Ahora que Juan Manuel Santos tomó posesión de la Presidencia de la
República de Colombia, acompañado por un flamante gabinete de gobierno,
integrado por personas de elevado nivel académico y de gran experiencia
laboral y política, resulta de interés echar una mirada a este hermano
país, para ver las reales posibilidades de éxito que tiene esta nueva
gestión, desde el punto de vista de la solución de los problemas sociales
y del desarrollo integral de la sociedad colombiana.
La verdad es que al revisar algunas cifras inmediatamente se llega a la
conclusión de que el panorama para el nuevo gobierno no es nada alentador,
ya que Colombia luce como un país muy frágil, que de nada se puede romper.
Sólo basta con ver los resultados de las elecciones donde resultó
triunfador Juan Manuel Santos. De los casi 30 millones de colombianos con
derecho a voto, el 55% se abstuvo de votar, lo que indica que la mayoría
de los colombianos se automarginó políticamente.
Otras cifras recientes revelan que el desempleo en Colombia es del 12% y
el subempleo supera el 50%, en un país con 46 millones de habitantes, de
los cuales el 43% se ubica en la condición de pobreza, y el número de
colombianos desplazados supera los 5 millones. Además, Colombia es uno de
los países en el mundo con mayores niveles de desigualdad desde el punto
de vista socioeconómico y su deuda externa asciende a 46 mil millones de
dólares, cuando sus exportaciones apenas superan los 32 mil millones de
dólares.
A lo anterior se agrega el hecho que, del territorio continental
colombiano, cuya extensión es de 1.141.748 km2, al menos 1/5 está bajo
control de los grupos guerrilleros FARC-EP y ELN, y siete bases militares
estadounidenses están siendo instaladas en dicho territorio, por lo que se
constituye en un espacio de alta conflictividad militar. Todo esto en un
marco geopolítico de tensiones con países como Nicaragua, Brasil, Ecuador
y Venezuela. Es decir, la fragilidad de Colombia está a flor de piel.
* alportillo@ula.ve