Entrevistando imaginariamente a Marx sobre lo tratado en:

El capítulo III de “El Capital” (III)

¿Qué exige el cambio de forma en que se realiza el cambio de materia o el metabolismo de los productos del trabajo?

El cambio de forma en que se realiza el cambio de materia o el metabolismo de los productos del trabajo (M -D- M), exige que el valor de que se trata constituya el punto inicial del proceso como mercancía y retorne como mercancía al punto del que partió. Trátase, pues, de un movimiento cíclico. Más por otra parte, esta forma excluye el movimiento cíclico del dinero. Su resultado consiste en alejar constantemente al dinero de su punto de partida, no en hacer que retorne a él. Mientras el vendedor tiene en sus manos el dinero como forma transfigurada de su mercancía, ésta no ha salido todavía de la fase de su primera metamorfosis o sólo ha recorrido la primera mitad de su proceso de circulación. Al finalizar este proceso (vender para comprar), el dinero desaparece de manos de su primitivo poseedor. Por tanto, la forma dinámica que la circulación de mercancías imprime directamente al dinero es su constante alejamiento del punto de partida, su tránsito de manos de unos a otros poseedores de mercancías.

El curso del dinero acusa la repetición constante y monótona del mismo proceso. La mercancía aparece siempre al lado del vendedor y el dinero acompaña al comprador, como medio de compra. Cumple sus funciones como tal medio de compra, al realizar el precio de las mercancías. Y al hacerlo, transfiere la mercancía de manos del vendedor a manos del comprador, a la par que él -el dinero- pasa de las manos de éste a las de aquel, para repetir luego el mismo proceso con otra mercancía. El carácter propio de la circulación de mercancías suscita la apariencia contraria. El dinero desplaza continuamente a las mercancías de la órbita de la circulación, pasando a ocupar sin cesar su puesto como medio circulatorio y alejándose con ello de su propio punto de partida. Por eso lo que es resultado de la circulación de mercancías, el desplazamiento de una mercancía por otra, parece que no respondiese al propio cambio de forma de las mercancías, sino a la función del dinero como medio de circulación, que hace circular a las mercancías, inmóviles de suyo, transfiriéndolas de manos de aquel para quién representan no-valores de uso a manos de quién las busca como valores de uso, siempre en sentido opuesto al de su propio curso.

Por otra parte, el dinero sólo desempeña las funciones de medio de circulación por ser el valor sustantivo de las mercancías. Por tanto, su movimiento como medio de circulación no es en realidad, más que el movimiento formal de las propias mercancías. Por eso es lógico que ésta se refleje, incluso de un modo tangible, en el curso del dinero.

Ocurre algo semejante a lo que sucede con las personas y los vagones de un sistema ferroviario, ya que aún cuando su propósito es la transportación de las personas, sin embargo, si se filmara un video de este proceso nos conseguiríamos con unos vagones que se mantienen presentes de principio a fin, mientras las personas transportadas tienen una presencia imperdurable. Si sustituimos los vagones por el dinero y las personas por las mercancías, entonces, transformamos el proceso que se desenvuelve en el sistema ferroviario, en el proceso de circulación de mercancías.


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Nicolás Urdaneta Núñez


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