El reconocido cronista y periodista humorístico don Oscar Yánes, opinando sin humor, sostuvo en una de sus columnas en “El nuevo país”, que “… Venezuela ya oficialmente es una dictadura comunista”; es decir, la dictadura es el país y no el Estado o el gobierno o el presidente.
Con el perdón de don Oscar Yánes, a ningún cronista –mucho menos a un historiador o sociólogo- está permitido jugar con los términos, conceptos o categorías históricas. Es verdad, que hasta cierta escala es permisible usar un término o concepto para identificar fases “semejantes” en la teoría pero realmente diferentes en la práctica histórica. Lo hicieron Marx y Engels, lo hicieron Lenin y Trotsky, entre otros grandes del pensamiento social, pero también supieron que insistir, luego de traspasar la línea que separa realmente una fase de la otra, en esa semejanza era caer en el abismo de fatales errores doctrinarios o históricos. Tal vez, en otra oportunidad se podría desmenuzar muchos e importantes ejemplos de la materia, porque los errores de Marx, de Engels, de Lenin y de Trotsky fueron grandes como gigantescos sus virtudes y que fueron mayoría ante los primeros.
Decir Estado no es lo mismo que Nación o ésta que Pueblo. No es lo mismo, por ejemplo, decir Gobierno que Estado como no es País igual que Clase social. Señalo esas categorías, porque la política se encuentra frente a ellas a cada instante y, además, son de obligatorio estudio y uso mientras exista modo de producción que se sustente en la existencia de la lucha de clases. Quien diga que la globalización capitalista acabó, para siempre, con las ideologías y con las contradicciones de clase, desconoce –por una u otra razón- que más bien lo que ha hecho es: agravar al extremo las segundas e incentivar al máximo la lucha entre las primeras.
Creo que don Oscar Yánes algo ha leído de marxismo, porque así lo indica el mismo hecho de hablar o escribir de “dictadura comunista”. Lo que sí creo, igualmente, y que me disculpe don Oscar Yánes, es que lo leyó o lo estudió al revés o no quiso ponerle el interés de un buen entendimiento.
El comunismo es un modo de producción con su base estructural y su superestructura que le caracterizan de una manera totalmente diferente al capitalismo. Sin embargo, Marx y Engels, precisamente, para distinguir las fases del modo de producción comunista identificaron la primera como socialismo y la segunda como comunismo. Pero, además y evitando confusiones doctrinarias, agregaron que entre el capitalismo y el socialismo media un período de transición que se caracteriza, especialmente, por el establecimiento de la dictadura del proletariado.
Marx fue suficientemente claro y preciso en el uso de los conceptos o de las categorías históricas. Quien no quiera entenderlo, no es culpa de Marx sino de esos fetiches que el capitalismo pone de moda para justificar sus niveles de explotación y de opresión de unos sobre otros, de los pocos sobre los muchos. Esta es la verdad y no otra. Sobre la ignorancia de los muchos –y conste que en nada estoy señalando que don Oscar Yánes sea un ignorante, porque más bien creo que sí goza de un respetable nivel de cultura- se levanta la resignación a la esclavitud social. El capitalismo goza y eyacula de esa realidad para garantizar que la mano de obra esclava le produzca su riqueza o su plusvalía.
Marx, en carta a Weydemeyer, dijo: “… Por lo que a mí se refiere, no me3 cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases ni en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía de éstas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases…”. Más claro no canta un gallo. Sépase, además y aunque los ideólogos de la burguesía no lo crean, la dictadura del proletariado le facilita espacio suficiente al genio humano cuando pone a disposición un horizonte a la sociedad mucho más vasto cuanto más esa dictadura comience a extinguirse como dictadura, y valga la redundancia, aunque ésta simbolice la barbarie pasada y no la cultura del porvenir.
Si se hace un buen entendimiento de lo expuesto por Marx, es fácil llegar a la conclusión, aceptada sin medias tintas por los historiadores y economistas burgueses antes que Marx, de que una sociedad basada en clases sociales antagónicas, donde una es explotadora y la otra explotada, no puede concebirse sin Estado de clase y éste sin un gobierno que representa la dictadura de la clase dominante. Eso está de anteojito y no requiere de lupa para observarlo. ¿Cuál nación capitalista, desarrollada o subdesarrollada, vive sin un Estado que se sitúa por encima de la sociedad para garantizar, fundamentalmente, el orden público en función de los intereses económicos de la clase dominante de un modo de producción que se rige por las leyes de la lucha de clases? ¿Es eso o no una dictadura de clase, de Estado, de gobierno o de Presidente o mandatario? Creo, que con argumentos convincentes don Oscar Yánes ni nadie podría dar una respuesta científica y valedera negándolo.
Vivimos, hay que repetirlo cuantas veces sea necesario y creo que don Oscar Yánes lo sabe, en un mundo que se desenvuelve en el contexto de la lucha de clases, con intereses de toda índole diametralmente opuestos y donde son los factores económicos, esencialmente, los que imprimen el curso de la historia sin negar que los elementos superestructurales (política, ideología, religión…) jueguen un rol destacado o de gran importancia en la lucha de clases. Trotsky nos dice algo que debemos tener presente: “En sociología marxista, el punto de partida de todo análisis es la definición de clase de un fenómeno dado, sea estado, partido, filosofía, tendencia, escuela literaria, etc. En muchos casos, sin embargo, la mera definición de clase es inadecuada, puesto que una clase consta de diferentes estratos, pasa por distintos estados de desarrollo, bajo diferentes condiciones, o está sometida a la influencia de otra clase. Es preciso tener en cuenta, en ese caso, esos factores secundarios o terciarios para redondear el análisis y, según nuestra intención, lo tendremos en cuenta total o parcialmente. Pero para un marxista, el análisis de un fenómeno es imposible sin una caracterización de clase de dicho fenómeno”. Por supuesto, eso no significa que sea obligatorio para quienes no comulguen con el marxismo.
Y si ha quedado alguna laguna con lo anteriormente expuesto, volvamos a citar a Trotsky cuando nos dice: “Desde el punto de vista marxista, una política es correcta en la medida en que <concentre> profunda y extensamente la economía; esto es, expresa las tendencias progresiva de su desarrollo. Por ello basamos nuestra política, por y sobre todo, en el análisis de las formas de propiedad y de las relaciones de clase. Sólo sobre esas bases teóricas podemos hacer un análisis correcto de factores de la <superestructura>”. Por supuesto, nadie que adverse al marxismo está obligado a regirse por esa metodología de análisis.
¿Por qué nunca ha habido ni habrá dictadura comunista?
Tomando en cuenta que nunca ha habido una experiencia de construcción de la fase que Marx denominó comunista del modo de producción comunista, entenderán que me limitaré a la teoría (marxismo) en la cual creo y tengo la plena confianza vencerá un día todos los obstáculos sociales del capitalismo cuando el proletariado sin fronteras se decida hacer su revolución comunista para emanciparse a sí mismo y a todos los explotados y oprimidos en la Tierra.
Para los marxistas el último acto de fuerza y de fortalecimiento del Estado, para iniciar su proceso de extinción, lo ejerce la dictadura del proletariado al dar prioridad a los elementos de socialismo sobre los de capitalismo. Cuando éstos ya no resistan, vayan cediendo terreno y la propiedad estatal inicie su indestructible camino de transformarse en propiedad social aboliendo toda manifestación de propiedad privada, entonces ya no existirá ninguna razón para que el Estado (dictadura del proletariado) siga teniendo vigencia. En el socialismo desarrollado, así lo han dicho y escrito los grandes cerebros del marxismo, se extinguirá el Estado al desaparecer las clases sociales con sus contradicciones e intereses opuestos. Sólo vestigios del derecho burgués pasarán con vida a la fase comunista y allí encontrarán su muerte y sepultura para siempre cuando la humanidad trabaje de acuerdo a sus capacidades y obtenga bienes de acuerdo a sus necesidades, es decir, cuando el reino de la libertad supere con creces y para siempre al reino de las necesidades. Esa es la fase comunista de que habló y escribió Marx y deben creer que es así y no de otra manera todos los marxistas de cualquier género. En esa fase, no hay ninguna posibilidad de dictadura de clase o de dictadura comunista, porque la humanidad se administrará por sí misma sin necesidad de organizaciones políticas o de instituciones políticas. Será suficiente, siendo todos los miembros de la humanidad estudiados y cultos, garantizando más avance en esos aspectos a las nuevas generaciones que nazcan, que la vida social no tenga más control que la educación, el hábito y la opinión pública.
No espero, si llega a leer esta opinión, que don Oscar Yánes cambie de criterio o reconozca que está equivocado. No, interesa es que quienes esta opinión lean se motiven a escudriñar, a investigar o estudiar la materia para que lleguen, por sí mismos con pleno conocimiento de causa, a tomar sus decisiones teóricas convencidos que están en lo acertado y en capacidad de exponer sus criterios con argumentos científicamente comprobados. Nada es más importante para quienes estudian cualquier ciencia que mantener una dosis de duda, porque eso los obliga a penetrar profundamente en los procesos reflexivos, ya que éstos son muy ricos cuando las personas –en lo individual o en lo colectivo- los practican o ejecutan en búsqueda de enriquecer el conocimiento.
Decir que en cualquier parte del mundo o país haya una dictadura comunista es como decir, con otras palabras, que se puede construir una feliz ciudad oscura sobre el hidrógeno del sol.