“Septiembre aúlla todavía su doble saldo escalofriante, todo sucede un mismo día gracias a un odio semejante y el mismo ángel que allá en Chile vio bombardear al presidente, ve las dos torres con sus miles, cayendo inolvidablemente” este extracto pertenece al tema Cita con Ángeles del cantautor cubano Silvio Rodríguez y sintetiza de manera magistral lo sucedido en dos “inolvidables” 11 de septiembre que a continuación relatamos.
Fue un 11 de septiembre de 1.973 cuando la oligarquía y la Fuerza Armada chilena asociada y asesorada por el gobierno de Estados Unidos, presidido para ese entonces por Richard Nixon, derroca en un sangriento golpe militar al Presidente legítimo de Chile el Camarada Salvador Allende, golpe que llevo al poder a uno de los máximos representantes del fascismo mundial, oscuro personaje llamado Augusto Pinochet, quien sumió al hermano pueblo chileno en una de las más duras dictaduras de la historia por espacio de más de 17 años. El Presidente Salvador Allende, había llegado a la presidencia por la vía electoral en 1.970 con un programa de gobierno popular dirigido a la recuperación de la soberanía política y económica del país. De inmediato asumió el gobierno, el “compañero presidente”, como lo denominaba cariñosamente su pueblo, ejecutó una serie de medidas como la nacionalización de la industria del cobre que golpeó los intereses transnacionales en Chile, esto aunado a que el propio triunfo y ascensión al Poder de Allende representaba una seria amenaza para los intereses “gringos” en la región por su declarada ideología marxista, su cercanía con la digna República de Cuba y su revolución, entre otros factores prefiguraron todo un escenario que obligó al gobierno norteamericano a declarar a través de su “flamante” secretario de estado Henry Kissinger lo siguiente: “no podemos permitir que por la irresponsabilidad del pueblo chileno América Latina se cunda de gobiernos comunistas”; hoy se sabe en base a los documentos desclasificados de la CIA y otros organismos, que la planificación del golpe se inició desde el propio día del triunfo electoral de la Unidad Popular (coalición de partidos y movimientos progresistas y de izquierda), con la activa participación, como es lógico, de la oligarquía chilena que dió rienda suelta al fascismo y a la violencia contra el gobierno legitimo de Allende; la primera víctima fue el General Schneider quien cae asesinado a pocos días de que Allende asumiera el poder simplemente por oponerse, como jefe del ejercito, a violar la voluntad del pueblo expresada en el ato electoral; durante todo el lapso de gobierno de la UP, el pueblo chileno y su presidente soportaron la más dura campaña de desprestigio nacional e internacional, sabotajes internos, paros criminales como el del transporte, sublevaciones, que fueron creando un clima de ingobernabilidad que termina el 11 de septiembre de 1.973 con el bombardeo del Palacio La Moneda, el asesinato del Presidente Allende y la toma del poder por el fascismo chileno, que desata de inmediato el exterminio de las fuerzas de izquierda, crean campos de concentración, entre ellos el propio estadio nacional en Santiago donde asesinan al Cantor Víctor Jara entre muchos miles y someten a Chile por espacio de más de 17 años a los designios del imperialismo, cediendo su soberanía y enterrando la democracia. Con este golpe se puso fin a un gobierno legítimo (el de Allende), que atendió las necesidades mas sentidas de su pueblo, que priorizó la cultura, la educación, la salud, que dijo la verdad sobre la revolución cubana, que nacionalizó (vía expropiación), las principales industrias de interés nacional como la del Cobre, que aumentó los salarios, que inició la reforma agraria, entre otras importantes medidas; esa fue la “irresponsabilidad” del pueblo chileno que el gobierno norteamericano les hizo pagar muy caro.
Casi 30 años después el imperialismo nos lega otra importante lección cuando, el 11 de septiembre de 2.001, “derrumba” las torres gemelas de Nueva York como excusa para posteriormente invadir Irak y Afganistán y adueñarse así de sus riquezas energéticas, afirmamos esto porque todas las investigaciones apuntan a que el gobierno genocida de W. Bush al menos “conocía” de los planes de ataque a Estados Unidos, otros estudios afirman categóricamente que esos atentados solo pudieron ser llevados a cabo por el propio gobierno norteamericano; es decir, en el mejor de los casos, el gobierno imperial fue cómplice del sufrimiento de su pueblo en tan dolorosa acción. Ambas fechas nos recuerdan, una vez más, que el imperialismo no tiene escrúpulos ni sentimientos, no conoce el respeto a la vida, ni se amilana ante el dolor humano, no cree en la democracia y es terco en demostrarnos que las amenazas que hoy se posan sobre Venezuela no son “cuentos de comunistas”, es obligación revolucionaria sacar las mejores lecciones de estos hechos históricos
Militante del PCV