El poder de la tecnocracia en conjunción con el dominio de la economía capitalista, definen el horizonte del desarrollo para los pueblos. Sobre estas bases, se organiza el predominio de las corporaciones transnacionales en el sistema-mundo, en su estrecha alianza con los Estados capitalistas del planeta. Llámese imperio o neo-imperialismo la actual situación mundial, lo cierto es que el capitalismo global demuestra la profundización de las polarizaciones, desigualdades y fracturas entre el Norte y el Sur, así como al interior de ambos campos históricos. Por esta vía, las opciones de desarrollo humano socialistas están canceladas. La agenda descolonizadora surge no solo en función de construir alternativas desde el Sur, sino en función de re-articular las luchas de los bloques contra-hegemónicos en el Norte. Se requiere configurar los nodos de una amplia red que conforme el espacio del intelectual colectivo socialista, deslastrados de la tesis de la escuela de cuadros-formación política (subordinada al aparato político), como la transferencia del conocimiento generado desde los aparatos hegemónicos disciplinarios de las estructuras universitarias existentes. Ambos campos de producción de conocimientos están fuertemente arraigados en el decir/hacer de la modernidad occidental. Por tanto, hay que liberar el pensamiento crítico socialista del marxismo burocrático-despótico, y al mismo tiempo, hay que descolonizarlo de la modernidad euro-céntrica y sus ideas de progreso, desarrollo, historia, ciencia, tecnología y conocimiento; entre otras. Si de verdad se quiere emprender la fecundación intercultural donde el judío alemán Karl Marx se abraza a la causa indígena, negra, mulata, al cristianismo revolucionario, al campesino sin tierra o al piquetero, hay que asumir la riqueza, complejidad y multiplicidad del campo nacional-popular latinoamericano. ¿Es el marxismo componente central de la cultura de la rebelión latinoamericana o es una simple "ideología foránea", como vociferaron los populismos nacionales o los regímenes autoritarios? Mariategui fue contundente al asumir el uso creativo de las categorías de la tradición crítica marxista. Mariategui desarrolló suficiente autonomía ético-cultural para rechazar la asunción pasiva de un dogma cerrado y acabado, elaborado en otras latitudes, condiciones y geografías de experiencia. No sólo citó a Marx, sino que asumió el esfuerzo intelectual y moral de configurar su propio pensamiento, dilucidando aspectos centrales del problema indígena, articulando la lucha anticapitalista, el antiimperialismo y el socialismo. Enfrentando tanto el populismo nacionalista de Víctor Raúl Haya de la Torre como el stalinismo de Victorio Codovilla, Mariátegui inauguró la indo-americanización del marxismo. Configuración que hasta hoy, se opone a los esquemas euro-céntricos y a los simulacros populistas. Mariategui cayó en cuenta del riesgo del populismo nacional, quién sacrificaba en sus programas políticos las demandas del bloque popular subalterno, ante los objetivos de la pequeña burguesía y las nuevas fracciones capitalistas emergentes. No hay que olvidar la polémica contra Haya de la Torre, emprendida además por el joven marxista cubano Julio Antonio Mella. En Venezuela, fue inexistente un debate no mediatizado por los partidos comunistas stalinistas ante el populismo nacional. En Venezuela, decir marxismo era decir marxismo-leninismo. Betancourt maniobro intelectualmente a sus anchas. El imaginario socialista puede paralizarse por la imitación acrítica de los modelos del socialismo burocrático, o por su cooptación por las fuerzas que promueven una orientación populista nacional, con un proyecto de capitalismo de Estado, como horizonte del simulacro revolucionario. En ambos casos, es la inexistencia del intelectual colectivo socialista, la condición del bloqueo histórico, de lentitud del ritmo de los cambios, y de su desorientación generalizada. Por tanto, hay que apostar por la descolonización intelectual y moral, para construir una unidad popular-nacional revolucionaria, no una unidad atada al “cesarismo progresivo” y a una liberación nacional, sin asumir las tareas de construcción del nuevo socialismo.