América Latina vuelve por sus cauces y una ola de esperanzas retumba desde cada rincón territorial en donde la miseria, la explotación y la nueva globalización neo-colonizante desarrolla estados integrales y continuos de desolación a escala ilimitada.
Ninguna de las modalidades económicas y políticas ( neoliberales, socialdemócratas, socialcristinas, populistas,reformistas y dictatoriales ) puesta en escena a lo largo del siglo XX, y activas en el actual siglo, han sido capaces de liberar a los pueblos de semejantes grados de humillación.
El Imperio del Norte impuso un dominio a punta de dólar y garrote que, finalmente, generó mayor dependencia, sumisión estructural y, en contraposición, germinó mayores grados de rebeldía entre las capas bajas y media de la sociedad. Se acumularon las contradicciones y las distancias entre los que nunca han podido desprenderse del yugo dominador local y extranjero y de aquellos, quienes postrados a los pies del Tio Sam, aún usufructúan la riqueza de las mayorías.
Hemos sido un subcontinente - laboratorio para la experimentalidad de varias formas de expropiación en masa, de despojos no sólo de recursos naturales renovables y no renovables sino, también, de propuestas culturales y políticas, relativamente progresistas y revolucionarias.
Llevamos más de 500 años en una batalla inmisericorde por la conquista definitiva, apasionada y consciente, de nuestra real libertad como pueblo y continente.En los siglos XIX y XX, fuimos golpeados por diferentes imperios. El europeo al principio, norteamericano después, quienes en nombre de la Providencia y de la codicia nobiliaria y transnacional diezmaron hasta casi extinguirlas, civilizaciones dotadas de raíces milenarias y cósmicas.
Sin embargo, cinco siglos despues, aquellas batallas independentistas consumadas en gobierno “emancipados”, fueron cediendo a través de los años en espíritu, solidez , ideales y visión continental.
Con mucho dolor dejamos en el camino ríos de sangre, sueños gloriosos,elevando a la categoría casi de inmortales a hombres y mujeres cuyo arrojo fue enfrentar y gritar, a los cuatro vientos, contra la dominación extranjera en cada espacio geográfico y tiempo histórico.
Estamos marcados por una lucha interminable. No cesamos de invocar el control absoluto de nuestro destino, aun cuando ello siga costando el sepelio recurrente de centenares de luchadores y luchadoras,todos ellos y ellas de piel mestiza y corazón grande. Llevamos en las venas la vehemencia de cada indio e india rebelde, de cada libertador de a caballo, de cada campesino y campesina de manos agrietadas.Este continente titila en la mirada silvestre de cada habitante.Nunca Imperio alguno podrá oler el amor que se respira en el hogar de cualquier residente original de esta parte del planeta.
América Latina y el Caribe es un perenne volcán ideológicamente epiléptico. Ayer, descalzos y esclavizados, expulsamos un enemigo tan cruel como el puñal del traidor; hoy nuevas formas de dominación no han podido doblegar la fuerza emancipadora que nos sale del alma. Poco a poco,al final del pasado siglo XX y en el clarear de este XXI, vuelven a surgir manifestaciones que anuncian un nuevo ciclo de luz dentro de este largo camino por un continente libre de neoliberalismos, de gobiernos títeres y apátridas, de políticos camaleónicos y dirigentes inmorales. Desde la Argentina, quien sobrevivió los dolores metastásicos del modelo neoliberal, pasando, en vuelo planeado, por todo lo ancho e intenso de América del Sur, cada país está convulsionando a su manera, poniendo al descubierto inmensas franjas de pobreza,una desigual distribución de la riqueza, programas políticos endebles y circulares.
Cada gobierno es una suerte de máscara del anterior y todos están condenados a la protesta social, cargada de una violencia centenaria.
Pareciera que las compuertas de la historia latinoamericana se están abriendo otra vez, con la singularidad transitoria que la insurgencia de los excluidos y despojados no tiene al frente una vanguardia ideológicamente consistente y armada de una concepción estratégica del poder. Sin partidos dispuestos a ir más allá de la refriega callejera ni avezados en la organización de ideas con sentido de trascendencia, millones de campesinos, indígenas, obreros, amas de casa, familiares de desaparecidos, buhoneros y profesionales han estallado de ira en las calles bonaerenses, en las avenidas paceñas y alteñas de Bolivia, en los barrios limeños, en la favelas brasileñas, sobre las esquinas bogotanas, en los cerros quiteños.
Hay un polvorín político y social esparcido entre montañas y llanuras,bordeando ríos,haciéndose a la mar, en una Sudamérica que está anunciando la urgencia de fortalecer y crear lazos ideológicos, comunicacionales y orgánicos entre organizaciones no tradicionales, grupos extrapartidos, en la lucha por una sociedad nueva, justa, humanista, democrática y soberana. Más allá de las diferencias espaciales, la peculiaridad política de ésta o aquella organización partidista, del carácter híbrido del modelo de país-sociedad por construir, es perentorio buscar senderos comunes, fijar alianzas extraterritoriales y confluir en la unidad de acción de pueblo a pueblo contra un Imperio que no cesa de contrabandear con los aliados locales, para mantener y perpetuar intereses patrimomiales, expansionistas, así como desviar los reclamos sociales hacia tipos de gobiernos-Estado, telegrafiados.
La propuesta venezolana de emblematizar en el pensamiento de Simón Bolívar, un programa de transformación progresiva y estructural de la sociedad, está recorriendo la conciencia de miles de latinoamericanos. Hoy no todos los caminos conducen al mismo lugar, aunque todas las protestas tienen el mismo origen.
Sometido a una artillería política dinamitante, diría casi nuclear ( golpes militar y petrolero, saboteo empresarial, manipulación y hostigamiento mediatico interno y externo, agavillamiento burocrático,corrupción galopante,fuga de capitales ) la revolución bolivariana despierta ilusiones a granel y no deja de correr un riesgo histórico, vivo e impredecible.
El mismo presidente Chávez está consciente de que los ojos del Departamtento de Estado, la CIA y la Casa Blanca están fijamente clavados en los movimientos y discursos que hace y pronuncia en cada lugar que visita. El carisma de su personalidad, lo indio-negroide de su rostro, el verbo epopéyico e inflamable contra las injusticias,el atropello y la defensa incondicional de la soberanía nacional y unidad continental, entre otros postulados arengadores, han irrigado el aire latinoamericano de un nuevo liderazgo contestatario.
Por aquí y por allá, pudiéramos visualizar hoy un mapa geopólitico suramericano sumamente atractivo y volcanizado:
-El Brasil con las favelas irredentas y las luchas del Movimiento Sin Tierra,con una nueva presidencia reforzando redes de latinoamericanismo, en medio de la expectativa penetrante de los excluidos,
- En Perú se han producido una serie de movimientos de masas contra el gobierno de Alan Garcia;
-La siempre indómita Bolivia vive una calma vigilante con un aymará (Evo Morales) en la presidencia , con duros desafíos por enfrenar y enemigo raciales y recalcitrantes .
-En Ecuador, un Rafael Correa , con la propuesta de la revolución ciudadana pero acechado por grupos civico-militares de derecha,quienes ya lanzaron el primer zarpazo.
-En Argentina la presidenta Cristina González Kirchner quiere abrirse paso, atrapada entre un envilecido peronismo y un pueblo efervescente,
-Un ex - obispo paraguayo (Fernando Lugo) luchando contra un cancer fisico y un cancer Colorado post - Stroessner,
-Uruguay reorientando su historia de la mano del ex – Tupamaro, José “Pepe”Mujica.
-Chile con un presidente neoliberal como Sebastián Piñera, envuelto entre el pensamiento empresarial y un pueblo que no olvida su glorios pasado contestatario.
-Y, la querida Colombia, en permanente dolores de guerra no oficial pero si real , con un Juan Manuel Santos dándole continuidad al viejo estilo santenderiano de gobernar, pero sin olvidar las siete (7) bases militares, protegiéndolo.
Por lo visto, todo parece señalar que la protesta de los de abajo está latente y, en cualquier momento, puede fracturar gobiernos intermedios y radicalizar a los que se han atrevido a dar un paso hacia una sociedad justa, humanitaria y soberana.
La minimización momentánea de la insurección armada, el entrampamiento del pensamiento ideológico de los años sesenta, la modernización capitalista del modelo político chino, la profunda crisis del imperialismo norteamericano, un proceso de revisión revolucionaria,lenta pero continua de Cuba, más la indiscutuble presencia de Venezuela con la audaz propuesta Bolivariana bajo la conducción del Comandante Presidente Hugo Chávez, más un vacío de liderazgo colectivo en la vanguardia emergente y revolucionario,refleja que estamos ante un tiempo histórico continental, total y absolutamente sustancial e irrepetible, que por nada del mundo debe observarse tibiamente.
(*)Ex Ministro Consejero / Periodista
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