¿Cuáles son las diferencias entre las fases contrapuestas del proceso de circulación?
En la circulación M – D – M, el dinero acaba siempre convirtiéndose en una mercancía, empleada como valor de uso. Por tanto, aquí, el dinero se gasta definitivamente. En cambio, en la forma opuesta, D – M- D, el comprador sólo desembolsa dinero para volver a embolsarlo como vendedor. Al comprar la mercancía, lanza a la circulación dinero, para volver a retirarlo de ella vendiendo la mercancía que compró. Sólo se desprende del dinero con la intención premeditada de volver a apoderarse del él. No hace, por tanto, más que adelantarlo.
En la forma M – D – M, la misma pieza de dinero cambia de sitio dos veces. El vendedor la recibe de manos del comprador, para entregarla enseguida a otro vendedor. El proceso total, que comienza recibiendo dinero por mercancía, termina entregando dinero por mercancía. Al revés de lo que ocurre en la forma D – M – D. Aquí no es la misma pieza de dinero, sino la misma mercancía la que cambia dos veces de mano. El comprador la recibe de manos del vendedor, para ponerla enseguida en manos de otro comprador. Y así como en la circulación simple de mercancías al cambiar dos veces de sitio la misma pieza de dinero, ésta pasa definitivamente de una mano a otra, aquí, al cambiar dos veces de sitio la misma mercancía, el dinero refluye a su punto de partida inicial.
El reflujo del dinero a su punto de partida no depende del hecho de que la mercancía se venda más cara de lo que se compró. Esta circunstancia sólo influye en la magnitud de la suma de dinero que refluye. El fenómeno del reflujo se produce tan pronto como la mercancía comprada vuelve a venderse, es decir, tan pronto como se cierra el ciclo D – M – D. Entre la circulación del dinero como capital y su circulación como dinero pura y simplemente, media, pues, como se ve, una diferencia perceptible a través de los sentidos.
El ciclo M – D – M se recorre en su totalidad tan pronto como la venta de una mercancía arroja dinero y éste es absorbido por la compra de otra mercancía. Si, a pesar de ello, el dinero afluye a su punto de partida, es porque todo ese proceso se renueva o repite. Si vendo una camisa por 60 bolívares y con esos sesenta bolívares compro veinte kilogramos de azúcar, habré invertido definitivamente en lo que a mí toca, esta cantidad. Esos sesenta bolívares ya no tienen nada que ver conmigo. Han pasado a manos del productor de azúcar. Si vendo una segunda camisa, volverá a refluir a mis manos dinero, pero no ya en virtud de la primera transacción, sino por obra de otra distinta. Y este dinero se alejará de mí tan pronto como cierre la segunda transacción y vuelva a comprar. Por tanto, en la circulación M – D – M, la inversión del dinero no tiene absolutamente nada que ver con su reflujo. En cambio, en el ciclo D – M – D el reflujo del dinero está directamente condicionado por el carácter de su inversión. De no producirse este reflujo, la operación fracasa o el proceso se interrumpe y queda truncado, por falta de su segunda fase, o sea de la venta que completa y corona la compra.
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