Pobrecitos oligarcas

Los dueños de los grandes monopolios eléctricos del Estado español siguen repartiéndo beneficios. Pecata minuta, en realidad, apenas 3.556 millones de euros en 2010. Hay que felicitar su enorme esfuerzo para hacerlo cuando, según explican, nos cobran menos por el recibo de la luz de lo que les cuesta a ellos producirla. Un sacrificio nunca agradecido para sacar dinero de la nada. Para aliviar tremenda generosidad y filantropía, el gobierno español nos ha subido a los usuarios de a pie y a las pequeñas empresas un 9,8% el coste de la electricidad.

Con ese pequeño gesto solidario –solidario por nuestra parte– los dividendos a repartir –a repartir entre los accionistas, no se me vayan a poner ustedes comunistas– ascenderán a 4.589 millones de euros en 2011. Una bagatela. El monopolio que tenemos en Canarias, Endesa, por ejemplo, apenas repartió 1.079 millones de euros a sus capitalistas en 2010, y este año estiman que repartirán 2.147 millones de euros. 

Pero, ¿qué  es eso comparado con el enorme sacrificio que las corporaciones eléctricas siguen haciendo y que les lleva a estimar unas pérdidas en 2011 en torno a los 5.000 millones de euros? Nada, en realidad. Por eso el gobierno socialdemócrata español, en un gesto de izquierdismo extremo, piensa partir y repartir esas tremendas pérdidas –que, no obstante, no van a impedir el justísimo reparto de beneficios– otra vez entre usuarios particulares y pequeñas empresas, y ya dejan caer que habrán varias subidas del recibo de la luz durante 2011. 

Explican los malvados comunistas que los principales accionistas de estos grandes monopolios son los bancos, bien directamente, bien a través de sociedades interpuestas. E incluso que, nacionalizando la banca, tendríamos ya nacionalizadas de facto las eléctricas y otros grandes monopolios. ¿Acaso pretendemos que los bancos se enfaden y dejen sin financiación electoral a nuestros grandes y probos partidos? 

Aún más: ¿estamos dispuestos, por unos mezquinos beneficios milmillonarios, a cargar con las terribles pérdidas que eso supondría? ¿Preferimos, acaso, que esas grandes corporaciones estén gestionadas por empleados públicos sujetos al albur de la voluntad de la plebe? ¿No es mejor que sigan siendo sus dueños unos beatíficos capitalistas particulares, que no hacen sino desvivirse y sacrificarse por todos nosotros? 

Ante tamaño desvelo, ¿qué supone trabajar más años para cobrar menos pensión? ¿O no cobrar ayudas por desempleo? ¿O tener menos salario? Futesas, nimiedades. Todo lo que hagamos para sostener a esos benefactores públicos es poco. Incluso si, directamente, quisieran chupar la sangre de nuestra yugular, deberíamos estar dispuestos al sacrificio. Al fin y al cabo, el interés de ellos es el interés de todos, de la libertad, de la democracia y del libre mercado. 

Yo de momento me dispongo a abonar religiosamente la subida del recibo de la luz. Dirán los malvados comunistas que qué remedio me queda, que si no me la cortan (la electricidad). Pero no les hagan caso. Si se lo hicieran, quién sabe dónde podríamos llegar. Y nuestros benefactores no están dispuestos a eso. 
 
 

(*) Teodoro Santana es miembro del Comité Central del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias (PRCC)



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Teodoro Santana


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