Marx no solía hablar de sí mismo como filósofo, historiador o economista –pese a ser todo eso a la vez- sino como crítico de la sociedad y, por tanto, el método de investigación marxista es la crítica social dialéctica que en este artículo utilizamos para tratar el tema de la satisfacción de necesidades como pilar fundamental de la austeridad socialista.
El socialismo hereda una colosal deuda humana y ambiental que cada día se irá acrecentando hasta tanto no sea extirpado un capitalismo cuya esencia destructiva seguirá haciendo estragos hasta el último segundo de su existencia, ya que si llegara a tomar en cuenta la restitución de los daños humanos y ambientales producidos por su devastador proceso de desarrollo no podría concretar la obtención de ganancia alguna debido a que los precios se harían inaccesibles a la inmensa mayoría de consumidores.
Bajo la mirada crítica de Carlos Marx, en el proceso capitalista de producción, distribución y consumo de bienes y servicios, en general, interviene el trío de partícipes constituido por los sujetos, medios y objetos. Sujetos que conllevan menguas parciales restituibles mientras, simultáneamente, disfrutan el incremento de sus destrezas; medios que sobrellevan las parciales depreciaciones física y moral generadas por el uso y el avance tecnológico y, objetos que sufren desvalorizaciones totales.
En consecuencia, los costos de producción, distribución y consumo de las mercancías resultan de la sumatoria de los valores de reposición del subjetivo trabajo asalariado, de la mediática depreciación y de una objetiva desvalorización que no toma en cuenta la reposición del pasivo ambiental por éste generado. Para determinar el precio capitalista, a este costo se le adiciona la ganancia mediante la cual disfraza el carácter explotador de la plusvalía.
Dada la íntegra desvalorización de los pasivos ambientales establecida por el capitalismo a todo lo largo de su devenir histórico, del cálculo, a grosso modo, del monto acumulado de la explotación de la fuerza de trabajo y de la consiguiente expropiación de los asalariados, resulta un débito que sólo en este renglón asciende a la cifra astronómica dada por la sumatoria de los patrimonios de todos los capitalistas del mundo y si a ésta sólo le añadimos el costo de subsanar la totalidad de los daños ambientales implícitos en el calentamiento global, concluimos en que dicha deuda social se hace absolutamente impagable dentro del marco capitalista.
Ahora bien, el carácter trascendente del propósito medular del socialismo, el encuentro con un estilo de vida preñado del progresivo desarrollo integral del potencial humano y de la preservación ecológica del medio ambiente, obliga moralmente a dicha mancomunidad social a establecer y practicar el pago de dicho gravamen y, en consecuencia, el estilo de vida del socialismo deberá estar signado necesariamente por una austeridad que permita vivir en la abundancia en medio de la escasez.
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