Han sido muchas las personas que me han preguntado en la calle si me postulo como precandidato o aspiro en las elecciones de base del PSUV a diputado, han sido diversas las llamadas, mensajes de texto y expresiones de solidaridad de muchas personas allegadas y ajenas, quienes han visto en mí alguna potencialidad para ser miembro de la Asamblea Nacional. A todas estas personas les dedico este breve análisis y mis razones:
Decidir ser candidato a la Asamblea Nacional por el PSUV en un proceso de autopostulación, desde mi modesta visión, es más un problema de egos o de macollas previas, que de evaluación personal o colectiva de capacidades y competencias. El PSUV al establecer un mecanismo “democrático” para la elección de sus diputados por la base, aún a pesar de haber establecido algunas pautas y perfiles para tal fin, no ha logrado incidir en la transformación de la cultura electoral de nuestro pueblo, que se basa en una concepción de democracia liberal burguesa, que sin duda, mina nuestra psiquis, estableciendo como parámetro básico de elegibilidad, el desplazamiento o la competencia.
Aspirar a ser diputado por el PSUV pasa, entre otras cosas, por ser parte de alguna de las tendencias más fuertes, además implica no tener mucha capacidad crítica sino lealtad incondicional ante alguno de los históricos del proceso, lo que pareciera crear una nueva casta de gendarmes necesarios dentro de una organización política definida como socialista.
Han sido once años de desarrollo vertiginoso en el proceso político venezolano, viendo quedarse atrás muchos actores políticos con una alta capacidad de negociación y “macolleo”, tal y como los formara en su máxima expresión el Partido Acción Democrática (AD) por más de 50 años, sin embargo, sigue siendo la misma escuela la que se repite como modelo político-partidista, sin ninguna perspectiva de ser superada por lo menos por ahora.
Realidades como el de las “listas preconcebidas”, que son postuladas por los que dicen ser “ungidos” por el líder, siguen determinando el acceso al control de las maquinarias que terminan imponiéndose en los procesos electorales internos, donde muchos militantes afirman votar por quien le ofrezca o consiga trabajo, o por aquel que le pueda resolver algún problema personal porque “mi compadre trabaja con él o ella”. Sin embargo, existe un pequeño margen de “voto consciente” que define su elección con base en criterios racionales, y aunque pareciera incrementarse este sector, todavía no posee ninguna magnitud de importancia.
Sin duda alguna, ha sido un avance significativo en la historia venezolana ir a procesos electorales donde existen fuertes regulaciones en el proceso de campaña, no permitiéndose el derroche de recursos en la vanidad de afiches, pancartas, etc., pero esto a su vez, impide a quienes no tienen acceso a los medios y nunca han sido “ungidos” por algún líder, den a conocer su rostro y mucho menos sus ideas, ya que el proceso de campaña se limita supuestamente a una serie de Asambleas de Militantes, organizadas por aquellos que tienen los recursos para convocarlas y que a su vez le dicen a los convocados por quién votar, convocando además, sólo a los candidatos que les conviene invitar.
Desde mi perspectiva, existen cuatros tipos de precandidatos:
1.- el “Ungido”, aquel que tiene padrino y ya está predestinado a ser el candidato. A su vez, pueden haber dos tipos: los que tienen algunas ideas y los que sólo tienen padrino.
2.- el “Adoptable”, aquel que no tiene padrino pero quiere tenerlo y lanzándose aspira a que alguien lo adopte, este puede tener ideas o un gran ego.
3.- el “Espontáneo”, aquel que piensa tener la capacidad y la potencialidad, arriesgándose a ver qué pasa, este puede tener ideas y un gran ego, o las dos al mismo tiempo.
4.- el “Utópico-Romántico”, es aquel que por sus potencialidades y cualidades podría ser un buen candidato pero no tiene ni padrino ni estructura, y aunque lo tuviera desea que lo elijan por sus ideas, sus propuestas o sus hechos.
Pero al final, pareciera que todos olvidan algo al momento de postularse o de apadrinarse, y es el hecho de que ni éstas son las elecciones a diputado, ni éste proceso eleccionario será como el anterior, donde la oposición golpista convencida de que sacarían a Chávez por la fuerza, no asistieron a las elecciones de la Asamblea Nacional.
Con base en todo lo anteriormente mencionado, pareciera que en este momento, autopostularme para precandidato a diputado debería pasar por ser parte de una de las tendencias duras del Partido, tener un Padrino “ungido” por el líder, tener una maquinaria, tener un ego muy grande, pretender arriesgarme a la suerte, o querer pecar de ingenuo.
Y aunque de todas las opciones, la que más me gustaría ser es “Utópico-Romántico”, actualmente no cumplo con ninguno de los requisitos que realmente se necesitan en este proceso eleccionario para ser candidato a diputado, léase: “ser ungido por el líder, tener padrino y/o maquinaria o tener un ego muy grande”, por lo que mi ánimo y mi capacidad autocrítica y crítica, no me permiten hacer lo que creo que sería “arar en el mar”, por ahora.
Quizás cuando los “Utópicos-Románticos” tengan alguna posibilidad de ser diputados, o cuando formulemos un método realmente socialista que de posibilidades para aquellos que no son parte de las estructuras de la adequidad o irónicamente cuando aprenda a ser parte de esas estructuras, entonces estaré en este plano de la lucha.
Mis mejores deseos para aquellos que aspiren a ser diputado, pero aún mayor es mi deseo para aquellos que queden electos por la base, ya que no será fácil ir a unas elecciones donde nos jugamos la continuidad o no del proceso, por eso, creo fundamentalmente que este no puede ser un evento para medir egos, ni para medir fuerzas tendenciales o tendenciosas dentro del PSUV, sino para demostrar el crecimiento y la fortaleza ideológica - gerencial de nuestros cuadros políticos, germen esencial para el desarrollo del socialismo posible.