El salto de Ramón Luna Cornelio de San Cristóbal a Guazapa, lo catapultó a la galería de héroes internacionalistas de nuestra América.
De combatiente de abril del 65 y militante del PCD, pasó a ser guerrillero del PCS-FAL y FMLN.
Lunita, como lo llamamos cariñosamente, optó por el internacionalismo revolucionario, actitud que el FMLN ha honrado en ocasión de su XXX aniversario.
Recuerdo aquella noche cuando entramos a casa después de haber compartido uno de los documentales de la insurgencia salvadoreña: “Secre -me dijo- voy a solicitarle algo que el partido no me puede negar: deseo ir a combatir a El Salvador y necesito que me ayude a lograrlo”.
¿Cómo desde las calidades del PCD podía obviarse u obstruirse esa noble determinación?
Ramón combatió ejemplarmente en el Cerro de Guazapa.
Representó a nuestro pueblo con dignidad y conquistó con su proverbial simpatía el cariño de la guerrillerada salvadoreña.
Recuerdo las palabras que describían el dolor y el orgullo del FMLN cuando el camarada Dagoberto Gutiérrez (Logan) me comunicó en Managua las circunstancias de su muerte y nos trasladó la valoración y los honores del comandante Schafik.
Recuerdo la sencilla pero hermosa ceremonia que entonces le hicimos en el Planetarium.
Lunita sabe cuanto lo quisimos Lourdes, mis hijos y yo, y cuanto valoramos su protección, su entereza y su cariño.
El FMLN sabe hasta donde compartió la dirección del PCD su heroica resistencia y su riesgoso batallar.
En Lunita se sintetizó simbólicamente el heroísmo de otros camaradas caídos en combate (Bienvenido, Roberto y Nicolás) y también de los que sobrevivieron a esa hazaña.
Ellos fueron protagonistas de primera línea y, por tanto, sujetos indiscutibles de estas merecidas honras.
Agradecemos, sin importar canales, ese justo reconocimiento transmitido aquí en días recientes.
Que Lunita haya sido escogido como referente de los internacionalistas latino-caribeños, nos llega al alma y nos llena de orgullo, aunque mi imborrable relación con él y los demás se vea ahora precisada a remontar pequeñeces humanas… aunque tenga que sobrevolar -como lo ha hecho- exclusiones absurdas.
El cariño, la identidad y el camino que me unió a ese héroe de abril y de Guazapa y a ese grupo de valientes, tienen energía y razón de sobra para derribar todo lo que pretenda minimizar u obviar su valor en la memoria histórica o el peso de su formidable ejemplo para la posteridad revolucionaria.
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