Entrevistando imaginariamente a Marx sobre lo tratado en: El capítulo IV de “El Capital” (IX)

¿Cuál es la razón de que en su análisis de la forma básica del capital, hasta el momento haya prescindido del capital comercial y del capital a interés?

Por muchas vueltas que le demos, el resultado de la circulación de mercancías será siempre el mismo. Si se cambian equivalentes, no se produce plusvalía, ni se produce tampoco aunque se cambien valores no equivalentes. La circulación o el cambio de mercancías no crean valor.

Esa es la razón de que en nuestro análisis de la forma básica del capital, de la forma en que éste determina la organización económica de la sociedad moderna, prescindamos totalmente, por el momento, de sus manifestaciones vulgares y antediluvianas, por decirlo así: el capital comercial y el capital a interés.

En el verdadero capital comercial, es donde se presenta con mayor pureza la forma D – M - D’, comprar para vender más caro. Además todo él se mueve dentro de la órbita de la circulación. Pero como es imposible explicar la transformación del dinero en capital, la creación de plusvalía, ateniéndose exclusivamente a la circulación, el capital comercial se representa como una imposibilidad cuando versa sobre el cambio de equivalentes, y por eso procura explicársele por el doble engaño de los productores de mercancías que las compran y las venden y que son víctimas, por igual, del comerciante que parasitariamente se interpone entre unos y otros. Para que la valorización del capital comercial no se nos represente como una simple estafa de que se hace víctima a los productores de mercancías, tiene que darse una larga serie de eslabones intermedios, que, por el momento, no se dan, puesto que aquí nos hemos de atener a la circulación de mercancías en su aspecto simple.

Y lo que decimos del capital comercial es también aplicable, en mayor grado todavía al capital a interés. En el capital comercial, los dos extremos, el del dinero que se lanza al mercado y el del dinero que en cantidad mayor se retira de él, aparecen por lo menos enlazados mediante una compra y una venta, mediante el movimiento de la circulación. En cambio, en el capital a interés la fórmula D – M – D’ se reduce a los dos extremos escuetos D – D’ dinero que se cambia por más dinero, fórmula que contradice a la naturaleza del dinero y que es, por tanto, inexplicable desde el punto de vista del cambio de mercancías. Y el interés es dinero de dinero, es decir, la más antinatural de todas las formas de lucro.

En el curso de nuestra investigación, nos encontraremos con el capital comercial y con el capital a interés, como formas derivadas, y veremos también por qué, históricamente, estas formas son anteriores a la forma básica moderna del capital.


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Nicolás Urdaneta Núñez


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