Reír, llorar, bailar, rezar, ¡venga ese abrazo: mi hermano! En tan especial como oportuno e intrínseco momento de compartir en recordación sin odios, lo ideal sería, pedirle al dios del cielo que nos dé sosiego por la multiplicidad de situaciones con distinción, para unos buenas, para otros malas, motivos más que suficientes para cobijar a los que nos quedamos en pie de lucha en busca de la hermandad de la humanidad hasta que el último hálito nos cubra la esperanza de seguir adelante hacia lo que queda en veremos, tras del tiempo que nos es relativo y, dándole rienda suelta a la imaginación, intentaremos soltar en su conjunto, lo irónico de lo trascendido con todas sus emociones acumuladas y, con ese fin, despedimos al compás de un cañonazo de alegría lo que pudiera ser un feliz año 2010 para la mayoría.
Y es que tanto va el cántaro a la fuente hasta que se rompe y, lo trascendental sería que nunca se rompiera por el bien del orbe, pero así quedó establecido y así será, que ya aparecerán otros que busquen el reacomodo, hasta que llegué el día a los que vienen en sucesión detrás resistan hasta el final y, cuando esa dicha sea alcanzada, nosotros mientras: especulamos en razón de lo pasado –real, maravilloso de nuestras vidas. Insisto que todavía exploro, tratando de reordenar ideas pasadas dentro del tiempo perdido, lo que pudo haber sido y no fue o, lo que sí se hizo dentro de lo planificado basado en la ideocracia que a bien pudo soltar ideas para trastocar oportunas batallas para fortalecer el bien común, que arrojara de inmediato el fortalecimiento de los objetivos como un incentivo más para el pueblo.
Y lo que no se hizo queda en lista de espera, hasta que alguien con preocupación en su accionar, atice su imaginación causa-efecto de acción-reacción y emprenda de conformidad a las necesidades inmediatas su realización que haga posible, la continuidad del proceso en que se haya encaminado Venezuela con la orientación y despliegue enfático de reordenamiento, mantenidas en las primeras de cambio por el comandante presidente Hugo Chávez, motor político que desarrolla las palancas económico-socio-cultural-médico-educacional de los grandes ejes que dividen la dinámica que sustancia la revolución socialista venezolana, en base a las políticas sacudidas en pleno SXXI.
Hay que seguir adelante con todo el postín del caso y, siempre volteando atrás, para no cometer ni repetir los mismos errores del pasado y, mantener o, reforzar con acciones rápidas las misiones que han servido de luz y guía del pueblo pobre en su provecho puntual.
La transformación de Venezuela en todas sus fases de grandeza, tiene que ser el incentivo mañanero del futuro, sin descuidar la armonización plasmada dentro de la Constitución ya en su primera década de existencia, como el camino a seguir, sin ceder a las desviaciones que como alimañas atentan contra la salud pública y, sostener los ojos bien abiertos por el resguardo de la seguridad y defensa de nuestras Instituciones y, mantener a raya a los enemigos políticos y contrarrevolucionarios de nuestro inédito proceso que asedian en cada recoveco de la Patria, con la impunidad traidora que, infiltrados juegan a la desestabilización y, con sus tentáculos afilados penetran el sistema democrático de gobierno.
Hay que saber jugar con las cartas de la ponderación sobre la mesa y todo lo que nos favorezca dentro y fuera, bien venido sea y, que la cooperación, aún cuando no, en igualdad de condiciones, nos permita por los menos alcanzar el respeto que todo pueblo se merece para convivir en armonía con otras sociedades internacionalmente, en atención a sus soberanías. Y entre más nos demos a entender y desarrollemos la convivencia en el mundo, más queridos seremos por nuestras acciones emprendedoras en favor de la justicia social. Así y sólo así, mantendremos izada la bandera de la paz con sus iridiscentes estrellas de protección que, nuestros libertadores nos dejaron como afianzamiento y legado para la posteridad y, que nuestro pueblo como fiel servidor de sus ideales patrimoniales, los conserve y defienda, a excepción de los apátridas escuálidos o no, de los que un puñado de ellos se han apartado de nuestra sensibilidad doméstica, creyéndose los amos del valle y se han entregado a la burguesía mundial que los protege y defiende con la anuencia del Departamento de Estado.
No hay algo que incomode más de los pillos que como corruptos se amparen detrás del telón de la República, carcomiendo sus instituciones silenciosamente al trasluz del apoyo de cómplices que los hay y, otros con más descaros no lo ocultan y juegan con la burocracia del Estado. Es un morbo latente que tiene vida fecunda en todo el caparazón de la vileza astuta que no deja huellas, por lo que odio oír o leer cuando dicen que, este Gobierno es el más corrupto de todos desde 1830 y, lo peor es que sale de los labios o escritos de quienes estuvieron de lleno en la IV-R en toda su extensión sin remordimiento que, me acelera más el gusto de que se combata sin miramiento en forma exponencial, caiga quien caiga, mientras el runrún continúa y sigue contaminando con su aspaviento de voces que nos consagra la terquedad de haber nacido pobres para seguir siendo pobres honradamente, mal de familia que no se pervierte con cantos de “ballenas”, decir del filósofo zuliano que se tiró en lo hondo y se ahogó en lo llano. Y en ese mismo tono no olvidar un par de consignas populares que se trasladan con acierto que refiere: “El que se va no hace falta, hace falta el que vendrá” y, “No hay mal que dure 100 años …”.
Un revolucionario año nuevo, le deseamos a todos, los que de alguna manera están involucrados con el libre albedrío de ser leales, motivo por el cual, compartimos las páginas de Aporrea, incluyendo a sus colaboradores inmediatos que hacen posible su existencia para golpear y golpear los malos resabios atascados de perversidad.
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