La crisis sistémica que vive la sociedad capitalista en el presente momento histórico, muestra un estado social patológico muy parecido al del cáncer en su fase de metastatización donde la totalidad corpórea humana muy aceleradamente pierde el balance homeostático mediante el cual sus omnipresentes factores opuestos y complementarios se unifican a través de la oscilación. Y entre los síntomas destacados de esta holística crisis capitalista se detecta el crecimiento de las instituciones hasta más allá del punto en el que su propósito, al convertirse en el logro de su subsistencia y posterior expansión infinita, genera, entre otras, las siguientes consecuencias constatables:
» Que quienes forman parte y tienen que tratar con ellas se sientan cada vez más alienados y despersonalizados.
» La amenaza y a menudo destrucción de las organizaciones en pequeña escala.
» La inevitable utilización de su influencia para perpetuar un sistema de valores sociales acordes con sus propios intereses.
» La adquisición de una naturaleza profundamente inhumana en razón de que los aspectos esenciales de sus actividades son la desmedida competencia, coacción y explotación.
» La conversión de la obtención de las máximas ganancias en el objetivo primordial y exclusivo.
» Su funcionamiento como máquinas.
» Un comportamiento basado en la creencia de que, por estar exentas de valores, se les debe permitir un funcionamiento fuera del ordenamiento moral y ético.
» Que se hagan cada vez más evidentes, los desastres ecológicos y las tensiones sociales por ellas creadas.
» La obtención de subsidios para sus tecnologías costosas, complejas y consumidoras de energía y recursos naturales.
» La creación de una tremenda escasez de personas con conocimientos simples socialmente desvalorizados.
» La explotación extrema de las personas y de los recursos naturales.
» La hábil manipulación a través de unos medios de información que hacen hincapié en la naturaleza <
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