Un análisis intenso
Hoy por hoy tenemos grandes desafíos para el análisis social, lo que está sucediendo en Latinoamérica y el Caribe tiene una significación que va mucho más allá de sus fronteras geográficas.
La situación sociopolítica del continente latinoamericano ha cambiado de manera notable desde finales del siglo pasado y principio de este siglo. Si se toma como parámetro del cambio político, el año 2002, fecha en que la transición de la revolución venezolana comienza el emblemático cambio social. Sin lugar a dudas se trata del paso de las resistencias a la ofensiva.
Tal fenómeno tiene que ser analizado, con las herramientas de las ciencias sociales, es decir, tiene que ser históricamente situado, dialécticamente interpretado y puesto en su contexto global, pues no se puede negar históricamente, que Venezuela abrió el camino de la vanguardia para que el Sur tomase decisiones.
1. ¿Por qué América Latina y El Caribe sigue el proceso venezolano?
Sencillo, dentro del proceso global de la orientación neoliberal de la economía mundial, es muy interesante constatar la transformación del campo político en América Latina y lo que no ha ocurrido en los otros continentes de la periferia del capitalismo central.
Varias hipótesis pueden ser elaboradas para entender estas diferencias. La principal es que en América Latina, la fase neoliberal del capitalismo contemporáneo ha sido percibida por la mayoría de los grupos sociales como una agresión, y lo que fue de hecho, cuando en los países asiáticos, tanto los "tigres", como los países "socialistas" (China y Vietnam) y Asia del Sureste (India en particular) el más grande número lo perciben como una oportunidad.
En África, por razones de una larga y difícil construcción de su identidad política nacional, la conciencia de esta lógica de dependencia recién empieza a desarrollarse. Para comprobar estas hipótesis se puede proponer varias razones. En el plan económico, el fracaso rápido del modelo de desarrollismo propuesto por la CEPAL en los años 60, que corresponde con el modelo de Bandung (Nation Building) fue mucho más rápido en América Latina que en el contexto asiático. Grandes países como China e India, a pesar de tener regímenes políticos muy diferentes, han podido realizar este concepto durante mucho más tiempo. En el continente latinoamericano, este fracaso significó la entrada masiva del capital exterior, acompañada por una ola de dictaduras (se puede pensar al caso de Pinochet) abriendo la economía subcontinental al neoliberalismo.
También se puede añadir, que al contrario del continente asiático, no hubo prácticamente reformas agrarias en América Latina. Las iniciativas asiáticas, de tipo diverso: capitalista en Taiwán o Corea del Sur, socialista en China y Vietnam, tuvieron como resultado, o bien favorecer una transición a la industria o bien aumentar el poder de compra de las masas agrarias, por lo menos al nivel de subsistencia. En América Latina hubo relativamente poco desarrollo industrial, con excepción de algunos polos. Al contrario, en Asia, la industrialización y después la extensión de una economía de servicios han tenido un impacto significativo.
Otra diferencia fue el desarrollo en América Latina de una burguesía compradora que ha tenido muchas ventajas con el desarrollo del modelo neoliberal, al mismo tiempo que las distancias socioeconómicas aumentaban. Según Claudio Katz, economista argentino, "la carencia de un segmento gerencial competitivo es un bache de larga data, que proviene del carácter vulnerable y discontinuo que presenta la acumulación en los países periféricos" (C. Katz, 2007, 6). En Asia, por lo menos en algunos grandes países, hubo un real desarrollo de una burguesía nacional, como en India, Indonesia, Malasia y también últimamente en China y Vietnam. Estos dos países han basado su desarrollo en un modelo de capitalismo de Estado que, con la apertura al mercado, permitió la constitución de nuevas élites provenientes de la burocracia del Estado o del partido.
Finalmente, como lo señala Claudio Katz, América latina fue el lugar de las primeras crisis financieras (México, 1995, Brasil, 1999, Argentina, 2001), fruto del neoliberalismo, después de la explosión de la deuda ya en 1982. El mismo autor añade que estallidos lejanos como el desplome de la Unión Soviética y la crisis asiática tuvieron aún efectos más perdurables en la región que en sus propias zonas de origen (C. Katz, 2007, 3). Desde el punto de vista político, se puede también dar algunas razones de las diferencias. En los últimos 25 años América Latina ha conocido un desmantelamiento del Estado, bajo orientaciones determinantes del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.
En la mayoría de los países asiáticos este no fue el caso. El desarrollo de países como Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Hong Kong, se debió a la existencia de un Estado fuerte y a la planificación a mediano y largo plazo. La centralización estatal de China y Vietnam fue evidentemente predominante. En la India, la nacionalización de las industrias de base consolidó un poder político bastante extenso. El Estado en América Latina fue generalmente inconsistente, con cambios frecuentes de personal administrativo y poco impacto económico.
Podemos añadir también el hecho que la política de containment fue más fuerte en Asia que en América Latina. Se trataba de parar la extensión del comunismo presente en grandes países como China y Vietnam y por eso de construir al mismo tiempo una barrera contra el peligro (teoría de los dominós) y una ventana de desarrollo capitalista alrededor de este grupo de países. Dictaduras al servicio de nuevas élites locales y un régimen colonial (Hong Kong), impidieron el desarrollo de movimientos populares y de partidos de izquierda y por otra parte hubo también un fuerte apoyo económico occidental: acceso preferencial a los mercados y financiamiento del Estado. Así, el presupuesto de Corea del Sur fue apoyado en más de 50% por parte de los Estados Unidos durante más de 25 años. Al contrario, en América Latina, si la "amenaza comunista" estaba presente, no se apoyaba en un gran Estado potente, sino en uno de los países más pequeños del continente (Cuba) o estaba alimentada por movimientos revolucionarios locales, relativamente fáciles de controlar, en América central por ejemplo, con guerras de baja intensidad o en el Cono Sur, con regímenes militares. En comparación con África, la descolonización en América Latina había sido más antigua.
Por eso, el momento histórico de la postguerra mundial en el continente africano fue caracterizado por la recuperación de su identidad política. Las enormes dificultades de la transición postcolonial tuvieron como consecuencia centrar la atención más en el campo político que en el económico. Por otra parte, la integración continental es más fácil en América Latina, por la similitud de lenguas, cuando África esta dividida en tres grupos lingüísticos principales: inglés, francés y árabe, sin hablar del gran número de lenguas locales.
El mundo árabe vive el neoliberalismo como una ofensiva occidental de destrucción cultural, más que como una dominación económica. Esta culturización del problema sirve los intereses de las élites locales que reprimen todo movimiento social de izquierda y permite al fundamentalismo islámico de canalizar las reacciones. Cuando el imperialismo se traduce por guerras para el control del petróleo, las resistencias toman caracteres muy violentos, como se ve en Irak y en Afganistán, pero sin desembocar sobre un proyecto político postcapitalista.
Finalmente, la arrogancia de los Estados Unidos frente a los países latinoamericanos desempeñó un papel no despreciable. En una gran parte de ellos se habla de "la embajada", significando por eso que solamente existe una y que ella constituye un verdadero actor político en la vida interior de los países. Eso ha sido un factor de aceleración de una toma de conciencia de lo que significa el imperialismo y la alianza entre lo político y lo económico. Sin embargo, la dificultad de reacción frente a la nueva situación política del continente está probablemente ligada con el hecho de haberse enredado en el Medio Oriente.
Hay también razones sociales a la resistencia al neoliberalismo. Después de la ola de ensayos revolucionarios, que en la mayoría de los países no tuvieron éxito político, se desarrollaron movimientos sociales de nuevo tipo, sobre los cuales hablaremos en detalle más adelante. Eso se manifestó de manera muy clara con el primer Foro Social Mundial de Porto Alegre por allá en el 2001. Tal vez en función de su origen en el continente, la influencia de los Foros mundiales (cinco sobre siete), continentales (el Foro de las Américas), locales y temáticos (Amazonia), ayudó al desarrollo de una conciencia colectiva de resistencia al neoliberalismo más aguda en América Latina que en otros continentes. Razones ideológicas y culturales permiten también entender las diferencias de reacciones contra el neoliberalismo. Varios factores han podido actuar en este sentido. Las ideas de la Revolución francesa han influido en la cultura política latinoamericana mucho más que en otros continentes. Eso se nota no solamente en el pensamiento de los varios "libertadores" del siglo 19, sino también en el último periodo de ola neoliberal donde a pesar de los "valores" contradictorios que se introdujeron, nunca este espíritu ha sido totalmente eliminado.
(Continuará…)
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