Edgardo Lander, reconocido intelectual venezolano y pensador crítico, en un artículo publicado en el libro “Ideas para debatir el socialismo del siglo XXI” (volumen II, 2009), donde reflexiona sobre el “Socialismo del Siglo XXI y la propiedad en el sector petrolero”, afirma que el SSXXI “Sigue siendo en una gran medida ejemplo ilustrativo del concepto de Ernesto Laclau significante vacío. Es decir, una propuesta que, por su débil y vaga definición, se presta a que cada cual la interprete, más o menos, a su libre albedrío, permitiendo que desde posturas ante la vida bastantes disímiles pueda adherirse la propuesta, posponiendo la resolución de esas diferencias” (p.48), como consecuencia de que “está todavía en construcción” (Ídem).
Así planteado, pareciera que la seriedad de un modelo político que está siendo implementado en países latinoamericanos, con sus éxitos y fracasos, termina siendo un ensayo sin sentido, inorgánico, fútil, estéril, que además, por su inconsistencia y debilidad no existe, es un espejismo.
En el año 2006 tuve la oportunidad de participar como ponente en VII Congreso Internacional de Psicología de la Liberación en Costa Rica, de lo cual se derivó una publicación en el 2007 denominada “Psicología de la Liberación en el contexto de la Globalización Neoliberal”, donde expreso las bondades de que el Nuevo Socialismo o SSXXI sea un concepto y un proceso en construcción, cosa además que termina siendo la virtud más contundente y democrática del mismo.
Un SSXXI que cuestione al conocimiento individual e individualizante, que privilegie el saber colectivo y se base en la ética colectiva para cuestionar lo incuestionable, teniendo en cuenta la especificidad histórica y cultural del conocimiento, asumiendo que el mismo se genera en procesos sociales, y que el conocimiento se basa en su dimensión simbólica, sobre la cual hay que reflexionar para incidir en su transformación, es sin duda un concepto y un modelo en construcción permanente, lo que permite desarrollar en pleno la creatividad cultural.
Pero a pesar de la flexibilidad del SSXXI como concepto, tiene un precedente histórico innegable designado por su propio nombre, el socialismo antes del siglo XXI, sin embargo en el texto derivado de la ponencia advierto que “…la construcción de un “Nuevo Socialismo”, pasa por afectar las bases actuales sobre las que se cimienta nuestra sociedad, contextualizando nuestra realidad a partir de referentes históricos claros, reconociendo la participación social en la construcción de una forma política con orientación humanista, sin ataduras a las cargas históricas del concepto “socialismo” y en reconocimiento de sus principios fundamentales.” (p.292)
¿Es entonces, respetado Lander, el SSXXI un significante vacio?, o por el contrario es un concepto cargado de significado para los pueblos oprimidos y controlados por el pensamiento único. Es seguro que, bajo los viejos dogmas del pensamiento, siendo el SSXXI un modelo sin dogma ni recetas, su grado de dificultad complejiza su comprensión, y seguramente las formulas convencionales de interpretación de la realidad no alcancen para poder analizar su impacto, eso es lo que termina siendo lo más importante del SSXXI, y es ahí donde se presenta su reto más inmediato.
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