Creí, que Ingrid Betancourt tenía a la mano un rico material para escribir, por lo menos, un libro testimonial muy interesante que en casi nada se asemejara al de los estadounidenses que, también lo creo, no fue fruto de sus propias manos. Pero eso no importa. Ciertamente, Ingrid escribió su libro y, lo dicen medios de comunicación, ha sido llevado al cine. En verdad, no lo he leído, porque ningún camarada me lo ha regalado o prestado o no lo han adquirido.
El cine es conocido como el séptimo arte. Y éste, para notables marxistas, es la prueba más alta de la vitalidad y de la importancia de una época aunque, comparado con la ciencia, no tiene la capacidad de ésta para anticiparse al futuro. Lenin veía en el cine la expresión más hermosa del comunismo. Lamentablemente no vivió para verlo ni aún estamos cerca de un régimen comunista en este planeta. Tampoco he visto la película sobre el testimonio de Ingrid Betancourt, aunque preferiría leer el libro.
No es lo mismo una película que una telenovela como tampoco lo es una pintura que una caricatura. La primera y la tercera son arte pero la segunda y la cuarta no, es más bien un oficio. En un canal de directv anunciaron con bombos y platillos la serie denominada “Operación jaque”, la cual logró rescatar, entre otros y dicen por complicidad interna de un comandante, a Ingrid y a los tres estadounidenses que estaban en poder de las FARC. Me emocioné por verla para ver qué se podría aprender de ella.
Cuando la vi, me decepcioné. Palurda la visión que trasmite. Es una casi completa tergiversación de los hechos para sacarle provecho político poniendo a la insurgencia como unos monstruos, torturadores, criminales, insensibles, inhumanos, irrespetuosos y de palabras vulgares mientras que a los soldados del ejército los colocan como los más respetuosos defensores de los derechos humanos y provistos de un lenguaje de altura y de cultos. A Ingrid, sin desmeritarle absolutamente nada de su valor, la pintan como la heroína que reta todos los peligros y desafía todas las órdenes de la insurgencia y a Clara Rojas como la fiel obediente que se resigna a todo. Y, lo que nunca falta en una grabación para televisión: los héroes insuperables son los que actúan en defensa del ideal del guionista.
La serie o documental que pasaron por televisión llamada “Operación jaque”, provoca risa por lo vulgar y lo mentiroso del guión. Entre las cosas bien palurdas está lo siguiente: cuando Ingrid quiso salir, en los primeros momentos de su detención, de un cambuche fue interceptada grosera y amenazante por una guerrillera, pero al decirle aquella que iba al baño le respondió la camarada: “Aquí no hay baño, no somos oligarcas”. Pienso que ninguna guerrillera o guerrillero, por muy poco o casi nulo nivel de cultura que posea, se atrevería dar una respuesta de esa naturaleza a un retenido o retenida sin orden del comandante. Eso no se ve ni se usa en la guerrilla. Pero supongamos que haya sido cierto: ¿qué reflejaría esa guerrillera?
Primero: que necesita con urgencia conocer las elementales nociones o reglas de la higiene y ésta, dicho por un gran marxista, es una parte muy importante de la cultura; segundo: si eso fuese una orden superior, demostraría que la alta dirigencia de la insurgencia estaría luchando por volver a los primeros años de la comunidad primitiva o a la edad de las cavernas en el tiempo en que no se sabía ni leer ni escribir, que no habían casas ni cloacas, que no tenía aún el ser humano idea para construir un hueco donde hacer sus necesidades fisiológicas; tercero: quien así pensare seguro despreciaría vivir en una casa con baño, porque al ver o entrar a éste, estando armado, dispararía contra la poceta por ser una mercancía exclusiva de la burguesía. Ese cuento no lo creen ni siquiera los que elaboraron el guión de la serie “Operación jaque”. ¿Cómo sería la vida en el capitalismo si solo los oligarcas tuvieran baños con poceta y los pobres con pozo séptico? Si en algo los pobres superan en el capitalismo a los burgueses es en la suma de posetas. Que éstas sean de baja calidad, es otra cosa que no está en discusión. Si los pobres, los explotados y oprimidos, convirtiésemos el baño un lujo exclusivo de los ricos y a la poceta un fetiche del capitalismo, no valdría la pena luchar por el socialismo.
De otro lado, sería ridículo especular que Ingrid Betancourt estuviese solicitando un baño con poceta en pleno corazón de la selva estando retenida. En el capitalismo los actores y actrices de cine, en un buen porcentaje, se parecen mucho a los periodistas que escriben siguiendo un guión de los propietarios del medio de comunicación aun cuando eso vaya en contra de su manera de pensar. El salario o dinero y la publicidad es lo que les importa. Por lo demás, en “Operación jaque” Dios está con los militares porque son los buenos de la serie televisiva como si fuera el Thor de los colombianos escandinavosados. Se supone que el Diablo está con los insurgentes. No estamos descalificando calidad de actores y actrices. Eso no viene al caso. Sin embargo, hay actores y actrices que son incapaces de prestarse para realizar una filmación de cine –en particular- o del arte –en general- donde la tergiversación de los hechos sea, por lo menos, muy grotesca así como hay periodistas que rechazan escribir sobre lo que no creen o no comparten.
En fin, “Operación jaque”, la serie o documental pasado por televisión, es de muy mal gusto, pero eso a los propietarios del mismo les importa un pito, lo que vale es cuánto de dinero produzca y que la mentira, publicitada muchas veces, sea provechosa para una determinada política de clase burguesa.
No vamos a discutir si Ingrid Betancourt sufrió, pocas o varias veces, de un trato que le afectaba su condición de mujer y de ser humano. La guerra es siempre una brutalidad que vino y vive en la entraña de los regímenes de explotación y opresión de clases. Todo movimiento revolucionario, alzado o mo em armas, trata de guiarse por principios de humanización en su lucha política. En una selva, por mucho que se quiera dar un trato extremadamente especializado en complacer las peticiones de los rehenes, no se dan las circunstancias apropiadas para el más absoluto respeto a los derechos humanos. Pero habría que preguntarle al Estado colombiano ¿si todos los derechos humanos de los presos políticos son realmente respetados? De las cárceles se han grabado documentales con mucha objetividad y sin ninguna necesidad de contratar actores o actrices y que superan en verdades y calidad a “Operación jaque”.