El Che y la revolución pacífica en Venezuela (Final)

"No es posible destruir una opinión con la fuerza, porque ello bloquea todo desarrollo libre de la inteligencia".

 

Che Guevara 

I.- EL CARACTER DEL DEBATE

Las revoluciones democráticas, nacional-populares, descolonizadoras y socialistas no se construyen desde “sectarismo de capilla”, sino desde la más amplia unidad de fuerzas, actores y movimientos revolucionarios. Una unidad de lo diversidad, de la pluralidad de voces, fuerzas, actores y movimientos basada en el respeto mutuo, en la escucha activa de diferentes puntos de vista, en la construcción de acuerdos para la unidad de acción.

Ahora bien, ¿qué condiciones precisas han dado lugar a opiniones que comienzan el diálogo polémico desde la descalificación (“reformistas”, “quinta-columnas”, “saltadores de talanqueras”, “traidores”, “aliados del imperio”, “confusionistas", "aliados al capital”, etc), pero luego se victimizan cuando reciben una respuesta polémica ante la campaña de rotulaciones.

¿Cuál es la preocupación de reconocer que en el seno del pueblo existen variados puntos de vista acerca del proceso revolucionario venezolano, no un pensamiento único que se considera “correcto” desde un minoritario núcleo de decisión?

Hemos planteado la necesidad, léase bien, necesidad imperiosa del ejercicio de formas diversas de pensamiento crítico socialista, no la apelación a dogmas, a citas de autoridad. Allí no hay concesiones. Considerar que los modelos socialistas son únicos, cerrados, homogéneos, es algo que da lugar a un catecismo revolucionario.

No compartimos el estilo de una propaganda liberadora que asume la liturgia como estilo de polémica revolucionaria. El ejercicio del pensamiento crítico, diferencial, que singulariza las experiencias, para otorgarle riqueza multilateral a la praxis transformadora, plantea la posibilidad de reinventar el horizonte socialista para el siglo XXI.

Cuando se repite aquella frase de Fidel: “Dentro de la revolución todo, contra la revolución nada”, hay que recordar que es el pueblo organizado el que define los parámetros de la transformación, no un minoritario núcleo de decisión. No es con citas de Fidel que ejercita una revolución, es con la experiencia, con la vivencia transformadora de la gente de carne y hueso que construye acción transformadora en la vida cotidiana.

Si se tratara de utilizar argumentos de autoridad como recurso, entonces uno contrapone las pequeñas voces de la historia, como aquella frase del cubano Jorge Fraga en la polémica de 1963 contra la ortodoxia del realismo marxista leninista en el terreno de las formas ideológicas y expresiones culturales: “El culto a la personalidad no es otra cosa que la fase superior del sectarismo”.

Una cosa es el apoyo crítico al liderazgo político (si es amplio, crítico-dialógico y colectivo, mejor), otra el fanatismo y el establecimiento de una especia de agenda basada en el culto a la infalibilidad del liderazgo político, mucho más si se concentra en un sola persona. ¿Culto a Chávez como Líder infalible? No. Apostamos por concretar la esperanza histórica de justicia y lucha contra todas las formas de opresión del pueblo organizado, movilizado y consciente, comprometido en la construcción del proyecto revolucionario.

¿Lealtad ciega? No, apoyo y lealtad en la crítica revolucionaria. Cualquier “fase superior del sectarismo”, cualquier sedimentación de un mito cesarista, olvida que las tradiciones del marxismo crítico en la historia se destacaron por la impugnación al bonapartismo o a cualquier culto del “principio del líder”, de cuño populista y fascistoide. No hay que confundir a Mussolini con Rosa Luxemburgo. El momento del lider esta subordinado al momento del pueblo, no al reves.

¿Culto a la palabra del Che, a sus escritos? No, reflexión a fondo, comprensión crítica de sus ideas, búsqueda de su pertinencia en los nuevos contextos, análisis de la evolución de su pensamiento, entendimiento de los debates que envuelven sus planteamientos, reconstrucción de sus fuentes ideológicas. No se trata de un “modelo prefabricado” para ser aplicado. Eso incluso, sería deformar a la propia obra madura e intención crítica del Che. 

Sabemos que el Che tuvo que vivir su propia desgarradura frente al marxismo soviético, frente a los dogmas de manual. Es allí donde hay que meter la lupa, donde el Che lograba desbordar el dogmatismo, el doctrinarismo, cuando comenzaba a viajar hacia la revolución teórica inconclusa de Marx, cuando había un más allá de una codificación ideológica cerrada.

No quedarse en el filtrajes del marxismo-leninismo ortodoxo, como lo bautizó  Bujarin, ese es un reto pendiente para un nuevo imaginario socialista para el siglo XXI, para el nuevo milenio, o como se quiera llamar, en función de su pertinencia en el presente histórico, en la construcción de un futuro distinto de las experiencias despóticas del socialismo burocrático del siglo XX.

Pretender recuperar “modelos ideológicos soviéticos” sin comprender que en sus raíces se esconden las semillas del colapso del socialismo burocrático, es reiterar el fracaso de estas experiencias. El nuevo socialismo democratico, libertario, descolonizador y revolucionario no se caracterizará por la imposición hegemónica de una sola línea de pensamiento, sino por la acogida de diversos planteamientos críticos de la tradición socialista, democrática, descolonizadora, libertaria y revolucionaria.

hay que evitar recaer en el clásico método estalinista de tratamiento de diferencias, donde cualquier diferencia es “traición”. Por ese camino paranoico-regresivo no se construye ni emancipación ni revolución socialista, sino despotismo burocrático. Hay que prestarle atención a la micropolítica de las voces despóticas, tanto como a una macropolítica que se aborda desde una psicología de masas del fascismo. Mussolini no es Rosa Luxemburgo.

La revolución democrática, socialista, libertaria y descolonizadora bolivariana requiere menos catecismo revolucionario, menos propaganda adoctrinadora, y mucho más pensamiento crítico revolucionario, mucho más una ética de la liberación y de la alteridad, que los contrabandos ideológicos de la moral soviética. El catecismo marxista-leninista ortodoxo es parte de la ruinas del viejo socialismo burocrático. Stalin institucionalizó una ortodoxia ideológica, como dispositivo ideológico de control y liquidación del marxismo crítico, para anular el legado crítico la polémica filosófica post-kantiana (Hegel y la izquierda hegeliana). Pues es el criticismo como actitud del pensamiento, la posición de contrapunto del dogmatismo. Quién dice polémica dialógica dice dialéctica, pero una dialéctica que vaya mas allá de uns síntesis despótica. ¿Por qué no decirlo?

Si el Che realiza significativos aportes por su crítica al Manual de economía política de la URSS (como también las hacia Mao Tse Tung), ¿por qué preocuparse de la criticidad?.

Pero así mismo, si el Che se quedó corto en el manejo de la teoría política marxiana frente a la democracia burguesa, reiterando los dogmas leninistas sobre el Estado, el partido-aparato y la dictadura del proletariado: ¿Por qué no decirlo?

Quién confunde crítica con traición no ha entendido un ápice de la dialéctica revolucionaria. Donde el Che reproduzca los lugares comunes del marxismo soviético debe ser criticado radicalmente. Donde el Che supere el pantano del despotismo burocrático, debe ser reivindicado radicalmente. El asunto de fondo es entonces, que sin crítica radical y revolucionaria se liquida una condición de posibilidad imprescindible para cualquier revolución.

II.- EL MOMENTO TACTICO DE LA TRANSICIÓN DEMOCRATICA AL SOCIALISMO DEMOCRATICO Y REVOLUCIONARIO

Una precisión inicial: el socialismo democrático es un socialismo revolucionario, libertario, descolonizador, no el reformismo pro-capitalista que se autodefine como socialdemócrata. Sería demasiada la concesión de entregarle toda la memoria y el legado de la socialdemocracia revolucionaria a esta variedad de transformismo ideológico llamado "reformismo pro-capitalista". La democracia social, participativa y protagónica es una revolución democrática y socialista. Por tanto, hay que superar el mito de las dos izquierdas: tanto el reformismo socialdemócrata, con su gestíón social-liberal del capitalismo, como el marxismo-leninismo ortodoxo (como lo llamó Bujarín), y su liquidación de la democracia socialista.

Para quienes elevan a principio revolucionario la táctica de la revolución armada, una revolución democrática y pacífica es un espejismo, una trampa, una farsa o una antesala necesaria e inevitable de la verdadera revolución: la violenta. El poder constituyente sería solo una vieja y simple táctica burguesa. El cauce democrático de las transformaciones, un simple aderezo pequeño-burgués. Obviamente, desde este punto de vista se desprecia la capacidad configuradora de la política para producir nueva legalidad socialista, nueva institucionalidad partiendo desde las bases constitucionales existentes. Pero si no se acepta la potencialidad transformadora de la Constitución Bolivariana de 1999, estamos parados en terrenos distintos.

Si se abandona la lucha cívica, democrática, desde la opinión pública y el movimiento popular, reiterando el catecismo: sin violencia revolucionaria no hay revolución, queda destruido no el Estado burgués, sino el proceso constituyente iniciado en 1999, con Constitución incluida.

Confundir reforma constitucional con asamblea nacional constituyente ha sido un permanente error político, estratégico y táctico. Entregarle el vasto campo electoral de la centro-izquierda a la derecha ha sido la enfermedad infantil del izquierdismo en la transición democrática al socialismo. Socialismo dermocratico y revolucionario implica no abandonar las luchas anticapitalistas para la democracia socialista.

Para que no quede duda, “como dijo Fidel”: no hay más de 4 millones de oligarcas en Venezuela. Esa es la ecuación política e ideológica clave de la revolución pacífica venezolana. Y hay que resolverla construyendo mayorías políticas y electorales decisivas. Esa es la tarea política. No espantar a sectores aliados, con una fraseología ultra-revolucionaria en tiempos de construcción de un nuevo bloque histórico nacional-popular por la democracia socialista, por la democracia comunal, por la democracia de consejos.

El carácter radical de una revolución pacífica depende enteramente de impulso del protagonismo popular en las transformaciones en todos los órdenes (económicos, sociales, políticos, culturales, militares), posibilidad lograda desde los cauces abiertos de una legalidad democrática con contenido socialista. Se trata de un escenario de lucha que no vivió el Che.

El tema del tránsito electoral y pacífico aparece en matices de los propios escritos de Marx. Marx no dijo que solo y exclusivamente la violencia hace revoluciones. Como tampoco dijo que por si mismas las reformas electorales, o parlamentarias, bastaban para un tránsito al socialismo. Son estos matices multilaterales lo que hay que revisar críticamente, sin maniqueísmos unilaterales.

Existe una diferencia cualitativa entre la situación internacional en la que se movía la revolución cubana (lo que ocurría en China y en la URSS, por ejemplo), y lo ocurre en el contexto internacional actual. Desconocer los marcos estructurados históricamente para una forma de acción política, es uno de los elementos de una posición temeraria que habla de una inminente y clásica “ruptura revolucionaria”. Se pierde de vista la diferencia entre el momento de la acumulación de fuerzas, y el momento de una crisis orgánica de un sistema hegemónico, con su correspondiente bloque histórico. Se supone que ya se ha consolidado un bloque popular antiimperialista de carácter continental, a partir de la observación de gobiernos progresistas, mayoritariamente de centroizquierda en América Latina y el Caribe.

Esta condición es favorable, pero no se acerca ni remotamente a una condición eficiente, para desatar “rupturas revolucionarias”. Existe una coyuntura anti-neoliberal, favorable a una plataforma antiimperialista, pero no una coyuntura de “ruptura revolucionaria” clásica. La fraseología de la radicalización revolucionaria, puede sondear el terreno de la acumulación de fuerzas, pero no provocar ninguna “ruptura revolucionaria” por si misma. No hay salto revolucionario violento posible en un solo país sin una fuerza continental organizada para enfrentar la intervención inmediata del imperio.

Para la izquierda antiimperialista, anticapitalista y democrática solo hay un largo camino de acumulación de fuerzas para consolidar un bloque continental de poder popular alternativo. De allí la necesidad de estrategias y tácticas socialistas democráticas innovadoras.

Desde nuestro punto de vista, los planteamientos que apuntan a la tesis de una inmediata ruptura revolucionaria, como quiebre radical del poder económico-político del Capital en un solo país periférico, subdesarrollado y dependiente no contribuyen a fortalecer la acumulación de fuerzas en el campo nacional-popular, sino más bien a intensificar la derechización de las actitudes políticas e imaginarios reaccionarios en estratos sociales intermedios, en pequeños y medianos propietarios, en capas profesionales, en segmentos de las clases subalternas.

No se puede partir de análisis intuitivos sobre la composición socio-demográfica, de grupos, sectores y clases de la sociedad venezolana, para saltar a un inadecuado análisis del espectro político e ideológico, sin determinar las verdaderas fuerzas materiales y morales, sociales y políticas, nacionales e internacionales que actúan en una coyuntura histórica determinada.

Un deficiente análisis de grupos, sectores y clases, de sus fuerzas materiales y morales, de sus tendencias ideológicas, genera un deficiente análisis de las correlaciones de fuerzas para la coyuntura. 
 
III.- LOGRAR DIFERENCIAR, PARTICULARIZAR SIN BUSCAR CONTRAPONER LA EXPERIENCIA REVOLUCIONARIA VENEZOLANA Y CUBANA:

¿Por que llega a ser relativamente eficaz la campaña de “guerra mediática” contra la supuesta invasión del “comunismo” sobre Venezuela? ¿Por que puede ser creíble la presunta liquidación de la democracia y la constitucionalidad en el país por parte de la revolución bolivariana?

Por que hay importantes segmentos de las clases subalternas y de lo sectores medios que no logran aún demarcar el nuevo socialismo para el siglo XXI de las viejas experiencias socialistas burocráticas. Es la indefinición de elementos diferenciadores, que no acentúan el carácter específico de la revolución venezolana frente a otras experiencias históricas, uno de los elementos que ha debilitado el proceso de consolidación del proceso popular constituyente bolivariano.

Diferenciar no es antagonizar, por cierto. No se trata de contraponer, pero si de particularizar una transición al socialismo desde una revolución democrática y pacífica, de otras transiciones al socialismo que nacen de la lucha contra autocracias y dictaduras, en contextos históricos e internacionales muy distintos.

Ningún  “calco y copia” de posiciones descontextualizadas del guevarismo pueden favorecer el impulso de la revolución democrática y socialista venezolana. Seguir la ruta del “calco y copia” de la revolución cubana o de cualquier otra, de “su modelo político”, de “su modelo económico”, de “su estilo de desarrollo”, afecta las percepciones, representaciones e imaginarios de sectores sociales que están siendo literalmente bombardeados, segundo a segundo, por la estructura mediática nacional e internacional. No hay que contraponer, pero si hay que saber diferenciar.

El debate de fondo, que aún sigue invisible es el análisis, es la comprensión del carácter específico de cada proceso revolucionario, y de las teorías disponibles de la transición al socialismo. Es este el nudo crítico de un debate que no es solo teórico ni histórico, sino además político y estratégico. La construcción de la transición al socialismo implica decisiones sobre metas, rumbos, ritmos, sujetos, estrategias, tácticas, tareas y herramientas.

Una “indigestión ideológica” de fuentes del marxismo soviético, del marxismo-leninismo o del guevarismo, referidos a otras circunstancias, condiciones y momentos históricos, no es una vía adecuada para profundizar un proceso que reivindica su carácter particular y específico. Copiar guiones viola al menos dos principios estratégicos fundamentales de aquella máxima leninista del “análisis concreto de la situación concreta”: la “flexibilidad” y la “sorpresa”.

Adicionalmente, copiar guiones comporta una práctica política de soluciones prefabricadas, sobre-impuesta a las voces, fuerzas, actores y movimientos concretos de la lucha: a los movimientos sociales y populares, sin una participación, protagonismo, consulta, debate y decisión democrática efectiva. Seguir guiones termina por reproducir la cultura de la decisión impuesta verticalmente.

Por tanto, la construcción de la transición al socialismo no consiste en “modelos a ser aplicados”, ni en malas adaptaciones de ideas ya ensayadas, pues requiere protagonismo, participación, debate, movilización, decisión e iniciativa del pueblo organizado, creatividad originaria de los movimientos sociales y políticos.

El pueblo no puede llegar a ser un invitado de segunda en una revolución prefabricada, o basada en un irreflexivo “culto a la personalidad”; que impide precisamente la democracia protagónica revolucionaria del pueblo. O hay construcción de una voluntad colectiva nacional-popular que construya la transición a formas de socialismo democrático innovadoras, o se liquida la condición indispensable de cualquier revolución en la historia: no hay revolución sin pueblo revolucionario.  

IV.- IR MÁS ALLÁ DEL CHE CON RELACIÓN AL DEBATE POLITICO SOBRE EL SOCIALISMO DEMOCRATICO VENEZOLANO:

Hemos señalado que las contribuciones del “Che” al debate sobre la transición al socialismo y a la organización del “partido marxistaleninista” no muestran contenidos que entren en ruptura significativa con las disposiciones de la III Internacional.

El “Ché” acepta sin reservas la tesis de la “dictadura de proletariado”, sin matizaciones ni eufemismos. Hace suya la concepción leninista del partido como “vanguardia”, como guía y depositario de un proyecto histórico, que a través de sus cuadros educa, orienta y dirige a las “masas”. En esta comprensión del proceso, el partido aparece como correa de transmisión entre las “masas” y el Estado.

¿Qué puede llegar a significar una propagación de las tesis del Che sobre la democracia en las actuales circunstancias de la revolución bolivariana? ¿Estaremos frente a un nuevo extravío de la estrategia y la táctica de la izquierda como se experimentó en los años 60?

En este contexto, se puede afirmar que Che nunca llegó, por lo menos en su discurso público, a formular una crítica radical a la concepción despótica del poder, que es consustancial al leninismo, como lo señalara Rosa Luxemburgo y la crítica de la democracia de consejos. Tampoco hay una reflexión acabada frente al legado soviético acerca del Estado de transición y frente al estalinismo, como balance de inventario de la primera revolución socialista del siglo XX. Desde nuestro punto de vista, el Che construiría un pensamiento crítico sin rupturas fundamentales con aspectos centrales de la ortodoxia bolchevique, en lo referente al modelo de socialismo, el Estado, al partido y la construcción de la acción contra-hegemónica.

¿Puede ser la concepción del Che sobre la democracia, por ejemplo, el mapa de referencia para apalancar la transición al socialismo en Venezuela? La democracia socialista que imaginamos tiene nada o poco que ver con las experiencias del despotismo burocrático, del estatismo autoritario del siglo XX.

Un interesante pretexto para profundizar este punto puede ser reconstruido a partir de las declaraciones ofrecidas por un actor fundamental de la historia política y del movimiento revolucionario venezolano: Domingo Alberto Rangel. Aclarando, por cierto, que DAR estaría en completo desacuerdo con la línea que venimos defendiendo: la necesidad de una revolución democrática, que siga los cauces de la actual constitución de 1999, para la construcción del socialismo.

Como sabemos, para DAR en Venezuela hay bajo el liderazgo de Chávez una suerte de simulacro revolucionario, cuya pantalla ideológica son simples reformas. En su escrito: “El Che Guevara y la Venezuela de Hoy” del 11 de enero de 2009 (El Carabobeño) DAR plantea: “El comandante Chávez le ha prestado un servicio inestimable a los sectores dominantes al hacer creer al pueblo que es posible alcanzar el poder por vía electoral, y obtenido el poder, realizar la revolución más radical, la única que podría hacerle justicia a los olvidados de la tierra. En realidad, Chávez no es el primero que engaña al pueblo venezolano con tal ilusión. Una larga caravana, iniciada por Rómulo Betancourt en los años treinta, de la cual formaron parte Jóvito Villalba, casi siempre el Partido Comunista y también casi siempre los grupos trotskistas criollos, han sido agentes de esta ilusión que no es obra de la casualidad. El reformismo, la conciliación de clases han sido instrumentos del sistema internacional capitalista. El comandante pertenece a la misma caravana que, iniciada por los socialdemócratas alemanes hace más de un siglo, empezó a vender la mercancía de la conquista del poder a través del voto. En Venezuela, esa misma baratija fue ofrecida, ante todo, por esos buhoneros políticos que parecen eternos, los adecos, que ya están resucitando, y es como si un sector de la sociedad dijera a Chávez: comandante, preferimos el producto original, no las imitaciones”.

Si este análisis es cierto, y entonces la baratija electoral es una estafa revolucionaria, estaríamos ante uno de los más duraderos simulacros revolucionarios de la historia. En sus escritos, DAR mantiene la tesis de una insurrección popular como condición de posibilidad para una auténtica revolución socialista, más allá de cualquier “democracia electoral” y “cretinismo parlamentario”.

Para DAR, “el deber de los revolucionarios es el mismo que nos indicó en La Habana en 1962 el Che Guevara, cuando junto a Simón Sáez Mérida fuimos enviados por el MIR a sondear a la dirección revolucionaria acerca de una táctica adecuada, en ese entonces, a la situación venezolana. Nos recibió el comandante Guevara en su despacho del Ministerio de Industrias. Yo viví, nos dijo (Guevara), seis meses en Venezuela y capté, bajo Pérez Jiménez quien gobernaba en ese momento, el amor desmedido, similar al del Quijote por Dulcinea, que sentía el pueblo venezolano hacia la democracia burguesa. Ese sentimiento lo han sembrado ustedes o han contribuido a sembrarlo. Han transcurrido apenas dos años de estar gobernando allá la democracia. ¿Pueden ahora decirle a ese pueblo que el producto que ustedes mismos le vendieron durante un ya largo tiempo, de repente no sirve? ¿Van a constituir una guerrilla rural, cuando los campesinos son adecos y aguardan por la reforma agraria que AD les viene prometiendo? Yo les recomiendo una línea de oposición pacífica, pero insobornable. Deben movilizar a los obreros, a los campesinos, a las clases medias por sus reivindicaciones históricas y cuando tales clases adviertan que los adecos son unos tunantes, entonces sí pasen a la lucha armada. Pero sobre todo, no participen en elecciones que eso sí es cretinismo político. Con Simón Sáez trajimos esa recomendación, pero fuimos derrotados en la dirección del MIR. Hoy, y es lo interesante, ese mensaje del Che sigue más vivo que nunca”.

Abstención militante y movilización permanente del pueblo para la lucha por reivindicaciones cada vez más radicales, para desenmascarar a los “adecos reformistas”, sería la táctica adecuada de una estrategia revolucionaria para DAR. Lo interesante de este testimonio, es su contraste con otras versiones escritas, la idea que sobre la democracia interpreta DAR del planteamiento del Che: La democracia electoral es democracia burguesa, el parlamento y demás instituciones representativas bloquean la revolución socialista. En entrevista concedida a Debate Socialista (marzo de 2009), DAR hace la siguiente interpretación del mismo hecho:

“Cuando comenzó aquí la lucha guerrillera, yo no era partidario de la lucha armada, porque consideré que no había condiciones en Venezuela para una lucha armada. La dirección del MIR, dividido en dos grupos, el grupo que coincidía conmigo y el grupo de Américo Martín, acordamos enviar una delegación a la Habana, fuimos Simón Sáez Mérida y yo. Llegamos a la Habana, en noviembre de 1962 y Fidel nos mandó a decir que no nos podría atender pero que habláramos con el Che que, para los efectos, era lo mismo. En esa reunión el Che nos dijo lo siguiente: Yo viví seis meses en Venezuela y lo que más me impresionó es el fervor por la democracia representativa, todos están locamente enamorados de la democracia representativa. Yo me quedé atónito, nunca oí a nadie decir eso de la democracia. ¿Quiénes crearon ese culto? -continua el Che- ustedes, tú y tú -nos señala-, porque ustedes corearon a la burguesía y la ideología de la burguesía es la democracia representativa, no puede haber otra, es una ideología hecha a la medida del capitalismo. Ustedes eran más demócratas que los derechistas. Como es natural ustedes tienen que plantear una reforma agraria. Ahora, ¿con quién van a plantear esa reforma agraria? ¿Con los campesinos adecos? Yo tengo entendido que la masa campesina es adeca y que la masa campesina venezolana está esperando que acción democrática cumpla la consigna de la reforma agraria. Entonces, con unos campesinos adecos, esperando una reforma agraria adeca, ¿ustedes pretender hacer una guerrilla? En Venezuela no hay condiciones para llevar a cabo una lucha armada. Hay que crear las condiciones distintas, con una lucha pacífica haciendo entender a las masas que dentro de la democracia representativa no van a conseguir nada. Mientras que las masas no se convenzan ellas mismas que la democracia es un contrabando burgués, que el capitalismo es opresor, que en el capitalismo hay masacres, mientras no ocurra eso, en Venezuela no habrá jamás una Revolución y ustedes no pasaran de ser unos aventureros".

En su Texto del año 2003 (Alzado contra Todo. Memorias y desmemorias, p. 214), DAR escribe: “una vez a propósito, viajé a La Habana, creo que fue en Mayo o Junio de 1962. Sostuve en aquella oportunidad una larga conversación con el Che. Hube de informarle sobre las operaciones guerrilleras ya iniciadas y proyectadas y, desde luego, sobre la concepción estratégica en que descansaba todo ello. –Ustedes se han precipitado o van a precipitarse repuso el Che. Ardidos porque creen que perdieron el tiempo, por no haberse alzado contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez o haberle montado contra el una Sierra Maestra, quieren ahora borrar con un error de izquierda los muchos errores de derecha que cometieron hasta el triunfo de la revolución cubana. Yo estuve como sabes, agregó, en Venezuela bajo Pérez Jiménez como médico de un Leprocómio. No vi país latinoamericano de mayor fervor hacia la democracia representativa, es un culto entre ustedes. ¿Quiénes sembraron ese culto? Ustedes, compañeros, ustedes. ¿Acaso tu mismo no viviste persecuciones por la democracia? ¿Por cual causa fuiste tú a la cárcel, por cual viviste en el exilio? Por la democracia, contestó el mismo. Y por la democracia se rebelaron el 23 de enero, si no estoy equivocado. Han pasado apenas cuatro años y ustedes pretenden ahora que el pueblo Venezolano, al cuál ustedes dijeron que la democracia era lo óptimo, proceda a desecharla o vituperarla. Proyectan o realizan ustedes una guerrilla rural en un país cuyos campesinos simpatizan con el Partido de Betancourt. Mire, compañero, Betancourt es un bribón, lo sabemos tu y yo. ¿Pero lo saben ya las masas campesinas en Venezuela? Creo, y te lo expreso como camarada y amigo que ustedes van al desastre, así terminó su exposición mientras las volutas de un habano encendido subían al techo donde conversábamos.”

Contrastando diversas fuentes sobre el mismo acontecimiento relatado, encontramos en la investigación sobre la obra de DAR de José Francisco Jiménez Castillo (Domingo Alberto Rangel en la Venezuela del siglo XX. Aporte teórico-político. El meta-discurso en la historia de vida-2005) los siguientes planteamientos sobre el encuentro de DAR con el Che: “Mire, yo estuve tres meses en Venezuela. Yo nunca he visto un país de América Latina donde haya un culto por la democracia representativa como Venezuela. Es la Dulcinea del Toboso de los Venezolanos. Lo entiendo porque ustedes han vivido entre tiranuelos, entonces creen que la democracia es perfecta y va a resolver todos los problemas. Hace un año tu eras adeco. ¿Ustedes ahora al año van a llamar a derrocar a la democracia?... La lucha armada no está planteada al mismo tiempo en todos los países; eso va de acuerdo a las circunstancias. Creo que ustedes deben pasar por un período de lucha de calle. Es lo que yo recomendaría. En Venezuela no hay condiciones para la lucha guerrillera”.

De acuerdo a esta investigación, DAR relata que la posición del Che en aquel contexto era la siguiente: “Es evidente que en América Latina está planteada la lucha armada. Y solo mediante la lucha armada se puede consumar una revolución armada o algún cambio, pero eso no significa que todos los países tienen que apelar a las armas inmediatamente. En todo proceso histórico hay grados de maduración diferentes. Y yo creo que el recurso de las armas no debe ser de los primeros en Venezuela donde existe el mayor culto a la democracia representativa.”

A pesar de las diferentes versiones del hecho, sus reconstrucciones cargadas de valoraciones y matices importantes, es fundamental no perder de vista que en el análisis del Che la democracia representativa es un valor sedimentado a través de la historia. ¿Pasaremos a la democracia revolucionaria desconociendo las mentalizaciones ideológicas sobre la democracia? ¿Paralizaremos la reflexión constructiva sobre la democracia participativa y protagónica para copiar los modelos doctrinarios de la III internacional? ¿Desconoceremos los valores, principios y reglas reconocidos en la Constitución de 1999? ¿Será ésta Constitución pura y simple legalidad burguesa? ¿Liquidaremos la democracia pluralista, social y participativa contenida en nuestra “legalidad burguesa”?

Éstas y otras preguntas son indispensables para repensar los vínculos entre democracia y socialismo en Venezuela. El debate es si estamos o no en una encrucijada crítica del proceso popular constituyente venezolano, e incluso si es tiempo para plantear una supuesta “ruptura revolucionaria”.

Los signos de avance de las políticas de facto de la derecha global apuntan a poner las barbas en remojo, ya que cualquier fraseología de radicalización, cualquier intento de propagar quimeras o falsificaciones, desconociendo las fuerzas reales orgánicas para la lucha, solo sirven para debilitar la acumulación de fuerzas del campo revolucionario.

V.- ANALIZAR LA EVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTO CRÍTICO DEL CHE FRENTE AL MARXISMO SOVIÉTICO:

Actualmente se reconoce, que desde la victoria de la revolución cubana, en 1959, hasta su muerte el 8 de octubre de 1967, el pensamiento del Che Guevara fue modificándose paulatinamente. Si bien la emancipación latinoamericana, la ética del hombre nuevo y el combate contra el imperialismo a escala mundial son los temas centrales de su reflexión, a partir de 1963 es posible evidenciar una creciente crítica al callejón sin salida al que conduce el modelo soviético y sus repercusiones en Cuba.

Guevara se fue alejando paulatinamente de sus esperanzas sobre el carácter socialista revolucionario de la URSS, y frente a los dogmas del marxismo de tipo soviético. En una carta de 1965 a Armando Hart (ministro cubano de Cultura), critica el "seguidismo ideológico" cubano respecto a la edición en Cuba de manuales soviéticos para la enseñanza del marxismo, un punto de vista que converge con el defendido en la misma época por Fernando Martínez Heredia, Aurelio Alonso y sus amigos del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana, editores de la revista Pensamiento Crítico. Estos manuales -que llama "ladrillos soviéticos"- "tienen el inconveniente de que no te dejan pensar: el Partido ya lo hizo por ti y tú debes digerirlo" (Néstor Kohan, Ernesto Che Guevara. Otro mundo es posible, Nuestra América, Buenos Aires, 2003).

Dice Lowy en su análisis sobre la evolución del pensamiento de Guevara (http://www.insumisos.com/diplo/NODE/1773.HTM) que “La búsqueda de otro modelo, de un método diferente de construcción del socialismo, más radical, más igualitario, más solidario, puede percibirse de manera cada vez más explícita en el pensamiento del Che. Su obra no es un sistema cerrado, un argumento acabado que tiene respuesta para todo: sobre muchas cuestiones -la democracia socialista, la lucha contra la burocracia- su reflexión queda incompleta, interrumpida por su muerte el 8 de octubre de 1967, hace ya cuarenta años.”

Martínez Heredia subraya: "Lo incompleto del pensamiento del Che (...) tiene incluso aspectos positivos. El gran pensador está ahí, señalando problemas y caminos (...), exigiendo a sus compañeros que piensen, estudien, combinen la práctica con la teoría. Es imposible, cuando se asume realmente su pensamiento, dogmatizarlo y convertirlo en un (...) bastión especulativo (...) de frases y recetas""Che, el socialismo y el comunismo" (Pensar el Che, Centro de Estudios sobre América-Editorial José Martí, La Habana, 1989)

No obstante, en un primer momento (1960-1962), Guevara depositó muchas esperanzas en los "países hermanos" del llamado socialismo "realmente existente". Luego de unas visitas a la Unión Soviética y a los países del Este, y tras haber vivido la experiencia de los primeros años de transición al socialismo en Cuba, empieza a mostrarse cada vez más crítico. Sus divergencias se expresan públicamente en varias ocasiones, especialmente en su célebre "Discurso de Argel", en 1965. Pero es a partir de 1963-1964, en ocasión del gran debate económico realizado en Cuba, que se observa su intento de formular un enfoque distinto del socialismo.

Este debate enfrenta entonces a los partidarios de una suerte de "socialismo de mercado", con autonomía empresarial y búsqueda de la rentabilidad -como en la URSS-, y a Guevara, que defiende una planificación centralizada, basada en criterios sociales, políticos y éticos: en vez de primas al rendimiento y precios fijados por el mercado, propone la gratuidad de algunos bienes y servicios. Sin embargo, en las intervenciones del Che, una cuestión queda poco clara: ¿quién toma las decisiones económicas fundamentales?

En otras palabras, el problema de la democracia en la planificación. Plantea Michel Lowy: “Los documentos inéditos de Guevara publicados recientemente en Cuba ofrecen nuevas perspectivas. Se trata de sus "Notas críticas" al Manual de economía política de la Academia de Ciencias de la URSS (edición española de 1963) -uno de esos "ladrillos" que criticaba en la carta a Hart- redactadas durante su estadía en Tanzania y sobre todo en Praga, en 1965-1966: no es un libro, tampoco un ensayo, sino una colección de fragmentos de la obra soviética seguidos de comentarios a menudo ácidos e irónicos.” (Ernesto Che Guevara, Apuntes críticos a la economía política, Ocean Press, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006).

Si bien es cierto que la obra refleja el espíritu independiente de Guevara, su toma de distancia crítica respecto del "socialismo realmente existente", y su búsqueda de un camino radical, también hay que destacar los límites de su reflexión. Hasta ahora no se conoce la posición del Che frente al estalinismo. El Che atribuye los callejones sin salida de la URSS en los años '60 a... ¡la Nueva Política Económica (NEP) de Lenin! Está convencido Guevara que la introducción de elementos "capitalistas" por la NEP condujo a tendencias nefastas, que van en el mismo sentido que la "restauración del capitalismo". En una de las notas críticas de Guevara, se encuentra esta frase precisa: "El terrible crimen histórico de Stalin (fue) haber despreciado la educación comunista e instituido el culto irrestricto a la autoridad".

Adicionalmente, cuando el manual habla de "la construcción del comunismo" en la URSS, el crítico realiza esta pregunta retórica: "¿Se puede construir el comunismo en un solo país?". Otra observación va en el mismo sentido: Lenin, observa el Che, "afirmó claramente el carácter universal de la revolución, cosa que luego se negó".

La mayoría de las críticas de Guevara al manual soviético coinciden en gran medida con sus escritos económicos de los años 1963-'64: defensa de la planificación central contra la ley del valor y contra las fábricas autónomas que funcionan según las reglas del mercado; defensa de la educación comunista contra los estímulos monetarios individuales. También se preocupa por la participación en las ganancias de los directivos de las fábricas, que considera un principio de corrupción.

Guevara defiende la planificación como eje central del proceso de construcción del socialismo, porque "libera al ser humano de su condición de cosa económica". Pero reconoce -en la carta a Fidel- que en Cuba, "los trabajadores no participan en la confección del plan". ¿Quién debe planificar?

El debate de 1963-64 no había respondido a esta pregunta. Es sobre este tema que se observan los avances más interesantes en las notas críticas de 1965-66: algunos pasajes plantean claramente el principio de una democracia socialista en la que las grandes decisiones económicas sean tomadas por el propio pueblo. "Las masas -escribe el Che- deben participar en la confección del plan, mientras que su ejecución es un asunto meramente técnico".

En la URSS, según su opinión, la concepción del plan como "decisión económica de las masas, conscientes de su papel" fue reemplazada por un placebo en el cual los incentivos económicos determinan todo. Las masas, insiste, "deben tener la posibilidad de dirigir su destino, decidir cuánto va para la acumulación y cuánto al consumo"; la técnica económica debe operar con estas cifras -decididas por el pueblo- y la "conciencia de las masas debe asegurar su cumplimiento".

Este tema aparece reiteradamente: los obreros, el pueblo en general, escribe, "decidirán sobre los grandes problemas del país (tasa de crecimiento, acumulación/consumo)", aun cuando el propio plan sea obra de los especialistas. Plantea finalmente Löwy: Guevara se fue acercando considerablemente a la idea de planificación socialista democrática, aunque no saca todas las conclusiones políticas: democratización del poder, pluralismo político, libertad de organización, etc.

En las discusiones con sus colaboradores del Ministerio de Industria, publicadas en el mismo volumen, se menciona en reiteradas oportunidades la defensa, por parte de Guevara, del principio de la libre discusión. Así, en un debate de diciembre de 1964, insiste: "No es posible destruir una opinión con la fuerza, porque ello bloquea todo desarrollo libre de la inteligencia".

Como para seguir leyendo críticamente a Guevara, sin concesiones a dogmas, recetas o catecismos. Pues, sin polémica revolucionaria no habrá  reconstrucción de una plataforma teórica para apoyar la praxis socialista democrática y descolonizadora en Nuestra América y Venezuela.

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Javier BIardeau R.

Articulista de opinión. Sociología Política. Planificación del Desarrollo. Estudios Latinoamericanos. Desde la izquierda en favor del Poder constituyente y del Pensamiento Crítico

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