Este campesino nació en 1932, en el seno de una familia humilde en Génova, Quindío, Colombia. La condición de escasez material de recursos lo llevó a abandonar su hogar a los 13 años y aventurarse a la vida, en busca de encontrar sustento para su familia.
Desde siempre, vivió los rigores de la pobreza: Esa sombra que se cierne sobre nuestros pueblos y les obliga a abandonar estudios (solo cursó hasta el 5º grado), emplearse en cualquier trabajo (fue panadero, tendero, comerciante, dulcero…entre otros oficios) y, finalmente, cuando las condiciones se hacen insostenibles o cruciales, levantarse en armas en defensa de los derechos de las mayorías (esto ocurrió en 1948)
Durante largos años, Pedro Marín estaría en rebeldía frente al Estado Colombiano. Se convirtió en figura legendaria, casi mítica. Ya transmutado en Manuel Marulanda Vélez, alias Tirofijo, fue ganando espacios y respeto entre el resto de las columnas guerrilleras que se conformaron en Colombia. Murió en el 2008, cuando su anciano corazón dejó de latir.
Su lucha, su vida y sus métodos, concitaron diferentes posiciones: unas a favor de sus banderas, otras abiertamente opuestas a sus ideales y ejecutorias. Pero, ciertamente, no pasó desapercibido. Se mantuvo vigente, eludiendo todos los cercos militares y policiales que se prepararon para su captura y/o ejecución. Tantas veces fue dado por muerto que, cuando finalmente trascendió de plano, tuvieron que mostrar las fotos que comprobaban la noticia.
Fueron sesenta años de lucha. Con convicción y compromiso con su gente. Pudiéramos estar o no de acuerdo con sus métodos, pero es imperativo comprender sus motivos: La situación de exclusión, pobreza, explotación, miseria y desamparo generada por las condiciones inherentes al modo de producción capitalista, oligárquico y entreguista practicado en Colombia, con más furia, rigor y firmeza que en otros países latinoamericanos.
Tenemos muchas cosas en común. No sólo los pueblos latinoamericanos, sino todos aquellos que sufren por la dinámica demoledora de un sistema que produce pobreza al mismo ritmo que genera desastres ecológicos y acumulación de capitales en muy escasas manos. Este círculo vicioso define toda una geografía de la pobreza que incluye a los países ricos, incluyendo a los EEUU, en donde este tema se elude, se esconde y hasta se soslaya, evadiendo la responsabilidad social con las capas humildes que necesitan del apoyo de ese mismo Estado que los somete.
Marulanda es, entonces, sinónimo de la rebelión permanente de los pueblos ante la opresión del Capital. Es ejemplo de lucha constante, indoblegable y clara. En su honor y memoria, celebramos el 26 de marzo como el Día Internacional del Derecho de los Pueblos a la Rebelión Armada.
(*) MCB- Capítulo Aragua.
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