Han sido reiteradas,
muy emocionadas y sentidas las expresiones de afecto, de solidaridad
y de simpatía por lo reflexionado en el artículo publicado en Aporrea,
el 9 de marzo del 2010, denominado “El porqué no soy precandidato
a diputado en las elecciones de base del PSUV” http://www.aporrea.org/
Al categorizar desde mi perspectiva, la existencia de cuatro tipos de precandidato, a saber:
1.- el “Ungido”, aquel que tiene padrino y ya está predestinado a ser el candidato. A su vez, pueden haber dos tipos: los que tienen algunas ideas y los que sólo tienen padrino.
2.- el “Adoptable”, aquel que no tiene padrino pero quiere tenerlo y lanzándose aspira a que alguien lo adopte, este puede tener ideas o un gran ego.
3.- el “Espontáneo”, aquel que piensa tener la capacidad y la potencialidad, arriesgándose a ver qué pasa, este puede tener ideas y un gran ego, o las dos al mismo tiempo.
4.- el “Utópico-Romántico”, es aquel que por sus potencialidades y cualidades podría ser un buen candidato pero no tiene ni padrino ni estructura, y aunque lo tuviera desea que lo elijan por sus ideas, sus propuestas o sus hechos.
Es evidente que mi pretensión no es ser totalmente excluyente con otros tipos de precandidatos o con combinaciones de los mismos, pero sobre todo, valoro la importancia de la sana aspiración y la valoración del ego como una condición humana distinta a la vanidad o a la egolatría.
Por otra parte, reconozco la necesidad de estimular el surgimiento de más “Útópicos-Románticos”, que vuelvan a nuestra revolución a sus raíces más primigenias, basadas, como un día me dijo Juan Carlos Monedero (intelectual español comprometido con el proceso venezolano), en la felicidad, en la alegría, en la esperanza, en el amor, pero a su vez, en la capacidad, eficiencia, compromiso, lealtad, sacrificio y acciones concretas.
Los “Utópicos-Románticos” nace como categoría, en un episodio de mi vida (disculpen el anécdota personal), en la Universidad Bolivariana de Venezuela, donde las nuevas autoridades para ese momento designaron a uno de sus directores para hacer un trabajo de análisis y caracterización de los distintos grupos que hacíamos vida dentro de la misma, resultando como producto final: Los pragmáticos, Los Utópicos-Románticos, etc. Según estas autoridades, pretendiéndome descalificar, afirmaban que yo encabeza este grupo. Afortunadamente era así, era una de sus tantas cabezas, aunque para ellos nosotros éramos “los pendejos”, esa categoría encajaba perfectamente con nosotros, y por ello fuimos todos sacados de ella, por nuestras luchas y por nuestro compromiso con el proceso.
El artículo anteriormente mencionado condujo a unas críticas muy pertinentes por parte de los lectores, ¿porqué aquellos utópicos-románticos que creen que tienen la capacidad de transformar la realidad no asumen el compromiso ético de intentarlo para lograrlo?, ¿cómo podemos dejar éste proceso en manos de pragmáticos, y no hacer nada para evitarlo, a pesar de las maquinarias consagradas y las tendencias en pugna?
En este análisis pretendo dar mi respuesta, y será breve, reconozco mi error, y asumo ser un “Utópico-Romántico” en combate, me inscribo para eso, asumo el compromiso y cuento con los otros que como yo piensan que debemos profundizar la transformación, “Utópicos-Románticos, uníos”, mayor será la ganancia que cualquier derrota.
