La paja y la semilla

¿Demencial Socialismo?

Primera aclaratoria: existen diversos horizontes de socialismo, desde aquellos que parten de la centralidad del poder popular, los movimientos sociales, la alianza de un frente amplio de izquierda, para construir la hegemonía democrática y socialmente incluyente, hasta aquellos que le rinden culto a los aparatos: partido-único, estatismo autoritario, planificación burocrática, liderazgos que encarnan formas de hegemonía autoritaria (Stalin-Hoxha-Ceausescu dixit).

Apostamos por los primeros, impugnamos los segundos.

Por otra parte, distinguimos planos: abajo, el “proceso popular constituyente”; arriba: luces y sombras del “gobierno bolivariano”. Quien sepa leer que lea: No sacrificaremos la voluntad de la crítica radical por el fanatismo de la lealtad ciega. Léase además: no votaremos por proyectos de derecha, menos por los nostálgicos de aquel golpe y decreto de abril.

Segunda aclaratoria: No hay “dos izquierdas”: la bien-pensante (Castañeda-Villalobos-Petkoff dixit) y la demencial-populista (los “Heidegger” de Chávez). Hay múltiples matices, corrientes y variantes de Socialismo(s).

Basta apreciar las singulares experiencias históricas o, por ejemplo, el texto clásico de Kolakowski, para reconocer que existen: a) marxismo(s), b) socialismo(s) marxista(s), c) socialismo(s) no marxista(s), d) Socialismo(s), donde habitan marxistas y no marxistas.

Por tanto, es posible construir tanto socialismos participativos, pluralistas, libertarios, construyendo espacios para las democracias socialistas, como socialismos autoritarios, burocráticos, monolíticos, que construyen regímenes despóticos. Apostamos por los socialismos desde abajo, por las democracias radicales.

Rechazamos las generalizaciones simplificadoras (¡El socialismo es el estalinismo!, ¡La democracia es burguesa de todas formas!), pues encubren y participan en tácticas de polarización/reducción del discurso. ¿Con que fines se impone el estereotipo? Control del discurso, control del pensamiento, control la influencia y persuasión social (Chomsky/Van Dijk dixit).

Tercera acotación: Margaret Thatcher será siempre más clara en sus intereses, pasiones y prejuicios, que nuestros ex marxistas reciclados en los axiomas de la “servidumbre liberal”: “preferencias individuales”, “soberanía del consumidor”, “utilidad marginal”, “escasez” y “céteris páribus”.

Gramsci lo decía con precisión: la apología del individualismo posesivo (McPherson dixit) es un tipo de “conformismo social”; efecto sedimentado de discursos, prácticas e instituciones históricas.

Cuarta aclaratoria: hacemos una lectura política de Marx. No desde el "Socialismo Científico", sino desde los saberes contra-hegemónicos, saberes de lucha. No buscamos “leyes históricas” ni un nuevo "continente científico".

Las luchas define tendencias y contra-tendencias en los procesos conflictivos de las sociedades históricas. Definen modos de regulación político, regímenes de acumulación y proyectos históricos Pero el prius no corresponde a una supuesta legalidad científica, calcada de la racionalidad de la ciencia normal de la física, química o biología del siglo XIX, sino a la acción histórico-colectiva. Correlación de fuerzas contra ley objetiva del valor.

No hay que estudiar 50 años de marxismo, para repetir (por una degradación neo-positivista de la crítica negativa) las refutaciones contra Marx de Ludwig von Mises o Eugen von Böhm-Bawerk. O suponer arrogantemente (ex cathedra) que la disputa entre individualismo metodológico y estructuración histórico-cultural, ha sido apodícticamente zanjada por el modelaje de la “teoría de juegos”, o alguna variante neoclásica del “equilibrio general” (¿Dijo usted “grupo de septiembre”?)

Si se tratara de re-crear el slogan de Thatcher, con efectos sofísticos de la “Academia”: No hay alternativa- TINA, sería indispensable pasar de la crítica al “demencial socialismo” a explicitar el “proyecto histórico” de la “academia liberal” contra al “populismo revolucionario” (Diane Raby dixit)

Quinta aclaratoria: “El orden del discurso”. Michel Foucault afirmó la existencia de procedimientos de exclusión de los discursos: por ejemplo, separación entre “razón/locura” (a propósito del “demencial socialismo”), o verdadero/razonable (a propósito de la "academía científica"). El discurso, el saber, la voluntad de verdad, no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha.

Habrá que colocar entre-paréntesis la pretensión de poseer “el discurso de la razón”, la “evidencia incontestable”, la "facticidad histórica, teórica y empírica".

Quien decide ser cómplice de la razón estratégica de la estructura de mando del Capital, del “principio de rendimiento” (Marcuse dixit), o del “discurso-amo capitalista” vive su sujeción ideológica con... "libertad": ¡Sed felices instrumentos del mercado: consumid, innovad, enriqueceos!

Para este horizonte, la palabra del “demencial socialismo” es nula, sin valor, no contiene ni verdad ni importancia, no puede participar en la construcción ético-política de la justicia material. Pues la justicia pretende ser declarada patrimonio exclusivo de la “ética liberal”; es decir de la estrategía política liberal.

Sin ingenuidades: En el “prestigió” de las “academias” se juega la “voluntad de saber”, con sus “sistemas de coacción y de exclusión” de las otras voces, saberes y conocimientos (¿Ha leído la “Academia” el “Homo Academicus”? Bourdieu dixit).

¿Quienes son los policías del espíritu? ¿Quiénes, los “perros guardianes”? ¿Quiénes los funcionarios orgánicos de cuál voluntad de poder?

No recordemos más el espectro de Carmona Estanga. Como diría Baudrillard: “El Golpe de abril no ha tenido lugar”. ¡Fue un vacio de poder!, diría nuestro pichón de Berlusconi: Ravell.

Esto dijeron una mayoría de “Académicos”, evaluando imparcialmente "pruebas, testimonios, hechos y evidencias". Los golpistas estaban preñados de "buenas intenciones". El discurso de la economía politica burguesa y del derecho liberal hacen nudo, pues comparten idénticos presupuestos.

Reaparecen los espíritus nostálgicos de Bismark y sus “leyes anti-socialistas”.

¡Paredones, cárceles y manicomios para los “rojos”!

¿Exageraciones? Tal vez sea una “razonable” y “democrática” “agenda legislativa”.

¡Ament meminisse periti!



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Javier Biardeau R.

Articulista de opinión. Sociología Política. Planificación del Desarrollo. Estudios Latinoamericanos. Desde la izquierda en favor del Poder constituyente y del Pensamiento Crítico

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