Gadhafi: “es un asesino”

Definitivamente, la comunicación es, en uso de unos, una fuente de de enseñar y aprender conocimientos a través de las verdades científicas, y, en manos de otros, un arma de la guerra sicológica, de la desinformación, de la tergiversación a través de las mentiras. Hay medios de comunicación más poderosos que gobiernos en cosas de hacer la guerra o de orientar la política diplomática de un Estado. Hay medios de comunicación que tienen la influencia o el poder para poner o quitar gobernantes en varias naciones o regiones del mundo.

Gadhafi, hasta hace unos días atrás y especialmente desde que restableció relaciones diplomáticas con Estados Unidos condenando la violencia como método de resolver las contradicciones entre clases y Estados o naciones, no era un “asesino” sino el Presidente de Libia que vendía petróleo a varias naciones de capitalismo desarrollado y contrataba grandes monopolios económicos extranjeros para construir infraestructura y tratar de modernizar su país, mejorando las condiciones socioeconómicas del pueblo libio. No era, para esos monopolios que obtuvieron grandes negocios económicos en Libia ni para los gobiernos que recibían el petróleo libio, un “asesino”. Más bien, tenía Gadhafi excelentes relaciones diplomáticas con los Estados capitalistas y con los amos de importantes capitales foráneos. No era, entonces, un “asesino”.

La diplomacia capitalista, por la rigurosidad de sus secretos, siempre lleva una poderosa carga de hipocresía, de oportunismo y de maquiavelismo. El imperialismo siempre termina cuadrándose, muy “amorosamente” y muy “solidariamente”, con aquellos mandatarios que permitan mayores inversiones de sus capitales, mayor obtención de materia prima más barata, mayor tasa de ganancia, y mayor esfera de influencia en sus decisiones de gobierno o de Estado. Un mandatario, en esas condiciones, puede reprimir a su pueblo, puede producir matanzas colectivas y selectivas, puede negar derechos humanos fundamentales a la mayoría de la población, pero para el imperialismo no es un “asesino”, aunque en un determinando momento, especialmente cuando se convence que casi todo un pueblo se encuentra alzado y lo aborrece pidiéndole su renuncia, es entonces cuando recurre a términos políticos de conciliación, de invocar la necesidad de una solución pacífica sin tener que reprimir a las multitudes sublevadas sin armas y, a veces va un poco más allá, le solicita formalmente al mandatario en desgracia que la mejor salida a la crisis política es su renuncia, porque así, es la verdad aunque no lo diga, se garantiza que el nuevo sucesor del gobierno no se salga de los lineamientos de obediencia a los designios imperialistas.

Nadie en este mundo le escuchó al Presidente Obama, a la Canciller de Alemania, al Primer Ministro de Inglaterra, al Primer Ministro de Japón, a los voceros fundamentales de las naciones de capitalismo altamente desarrollados e incluso de muchos subdesarrollados, al Presidente de España o a reyes europeos, salir de sus bocas el término asesino para identificar la conducta o el gobierno de Mubarak que durante tres décadas cometió delitos de lesa humanidad contra su pueblo y, muy a pesar, de que sobrepasaron los trescientos muertos en los dieciocho días de manifestaciones del pueblo pidiéndole su renuncia; tampoco lo han dicho del Presidente de Yemen, que igualmente es responsable de centenares de muertes; tampoco lo han dicho del rey de Marruecos que reprimió salvajemente a los manifestantes, matando a unos cuantos, que le solicitan su renuncia como tampoco lo han llamado asesino por sus crímenes contra el pueblo árabe saharaui; tampoco nunca lo han dicho del rey de Arabia Saudí, quien tiene, desde hace muchos años, manchadas sus manos con sangre de inocentes y que ha cometido, en varias oportunidades, crímenes de lesa humanidad y que presta su territorio para que los imperialistas invadan a sus propios hermanos árabes y de religión; no lo han dicho jamás de un Primer Ministro israelita cuando ordena genocidios contra poblaciones árabes y, especialmente, en Palestina y el Líbano; como tampoco ningún jerarca imperialista ni muchos gobernantes del mundo han catalogado al Presidente Obama, por hablar exclusivamente de este momento histórico, y al Secretario General de la Otan de asesinos por los bombardeos que cuestan vidas humanas y, fundamentalmente, de niños como ha acontecido recientemente en Afghanistán. Sin embargo, Gadhafi, sí es un “asesino”.

Nadie dice, de los voceros imperialistas, que el gobierno de Gadhafi ha logrado, para Libia, un per cápita que no lo tienen ni siquiera las naciones imperialistas; nadie dice, de los voceros imperialistas, que Libia posee la sociedad con uno de los estándar más elevado de educación profesional o universitaria midiendo las naciones por cantidad de población; nadie dice, de los voceros imperialistas, que un porcentaje considerable de las ganancias por venta de petróleo, se reparten en partes iguales a las familias libias. ¿En qué país imperialista o en este mundo se hace eso con las propiedades del Estado que dan cuantiosas ganancias económicas? ¿Qué es realmente del pueblo en Estados Unidos, en Francia, en Inglaterra, en Alemania, en Japón, en Rusia o en Egipto, en Yemen, en Jordania, Bahréin, en Arabia Saudí, por señalar algunas naciones en este planeta donde la mayoría de la población no posee el per cápita que ha logrado Gadhafi para su pueblo?. Sin embargo, Gadhafi, es un “asesino”. ¿Por qué no llaman asesinos a los mandatarios que ponen a gobernar en países donde han invadido los imperialistas apolíticos de su incondicionalidad y se prestan para cometer toda clase de genocidios contra sus propios pueblos, como son los casos de Afghanistán e Irak?

En Libia, ciertamente, existe un conflicto interno que se está resolviendo por medios políticos donde la violencia armada ocupa un lugar prominente. Pero, por objetivos logrados, los casos de Túnez y Egipto, donde la mayoría aplastante de la población solicitó la renuncia de sus presidentes y conquistaron la simpatía hipócrita de los mandatarios imperialistas, se diferencian de Libia en que la mayoría de la población de está de lado del Presidente Gadhafi. Si no fuese así, ya hubiera caído con tantas armas que están aportando los imperialistas a los opositores o ya hubiese invadido el imperialismo estadounidense sin pararle ni un milímetro de bolas a la ONU o a la OTAN. Eso no significa que no vaya a invadir. Está que lo hace, sólo espera el momento más oportuno, es decir, ese en que la desinformación, la tergiversación, la deformación y la mentira hayan engañado, fundamentalmente, a la mayoría de los pueblos árabes para evitar consecuencias que en otras naciones del Medio Oriente, siendo resistentes a la invasión, se produzcan revueltas de otro carácter político. Por lo demás, son tan poderosos los intereses económicos que mueven las apetencias y afán de dominación de las naciones imperialistas en Libia, que entre ellas aún no han podido ponerse de acuerdo en la forma de intervenir militarmente para derrocar a Gadhafi. Si lograsen este objetivo, en contra de la voluntad de la mayoría del pueblo libio, abrirían muchos frentes de terrorismo de grupo o individual como en Irak y en Afghanistán. ¿Podrían dormir, con cierto nivel de tranquilidad, los señores imperialistas desde el momento del derrocamiento de Gadhafi, por invasión militar, en adelante?

El mundo debería de entender que en Túnez, en Egipto, en Yemen, en Marruecos, en Jordania, en Bahréin, en Arabia Saudí y en otras naciones islámicas y del Medio Oriente la lucha política, a través de gigantescas manifestaciones de masas, no ha sido ni es contra una revolución proletaria o socialista en el poder. Por esa razón, los imperialistas han medido sus palabras, su arrogancia, su diplomacia, su intervencionismo dándole fuerza a su oportunismo para que todo resulte, de triunfar las manifestaciones que solicitan renuncias de gobernantes, sin desviaciones importantes y terminen, como ciertamente concluirán, dejando intacto el mismo régimen capitalista con algunas reformas que en casi nada van a mejorar las condiciones socioeconómicas de los pueblos en rebeldía. Eso se comprobará fehacientemente cuando las aguas vuelvan a la calma. Mientras que en Libia lo que está en marcha es una contrarrevolución alimentada desde fuera para derrocar a Gadhafi y lograr los imperialistas repartirse, en base al poder e influencia individual de cada uno en el mundo, el predominio de la riqueza libia. ¿Si Gadhafi es un “asesino”, como podrían llamarse los opositores que ahorcan a funcionarios del Estado y disparan contra masa de pueblo que apoya al gobierno libio? ¿Y cómo se podría llamar a los que están entregando armas a los opositores para que le hagan la guerra al gobierno libio y lo derroquen matando gente? Quienes crean que las armas en manos de los opositores a Gadhafi son sólo para amedrentar o asustar a los partidarios del gobierno o de la revolución, mienten y lo hacen con descaro tal como hacen algunos medios de comunicación que tergiversan las realidades o los acontecimientos en Libia para crearle condiciones propicias y sicológicas al imperialismo para que invada y derroque a Gadhafi.

Bueno, dichas las cosas anteriores centrémonos ahora en el mediatismo de algunos poderosos medios de comunicación que prestan sus servicios, de manera incondicional, a las políticas del imperialismo en contra de las voluntades de los pueblos que son víctimas de la desinformación, de la tergiversación, del engaño a través de las mentiras.

No discutimos que CNN y otros canales de televisión que responden a los intereses globales y particulares del imperialismo tengan mayor audiencia que otros medios de comunicación en manos de Estados que proclaman el socialismo como alternativa para salir de los rigores y las perversiones del capitalismo. Seguimos viviendo la era en que el imperialismo capitalista continúa predominando en el planeta no sólo en el campo de la producción, de la inversión de capitales, de la distribución de la riqueza, del dominio de la propiedad privada sobre los medios de producción, en influencia determinante en la conducta de casi todos los gobernantes del mundo y muchos otros elementales factores de la vida humana sino, igualmente, estamos en el tiempo en que se distribuyen, por parte de los grandes medios de la comunicación social, más mentiras que verdades. Pero nadie, absolutamente nadie, puede negar la objetividad –valiéndose de las verdades por delante- con que Telesur y Dossier han informado a la opinión pública sobre los acontecimientos en el Medio Oriente, en otros países islámicos y no islámicos y, especialmente, en el caso de Libia. Mientras que CNN y todos esos medios de comunicación serviles al capitalismo han desinformado grotescamente –valiéndose de las mentiras- a la opinión pública sobre los mismos hechos. Y eso lo hacen obedeciendo dictámenes de los grandes emporios económicos y de los gobiernos imperialistas para buscar crear las condiciones indispensable para una invasión militar imperialista a Libia y derrocar al camarada Gadhafi

Para la prueba, basta un botón, una sola imagen transmitida por televisión al mundo. CNN y otros medios de comunicación internacionales y nacionales publicitaron la imagen donde opositores estaban disparando armas sofisti9cadas de combates en tierra, pero sólo enfocaban a los que disparaban sin identificar jamás el lugar o quienes disparaban. Todo con la finalidad de hacernos creer que los opositores al gobierno libio estaban presentando fuertes combates donde lograban hacer retirar o vencer a las fuerzas del gobierno. No podían ser más ridículos en un tiempo en que evidentemente existe una verdadera revolución tecnológica comunicacional a la cual tienen acceso, quieran o no los imperialistas, medios de comunicación que buscan informar correctamente a la opinión pública sobre los hechos que están aconteciendo. Pues, Telesur y Dossier tuvieron acceso a la verdad y la divulgaron como un deber sagrado de información veraz a la opinión pública. Resulta, que no le disparaban a nadie sino a un desierto de arena y los gritos de victoria y de alegría de quienes disparaban no fueron más que un montaje para engañar a la audiencia. La verdad verdadera, es que las tropas y pueblo leales al gobierno libio han recuperado casi todo el territorio que antes estuvo en manos de los contrarrevolucionarios.

De otro lado, CNN y los medios de comunicación leales al capitalismo, a cada momento desinforman a la opinión mundial diciendo que Gadhafi ordena bombardeos contra las manifestaciones. Si eso fuera cierto, y el imperialismo es quien más conoce de resultados catastróficos y mortales cuando sus pilotos desde sofisticados aviones bombardean zonas residenciales, la mortandad sería casi incontable porque los cuerpos afectados por las bombas quedarían prácticamente irreconocibles. ¿Por qué no presentan las imágenes de esos bombardeos sobre las manifestaciones si cuenta el imperialismo con poderosos instrumentos sofisticados de tecnología para grabarlos? Sencillamente: porque es mentira.

Los que se han hecho eco de las mentiras y desinformaciones de NN y los demás medios de comunicación al servicio del imperialismo y de la contrarrevolución, han lanzado petardos de opinión con un cinismo de tal magnitud que creyendo en Dios jamás entrarán al reino de los Cielos mientras almas buenas sean custodios de las puertas y ventanas de ese paraíso divino y eterno. Saben ¿Qué han dicho o cómo han divulgado las mentiras poniéndose ellos mismos en ridículo ante la opinión pública? Lean lo siguiente: “Gadhafi, es un asesino. Está masacrando al pueblo libio con bombardeos indiscriminados, pero no nos consta si es cierto o es falso”. Que manera tan chabacana, tan palurda de informar o de retransmitir noticias falsas. Si a alguien no le consta si algo es verdad o es mentira, tiene el deber de averiguar los hechos para no cometerla desfachatez de anunciar la noticia afirmando una cosa agregándole que no le consta. Pero, al fin y al cabo, esa es la metodología engañosa, abultada de mentiras, con que trabajan periodistas y medios de comunicación al servicio del imperialismo capitalista. ¿Qué nombre se le puede dar, desde el punto de vista de la sicología o del sicoanálisis, a esa enfermedad, aunque sabemos que todo eso lo mueve un interés económico al servicio de una política y una ideología perversas?

En definitiva: lo que está en juego en Libia es una riqueza gigantesca de petróleo y de agua subterránea. Los imperialistas, todos, intentan ponerle la mano a un gobierno libio que les sea servil, fiel y extremadamente obediente. De allí la necesidad de tantas desinformaciones, engaños y mentiras. Sarkozy, tratando de obtener ventajas, ya reconoció a las autoridades de la oposición como nuevo gobierno y prometió crearle embajada diplomática. Con ese cuentico cree que obtendrá mayores beneficios, de ser derrocado Gadhafi, que el imperialismo estadounidense. El primer Presidente negro en la historia de Estados Unidos ha resultado ser tan fiel o más que Bush a los intereses del imperialismo en contra de la justicia y la libertad para los pueblos del mundo. El nazismo está empezando a asomar su enorme nariz ante los ojos del mundo y Europa es principal testigo de ello. Y ese régimen sólo es posible en países imperialistas o en capitalismo altamente desarrollado.



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Freddy Yépez


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