En honor a la verdad sobre Kirchner

La muerte de un importante personaje político

Generalmente, la muerte hace proliferar loables conceptos sobre el occiso incluso –no pocas veces- hasta de sus adversarios más enconados. Lenin lo explica muy bien en la introducción a su obra “El Estado y la Revolución”. No vamos a realizar un estudio sobre esa materia. En este caso, vamos a limitarnos a ese género de muerte de personajes importantes de la política, tal como lo fue el expresidente de Argentina, Néstor Kirchner.

 Un velorio, nunca lo ha sido en el caso de nadie, una expresión acabada de la tristeza como tampoco de la alegría. En no pocas oportunidades se produce una mezcla de lo uno y de lo otro y, especialmente, cuando se trata de un reconocido personaje de la política, porque éste, lo quieran o no aceptar los ideólogos, es igualmente el reflejo de una posición de clase social, aunque sobre su urna se viertan lágrimas sinceras, hipócritas u oportunistas. Los sentimientos más sinceros en un velorio, amén del provenido de los familiares, surgen de aquellos sectores que sacan de sus corazones la sensibilidad por el agradecimiento obtenido como consecuencia de la política económica que les favoreció cuando el muerto ejerció un cargo donde se decidían temas de interés público. No estamos diciendo que en otros sectores se carezca de la sinceridad en su tristeza o dolor por la pérdida de un importante personaje político, como ha sido el caso de Néstor Kirchner. Pero, a la hora del balance sobre la muerte de un destacado personaje de la política, hay que reconocerle al César lo que es del César para no caer ni en la lisonja ni en el descrédito en relación con la obra y el pensamiento del fallecido. Es justo, por lo demás, reconocer que en el caso de la muerte del expresidente Néstor Kirchner han sido múltiples y multitudinarias las manifestaciones sinceras de dolor por su partida.

 La muerte de un importante personaje político nunca es igual, por ejemplo en resonancia y en sentimientos, a la de un prestigioso artista. La obra de éste, por lo general, perdura en el tiempo prolongado de la existencia humana mientras que la del político, aun cuando se recuerde, concluye en ese punto y en esa raya en que la transformación económicosocial traspasa la barrera de las necesidades históricas que le dieron nacimiento y justificaron su desarrollo. Cuando, por ejemplo, el comunismo ya exija dar paso a una formación económicosocial superior a él, tal vez, ya nunca habrá necesidad de recurrir a una cita de Marx o de Engels mientras que siempre habrá un literato o un artista, en general, que recurra a alguna de las locuras del Quijote para componer su obra artística.

 Un personaje importante de la política es muy semejante a la filosofía: no puede unir masas en torno a su ideal más que dividiendo a las masas que se le oponen. El científico, por su parte, tiene que unir sus conocimientos y su práctica sin dividir el conocimiento y la práctica de los otros científicos. Empero, en un velatorio, esencialmente, de un personaje político relevante que ha hecho historia o biografía al servicio de una causa popular, une los sentimientos de pesar sin dividirlos como lo ha demostrado el de Néstor Kirchner.  El problema viene después, al comenzar el tiempo que va pasando luego de su entierro y cosa que explicaremos más adelante.

 Sería un irrespeto a los argentinos y a las argentinas, a los peronistas y las peronistas, a la familia Kirchner-Fernández y al propio Néstor (ya occiso) elogiarlo o lisonjearlo como un comunista o socialista. Esto sería como caerle a bofetadas limpias a la memoria de los camaradas Marx y Engels, pero también de Lenin, de Trotsky, de Rosa Luxemburgo y de todos aquellos y aquellas que han sacrificado sus vidas por ver instalar para siempre el régimen comunista en toda la faz de la Tierra. Ni Perón ni Néstor Kirchner tuvieron sangre o pensamiento marxista o comunista. Fue, sin duda alguna el expresidente Kirchner, un buen demócrata que termina siempre siendo mejor que un mal socialista.

 No debemos negar los méritos del hoy fallecido Néstor Kirchner, uno de los políticos más importantes no sólo de la Argentina de su tiempo sino, igualmente, de la América Latina de su tiempo que es el que estamos viviendo actualmente. Eso lo sabe el pueblo argentino incluyendo a quienes le adversaron por diversos medios de la lucha política como también lo sabe el mundo político, especialmente, latinoamericano.

 Sin embargo, a riesgo de una equivocación mayúscula, hay un mérito incuestionable y poco reconocido que se debe, entre otras cosas, al Néstor Kirchner político, peronista y buen demócrata argentino. Ojalá algunos sectores o algunas organizaciones revolucionarias argentinas, fundamentalmente, compartan esta idea.

 En el año 2002, como nunca antes en Suramérica, se presentaron condiciones de cierta situación revolucionaria como para que el proletariado, a través de una organización política marxista o no de vanguardia, se hiciera del poder político e iniciara el período de transición del capitalismo al socialismo. Sin embargo, todo el mundo sabe que no pasó absolutamente nada y las aguas del mar agitado y convulsionado volvieron a la normalidad. En esa crisis profunda de carácter político que se levantó sobre la crisis profunda en la economía argentina, surgió la figura del político peronista Néstor Kirchner como el único que reunía las condiciones para jugar el papel de la personalidad en la historia inmediata de Argentina: salvar a la Argentina de una revolución proletaria o socialista recomponiendo todo ese aparato productivo descompuesto –especialmente por factores foráneos- y de una superestructura caótica y corroída –fundamentalmente por factores internos contradictorios- mejorando las condiciones socioeconómicas y de participación democrática del pueblo argentino. Ese mérito se debe a Néstor Kirchner, sin duda alguna.

 Si en la Argentina de 2002 se hubiese derrocado a la burguesía y sus partidos tradicionales del poder político, dentro de los cuales destaca el peronismo del expresidente Kirchner, se hubiera derramado demasiada sangre de pueblo, se hubieran derramado demasiadas lágrimas de pueblo y se hubiera derramado demasiado sudor de pueblo para que en pocos días, a lo más unas poquísimas semanas, todo ese proceso se hubiese derrumbado y la vuelta del capitalismo se hubiera realizado con mayor suma de muertos y de represión. No había ninguna vanguardia política ni dirección política revolucionaria capaz de asumir la cabeza de una revolución proletaria en la Argentina de 2002. Y en esa situación lanzar el grito de “¡adelante!”, hubiese sido fatal para el pueblo. Lo correcto, tal como sucedió, era no lanzar al combate a unas masas que iban a caer, sin duda alguna, en un abismo. No olvidemos que existe una rica experiencia digna de tomar en consideración por los revolucionarios de este tiempo: en julio de 1917 en Rusia estaban dadas las condiciones objetivas internas para que los bolcheviques tomasen el poder. Sin embargo, el camarada Lenin hizo el llamado a que no se realizara la insurrección, alegando que no estaban los revolucionarios en condición de mantenerlo ni siquiera por unas pocas semanas. La historia le concedió la razón y que fue a final de octubre cuando se produjo esa combinación maestra de condiciones objetivas y subjetivas para tomar el poder político y para resistir, tal como se demostró en la realidad, a todos los ataques violentos externos e internos para derrocarla. Que después de setenta años todo eso se haya derrumbado y actualmente el Estado ruso sea un defensor a ultranza del capitalismo, es harina de otro costal, también muy digno de estudiar para obtener conocimientos y experiencias sobre ese fenómeno histórico que frustró la esperanza de redención de millones de millones de seres humanos en este planeta Tierra..

 Si en estos días se realizase la elección para la Presidencia de Argentina, no queda duda que Cristina Fernández de Kirchner ganaría con un elevadísimo porcentaje de los votantes. No habría chance a que las contradicciones internas en el peronismo se reiniciaran produciendo revolcones y dividiendo a la gente en tendencias que no conciliarían a la hora de candidaturas. Pero la verdad es otra: luego que vuelva la calma y los sentimientos emocionales del velatorio y del entierro del expresidente Kirchner pasen y den lugar al manejo de las realidades que le sobreviven, nuevamente aflorarán las contradicciones, saldrán a flote las aspiraciones de grupos y de individuos, resucitarán las críticas de todo género y eso afectará, sin duda alguna y en primera instancia, a la Presidenta Cristina. ¿Qué pasará? En la política suceden cosas que se le escapan a la lógica, por lo cual no debemos correr el riesgo de andar vaticinando veredictos exactos que, incluso, son alejados de las encuestas o de las conclusiones astrológicas. Dejemos eso a las realidades argentinas del año próximo.

 Por lo demás, el velatorio del expresidente Néstor Kirchner fue hermosísimo a pesar del dolor- y será recordado en la historia argentina por mucho tiempo aunque nunca llegue a superar al de la gran Evita Perón. Hubo lluvia y hubo neblina en Buenos Aires y hubo mucho frío en Río Gallegos. Tres elementos de la naturaleza que miden cuántas masas son capaces de superar esos escollos para estar al lado del cuerpo muerto de su líder. Kirchner, sencillamente,  superó la prueba. ¡Paz a sus restos!

 Y más lejos y tal vez con una muchedumbre no tan gigantesca como la de los argentinos y argentinas que le rindieron homenaje al expresidentes Néstor Kirchner, en el continente europeo y concretamente en España también se le dio sepultura a don Marcelino Camacho, creador de las Comisiones Obreras, en un hermosísimo acto bajo los aplausos y el canto de la Internacional, entonado por obreros y gente de pueblo que le rindieron un último homenaje a un hombre que consagró su vida por la clase obrera mundial. ¡Paz a sus restos!

Llegará ese día, triunfante para siempre el reino de la libertad sobre el de la necesidad, en que la muerte será el último privilegio de la prolongada y fructífera vida del ser humano. Entonces, nadie recibirá protocolos especiales, ya no habrán personajes importantes de la política; todos, cada uno a su manera, serán importantes para el mundo por su protagonismo en el progreso, en el desarrollo y en el bienestar sociales en una cultura y en un arte universales. Simplemente, todos los muertos serán incinerados para bien no sólo de la humanidad sino de la propia madre naturaleza. ¡Amén!



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Freddy Yépez


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