Por eso inventaron el 11 de septiembre y el derrumbe de las Torres Gemelas. Primero Afganistán, país que contribuyeron a debilitar promoviendo la escalada de El Talibán. Y, ¿Por qué Irak después de Afganistán? ¿Por qué Libia después de Túnez y Egipto? Véase el mapa. Irán está en medio de Afganistán e Irak. Libia está en medio de Túnez y Egipto. ¿Por qué no han atacado Irán? Simple. La situación tanto en Irak como en Afganistán se les ha empastelado. El rechazo de sus pobladores a los invasores crece de manera sostenida día a día. En última instancia no iban por el petróleo irakí. Iban por su posición estratégica, ya que dominado Irak, controlado Afganistán por el este, domesticado el norte con sus bases misilísticas en los países asiáticos (Asia Central: Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán, Tayikistán, Turkmenistán) de la ex Unión Soviética, Irán estaría aparentemente desguarnecida, ya que las petroautocracias árabes son serviles colonias estadounidenses. Su objetivo, el manjar más apetecible es Irán, la perla de la corona, el Estado más rico de esa región y geográficamente el mejor posicionado, con inmensas reservas de petróleo y gas. Pero también el país mejor organizado, preparado y apertrechado militarmente. Por ello la política de embargo, ya practicada contra Irak y ahora contra Libia bajo la complicidad alcahueta de la ONU, el Consejo de Seguridad y los testaferros de Europa Occidental.
Durante años han venido preparando los escenarios para la asunción absoluta del Poder Mundial. Y de manera escrupulosamente planificada, en forma cronológica, fueron sembrando sus bases militares y sus Comandos Estratégicos en todos los continentes. Sólo les falta África, donde no han podido conseguir un territorio lo suficientemente confiable para instalarse, por lo que, transitoriamente, ese Comando está instalado en Alemania.
Es evidente que financiaron las revueltas de Túnez y Egipto, países débiles y títeres manejados por Wáshington. Luego han ido por Kaddafi, líder indiscutible de la nación más próspera del norte de África, hasta pocos días antes recibido y homenajeado por los presidentes y jefes de gobierno de las principales potencias europeas y EE.UU.
La decisión número 1973 adoptada por la ONU y refrendada por el Consejo de Seguridad con las abstenciones de varios de sus miembros, entre ellos China, Rusia, Brasil y Turquía de provocar una zona de seguridad aérea y el uso de la fuerza preservando la vida de la población civil, en una operación quirúrgica que sólo tomaría horas, fue considerado un mero papel toilette, utilizado y lanzado a la papelera. Hoy Gates, Secretario de Defensa de EE.UU, dice que no tienen idea de cuando terminará esta guerra, utilizando este término por primera vez.
En tanto, en el Congreso estadounidense ponen las barbas en remojo. Los republicanos, aprovechándose del curso de los acontecimientos, atacan ahora a Obama por no consultar al Congreso para esta declaratoria de guerra, y los demócratas entran en contradicciones entre pacifistas y guerreristas. Muy color de su piel se le presenta el panorama a Obama, agravados además por los problemas económicos internos de EE.UU, lo que hace prever que Obama tiene sus días contados. Por eso se cuida de no enviar tropas a territorio libio; de allí la decisión de traspasar el mando de la OTAN a títeres como Sarkozy, Cameron y demás generales y almirantes europeos.
El ataque a Libia viola flagrantemente la "Declaración Universal de Derechos Humanos" como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse. Esta Declaración, aprobada el 10 de diciembre de 1948 y desde entonces observado este día como Día de los Derechos Humanos, ha sido violentada reiteradamente por EE.UU cada vez que le ha convenido. La Declaración está compuesta por 30 artículos que no tienen obligatoriedad jurídica aunque por la aceptación que ha recibido por parte de los Estados Miembros, poseen gran fuerza moral. Esta "Declaración, junto con el "Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos", el "Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales" y sus respectivos protocolos opcionales, conforman la "Carta Internacional de los Derechos Humanos". Estos pactos fueron establecidos el 16 de diciembre de 1966 e imparten obligatoriedad jurídica a los derechos proclamados por la Declaración.
Pero una nueva circunstancia se hace presente: las fotos de las masacres de Kaddafi nunca se vieron, mientras que las de los bombardeos de ahora sí se ven en abundancia, acompañadas de videos que son testimonio fehaciente del genocidio que se está cometiendo por las naciones “más civilizadas del mundo”.
Otros acontecimientos forman parte de este tétrico panorama. Mientras el bombardeo intermitente prosigue, ya hay evidencias de que la “coalición” prepara un ejército opositor paralelo en Libia, lo que estimula el separatismo en un país que conserva su régimen social tribal.
Mientras tanto, la Liga Árabe, integrada por 22 naciones autocráticas, con Arabia Saudita liderándolas, aparece como una pieza clave de la invasión, puesto que las monarquías expulsaron a Libia de la Liga en momentos que esta nación norafricana la presidía, facilitándole a las potencias occidentales llevar el caso de los Derechos Humanos a la ONU y el Consejo de Seguridad.
En tanto, Ban Ki-moon, Secretario General de la ONU, hace el ingrato papel de portavoz de la coalición invasora, desmeritando el cargo para el cual fue electo, iquizá pagando el precio de su designación.
Pero, ¿qué más hay detrás de toda esta confabulación? Se sabe que en África hay inmensas riquezas minerales de una gran importancia estratégica para el futuro. África subsahariana es muy rica en recursos naturales energéticos, y donde existan estas riquezas, el poder imperial va tras ellas.
Ahí dejamos algunas explicaciones que develan el panorama que se está escribiendo al norte de África: la lógica de la escalada imperial.