Marx no solía hablar de sí mismo como filósofo, historiador o economista –pese a ser todo eso a la vez- sino como crítico de la sociedad y, por tanto, el método de investigación marxista es la crítica social que en este artículo utilizamos para reflexionar sobre la contraparte socialista del gigantismo capitalista de las instituciones.
A la obtención y acumulación de riquezas que identifica el propósito medular del capitalismo debemos anteponerle la socialista elevación de la autoestima de los seres humanos y el balance homeostático restaurador del ambiente y, en consecuencia, el ordenamiento de las instituciones socialistas necesariamente debe subvertir el polarizado código social capitalista en el cual subyacen los principios de la centralización, la concentración, la maximización, la especialización, la uniformización y la sincronización.
En este orden de ideas, la conjuración socialista de dicho código implica la despolarización que brota del balance homeostático de los principios de la centralización y la descentralización, de la concentración y la desconcentración, de la maximización y la minimización, de la especialización y la generalización, de la uniformización y la diversificación y de la sincronización y la diacronización. Balance éste que exige la sustitución de dicho descomunalismo por el establecimiento y la práctica de un amplio espectro de pequeñas, medianas y grandes instituciones que contribuya con óptima eficiencia en el logro del propósito medular de la sociedad socialista.
Como corolario de lo antes escrito, en las fórmulas, a través de las cuales se determinaría el tamaño adecuado de cada una de las instituciones sociales, deben poseer un influjo descollante aquellas variables que tienen que ver, por un lado, con los sentimientos de alienación y despersonalización de quienes forman parte o tienen que tratar con ellas y, por otro lado, con la capacidad que tengan para contribuir a solventar el deterioro ambiental. En general, podríamos decir que el tamaño de las instituciones resulta inversamente proporcional a la cuota de participación de la fuerza de trabajo en relación con los recursos mediáticos y objetivos, así como también es directamente proporcional al grado de armonía que con el medio ambiente tengan la tecnología y los métodos de explotación de los objetos receptores del proceso de transformación.
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