En las tinieblas viven felices los traidores

En la revolución bolivariana, como en la Viña del Señor, hay de todo. Muchos camaradas revolucionarios actúan de acuerdo a sus intereses y según la ocasión. Hay personajes sórdidos que agazapados en la oscuridad, esperan el momento propicio para lanzarse sobre su presa: una prebenda, un cargo oficial, un ascenso, un puesto directivo o cualquier otro premio que satisfaga su egolatría y su sed de poder.

Estos personajes confabuladores y conspiradores, cual si fueran un José Antonio Páez, un Francisco de Paula Santander o uno de los más conocidos y famosos de la historia: un Judas; descalifican, levantan falsos testimonios, murmuran en contra de otras personas, por el sólo hecho de apartarlos de su camino, sus fines son inconfesables y sus ansias de poder insaciables. Así los vemos susurrarles al oído de los que suponen ellos tienen el poder cualquier cosa contra su compañero de trabajo, contra su camarada y amigo. Para ellos el fin justifica los medios y no les importa mentir para ganar puntos a favor de su causa.

Entre los sentimientos más profundos del ser humano, la traición es el más socarrón, pues se burla de sus congéneres a sus espaldas. Quien obra de esta manera se olvida de que la verdadera traición se paga con el ayuno eterno de la soledad y el desprecio. Y así andan por allí, solos, rumiando sus dolores y sus frustraciones, con sus intentos fútiles de lograr sus objetivos a expensas de perjudicar a sus compañeros de trabajo y de ideología política. Nadie desea tenerlos a su lado, sus máscaras caen por el peso de la verdad, que siempre se impone a la mentira. Sus rostros todos los reconocemos, pues siempre reflejan miradas maliciosas provenientes de sus almas putrefactas.

Estos especimenes abundan en la revolución bolivariana. Utilizan la zancadilla política y la puñalada a traición para descartar posibles competidores que ellos consideren sean peligrosos para sus apetencias personales y su sed de poder. Hablan de revolución pero no conocen la ética socialista, hablan del Ché Guevara pero no saben que el guerrillero heroico siempre decía que la revolución era una cosa muy hermosa que se llevaba en el corazón pero que no se debía comerciar con ella, hablan de igualdad pero tratan a sus semejantes con aires de superioridad y arrogancia, hablan de inclusión pero excluyen a quienes no comparten sus ideas cuartarrepublicanas; estos personajes, decía mi papá, son como las prostitutas, pues se acuestan con unos y amanecen con otros. ¡Cosas veredes, mi amigo Sancho!, diría Don Quijote a su fiel escudero.

* Periodista / Docente IUTE

ncorredortrejo@gmail.com


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Nelson Corredor Trejo*


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