Terminado el proceso referendario aprobatorio de la Enmienda Constitucional, ya la oposición se enrumbaba a convertir su derrota, en una victoria mediática cuando, de repente, insurgió el secretario general de AD, Henry Ramos “espoleta” Allup a aguarle el guarapo a Federico Ravell y su Globovisión quien, en esta campaña electoral, fue el adalid de lo que se denominaría como el “Pacto de Puerto Rico”, o acuerdo entre la oposición apátrida y los organismos de inteligencia norteamericanos para desestabilizar el país con motivo del proceso refrendario, señalándoles “…que al comparar los incrementos que tuvo el Sí y el No desde el referendo de la reforma 2007, al referendo de la enmienda 2009, los resultados del Sí de 49,29 por ciento pasó al 54,85 por ciento. Un incremento de 44,09 por ciento en su propio porcentaje. En contraste el No, que había obtenido en el 2007, el 50,70 por ciento pasa en el 2009 a 45,5 por ciento, aunque incrementó su propia votación en un 15.31% (…) Explicando que ese incremento en cuanto al número de votos, porque en cuanto a porcentaje el gobierno pasó de 49,29 a 54,85, que es un crecimiento de 5,56% y la posición pasa de 50,70% a 45,15% que es menos de 5,55%. Por el número de votos del 2007 el gobierno incrementó 1.931.000 votos y la oposición 689.485 votos…”, según reseña el diario La Voz del 20/02/2009. Para alertarles, más adelante, a los opositores que: “…si la oposición no termina por reconocer estos resultados, no van a lograr una composición para elaborar una estrategia que le permitan ganar en el 2012", con esta declaración “espoleta” Ramos Allup, desmonta las mentiras de Ravell, Otero y Granier, que perseguían ocultar la verdad verdadera del Referendo Aprobatorio de la Enmienda Constitucional, que no es otro que la de una severenda derrota otorgada por las fuerzas revolucionarias.
Y, mientras la oposición apátrida se desbarrancaba en su discusión, dentro de las filas de las fuerzas revolucionarias el debate se planteaba en otros términos, de su seno la discusión se retrotraía a tiempos atrás, menchevismo o bolchevismo?, revolución por etapas o revolución permanente y socialista?, revolución o reforma?, diálogo o aceleración revolucionaria por los cambios?...Como siempre ha sido, en estos diez años de proceso revolucionario, el camarada José Vicente Rangel, consecuente con su visión reformista de la transición socialista y con su idea de que: “En Venezuela –es mi punto de vista- vivimos cambios intensos, más no una revolución…”, (Últimas Noticias,11/08/2008), fue el primero en sugerir un diálogo nacional, entre opositores y Gobierno Revolucionario; lo que en seguida fue tomado como bandera por la oposición apátrida que, de inmediato, vio en esta propuesta una muy buena bandera para sustraer a sus acólitos del debate central que no era otro, que analizar las causas de la derrota que le habían infringido las fuerzas revolucionarias, a fin de identificar a los responsables de la misma. Pues bien, esta propuesta de José Vicente fue utilizada por la oposición apátrida como salvavidas, ante el alud de críticas que se veían venir sobre la dirigencia opositora y, fundamentalmente, sobre la dirigencia mediática que tomó para sí, la dirección de esta campaña electoral.
No faltaron los oportunistas de siempre, como el caso del PPT que, inmediatamente, planteó la necesidad de que el Gobierno Revolucionario ampliara la cuota de ministros, cediendo un puesto a uno “independiente”, según los pepetistas esta señal daría muestras de mayor amplitud; por supuesto, ya el gobierno no sería rojo rojito, sino se teñiría de rosadito; recuerdan a bandera roja, hoy bandera rosa, algo como eso. En el lado opositor, las cosas no serían diferentes, acusando recibo, la patronal Fedecámaras más osada que el PPT, condicionaba el diálogo a que el Gobierno Revolucionario desistiera de su idea loca de consolidar una Economía Socialista, o dicho en otras palabras, se olvidara de esa idea del Socialismo; mientras por otro lado, Capriles Raronsky aprovechaba la oportunidad para continuar con su política de agresión permanente contra los médicos cubanos que prestan sus servicios al pueblo mirandino, y borrando todo vestigio que reivindique la memoria de nuestros próceres y, en especial, Bolívar y Miranda; mientras, en los medios de comunicación, se presentaba como un adalid del diálogo, dispuesto a sentarse a conversar con el Presidente Chávez. Y esta actitud, era seguida por sus pares de Carabobo, Táchira y Zulia, quienes aceleraban sus agresiones contra el pueblo revolucionario y sus conquistas sociales y políticas.
La historia moderna de la sociedad burguesa está llena de historias en la que un primer paso para la traición al pueblo, pasó por una etapa de diálogo y conciliación, más aún, cuando este proceso refrendario significó una batalla en que las fuerzas contendientes se batieron al máximo, logrando las fuerzas revolucionarias una victoria histórica cuyos resultados sobre las fuerzas opositoras tendrán consecuencias de largo aliento y, si nos distraemos en el diálogo, lo que permitirá es que el derrotado recomponga sus fuerzas, bastantes disminuidas y desalentadas, cuando en el fondo, esos 6 millones y pico de revolucionarios que votamos por el Sí, lo hicimos, esperando una pisada del acelerador, a fondo, hacia la construcción de la patria Socialista. No para conciliar con los enemigos de la Patria.
El miedo de “aislarse” de la burguesía, conducirá a aislarse del pueblo. Traer esa vieja tesis, como hace el camarada José Vicente Rangel, de la revolución por etapas, ya hace tiempo que fue descartada por la realidad política venezolana, ya en los años 70, el camarada J. R. Núñez Tenorio, qepd, lo vislumbraba en los siguientes términos, de mucha vigencia actualmente: “…la democracia reformista no es capaz en las condiciones venezolanas presentes, de resolver, ni a corto ni a largo plazo, los grandes problemas acumulados por nuestra patria: vasallaje extranjero, despotismo terrorista, explotación de los humildes, barbarie incivilizada y humillante, atraso económico deformado…” (En Defensa de la Rebelión).
Lejos de un diálogo, lo que el pueblo revolucionario ansía con mucha vehemencia es más socialismo, profundizar el cambio de las estructuras económicas, culturales, políticas y judiciales; relanzar las misiones sociales, que se han como estancado y burocratizado; convertir los Ministerio en verdaderos Ministerios del Poder Popular, que se conviertan estas estructuras de poder constituido, en verdaderos órganos del Poder Popular, acercar los ministerios al pueblo, por mecanismos mediante los cuales, en estos organismos se haga presente un Viceministerio del Poder Popular adscrito a cada Ministerio, por ejemplo, en Educación Superior, esta estructura enlazaría a estudiantes y trabajadores a la estructura del Estado, designándose ya sea un estudiante o trabajador, o ambos en dirección colegiada, interactuando directamente con el ciudadano Ministro. El pueblo aspira ver hecho realidad la Contraloría Social, que está prevista en la Ley Orgánica de la Contraloría General de la República y la Constitución, pero se ha quedado en letra muerta. En materia de inseguridad pública, acelerar la creación de la Policía Nacional y las Policías Comunitarias, y la incorporación de las comunidades en la lucha contra la delincuencia organizada, digámoslo sin penas, como se da en la República hermana de Cuba, cuyos índices de criminalidad están, entre los más bajos del mundo, entonces por qué no aprender de nuestros hermanos cubanos. Darle un parao a la oposición apátrida y su importación de paramilitares desmovilizados en Colombia, trayéndonos toda la carga de violencia e inseguridad que traen consigo estos enemigos de la paz de nuestra patria. En fin, Revolución y más Revolución.
Lo que es hoy el único factor progresivo de la historia, no es el espíritu de arreglos entre parlamentarios, periodistas y oposición-gobierno, sino el odio legítimo y creador de los oprimidos contra los opresores. Hay que volverse hacia el pueblo, hacia sus capas más profundas. Encender su pasión patria y su corazón. Rechazar la falsa “prudencia”, que en una revolución, es seudónimo de cobardía, y que en las grandes coyunturas históricas, como la presente, equivale a una traición…!
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