Homenajes e impunidad

El Estado en estos países cuenta con un “poder temporal”, que se somete a “sufragios” y se alterna en la escogencia del poder ejecutivo y del poder legislativo.

Dispone además de un “poder permanente” que no pasa por elecciones y que opera a través de los cuerpos militares y policiales, del empresariado capitalista (oligarquía criolla y corporaciones transnacionales), de la jerarquía de la iglesia católica y su peso ideológico, de potentes medios de comunicación, de la Embajada de EEUU y sus mecanismos tutelares (USAID, CÍA, Misiones Militares, DEA, tratados bilaterales, FMI, BM, ONU, OEA, TIAR…).

Los partidos funcionales a ese sistema son instrumentos para el ejercicio periódico del “poder temporal”; siempre amarrado al “poder permanente”, salvo cuando accede al gobierno una fuerza que procura independizarse del poder. Su alternancia da apariencia de democracia y es útil para reducir tensiones, lavar rostros y “cambiar” sin hacer cambios.

Un nuevo fenómeno, sin embargo, va erosionando ese recurso engañoso del sistema. El neoliberalismo “homogenizó” ideológicamente a esos partidos, mientras los procesos de corrupción y perversión han creado una partidocracia con base económica propia que controla e iguala a esas organizaciones políticas en el ejercicio de “poder temporal”.

La partidocracia ha evolucionado hasta convertirse en un componente tanto del “poder permanente” como del “poder temporal”, asumiendo las características de una especie de “clase imprevista”.

Sus facciones compiten pero a la vez comparten complicidades, impunidades, exaltaciones y homenajes esenciales, más allá de la existencia física de sus representantes. Entre ellas la “sangre no llega al río”. Las ofensas se reparan, protegiéndose mutuamente de prisiones largas y condenas públicas persistentes.

La figura presidencial en estos regímenes se torna inmune, impune y “sagrada” de por vida (no importa los delitos cometidos) y los duelos y honores nacionales colman su paso hacia la muerte ¡La misma calaña los une en el atropello a la verdad histórica ¡

Esto explica que ahora desde esa complicidad se procure otorgarle categoría de héroes y patricios ilustres a dos ex-presidentes recientemente fallecidos (Jorge Blanco y Carlos Andrés Pérez), responsables En Venezuela y en república Dominicana) de sendas administraciones corrompidas y de dos genocidios infames: el “Caracazo” del 89 y el abril del 84.

Y para eso la partidocracia pervertida sabe compactarse y emplearse a fondo antes, durante y después de las “honras fúnebres” de sus representantes ¡Actúa como claque en sí y para sí!

narcisoisaconde@gmail.com


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Narciso Isa Conde


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