En relación a la situación de contienda permanente creada por el gobierno de Colombia con respecto a las actuaciones del Gobierno de Venezuela, hemos visto muchos planteamientos que intentan diferenciar la política seguida por el Gobierno de Uribe por la que seguiría el Gobierno de Santos. A este respecto por muy hábil que pueda resultar este planteamiento desde el punto de vista político, considero que no tiene basamentos reales en la política colombiana ya que ambos gobiernos responden a la misma estructura de clases a nivel nacional y a los mismos intereses y a la misma vinculación internacional con los gobiernos de Estados Unidos e Israel.
¿A que responden estos intereses?. En primer lugar al interés estratégico de los Estados Unidos e Israel de extirpar todas las posibles “chispas” contrarias a sus planes de dominación mundial y que pudieran cuestionarlos o ponerlos en peligro. Este interés estratégico es plenamente compartido por la oligarquía terrateniente colombiana, que no tiene ni puede tener un modelo alternativo que les garantice su supervivencia como clase política preponderante en la sociedad colombiana.
Esta integración plena entre los interés imperialistas y los intereses colombianos, quedó plenamente reflejada con la instalación de las siete+ bases militares norteamericanas en ese país, donde todos sus grupos de poder demostraron su connivencia con las mismas, ya que aleja considerablemente la posibilidad de que un alzamiento popular masivo pueda derrocar al actual régimen de derechas y se pueda establecer un régimen progresista, de acuerdo a las ultimas tendencias que se han visto en América Latina. Así las siete+ bases cumplen una doble función, ambas en beneficio del imperialismo, por una parte garantiza la seguridad de la retaguardia militar de los Estados Unidos y por la otra garantiza (¿) la continuidad de los regímenes de derecha en el continente.
Entre Santos y Uribe, considero, que no hay contradicciones en ese sentido y a partir de allí definen cuales son sus enemigos y cual es la estrategia de destrucción que deben seguir para retomar la hegemonía derechista regional plena. Por otra parte considero que tampoco hay contradicciones en los costos que esta política pueda acarrearle al pueblo colombiano, ya que este realmente no es considerado como una variable a tomar en cuenta en el desarrollo de sus políticas. Ya han demostrado desde hace décadas y con casos horrorosos en los últimos días, como el de los falsos positivos, que el exterminio en masa de su población, el genocidio, es una de las políticas que aplican sin ninguna consideración a la hora de mantener sus privilegios.
No hay que olvidar tampoco que la política de exterminio masivo ha sido aplicada sistemáticamente por los Estados Unidos e Israel, principales asesores políticos de Colombia, en todos los casos en que la lucha popular iba a desbordarlos.
El Gobierno de Uribe uso ampliamente todas las confrontaciones con Venezuela como un elemento importantísimo de su política interna, unas veces con el “allí viene el lobo” y otras para distraer a la población de los gravísimos problemas que confronta. Venezuela siempre debe ver este aspecto y no caer en situaciones que vistas como justas desde nuestro lado, son una manipulación desde aquel.
¿Cual es el fin último de esta política? Que Venezuela cometa un error o que demuestre mucha debilidad y se abra una rendija que permita una intervención, primero de supuestos organismos internacionales u ONG’s “imparciales” que creen una situación política incontrolable parecida a las revoluciones rosadas de Europa Oriental o aún mas grave, una intervención armada en regla.
Santos y Uribe, están muy claros en esto y siempre van a emprender acciones que propicien esta situación final, sumándose además a las acciones concertadas que realizan otros gobiernos derechistas como los de Chile, Panamá o el gobierno de facto de Honduras, conjuntamente con los grupos de oposición de la misma Venezuela.
Estados Unidos e Israel se encargarán siempre de que los buenos gestos, las invitaciones sinceras a la concordia, la buena voluntad, los proyectos conjuntos, etc., del gobierno de Venezuela hacia Colombia no tengan ninguna posibilidad de éxito y cuando más, funcionen solo como una distracción momentánea y que a larga se mantenga ese clima de tensión y de acusación permanente hacia nuestro país. Santos no cambiará esa política, quizás pueda modificar el estilo, pero el Gobierno de Venezuela tiene que saber con toda exactitud que sus gestos de Buen Hermano no tienen espacio dentro de la política exterior colombiana ni con este ni con el próximo gobierno.
Oscar111147@yahoo.com