De cómo EEUU y la OTAN quieren ganar mediante supuestas negociaciones lo que no han ganado en el campo de batalla

La guerra en Libia

El fracaso de EEUU y la OTAN

Resulta que después de ofrecer que liquidarían a Gadafi y la resistencia Libia en semanas, casi que en días, han pasado más de cuatro meses y hasta ahora, aparte de haber causado una severa destrucción de la infraestructura física y productiva y haber asesinado a miles de habitantes, los agresores no han obtenido la victoria esperada.

Según cifras del Banco Mundial para 2009 la población de Libia era de 6.419.925 habitantes. Entonces, el 1° de julio, en una situación de guerra y bajo intensos bombardeos, más de la cuarta parte de la población, 1.700.000, se reunió en Trípoli para demostrar su rechazo a la agresión de la OTAN y EEUU, respaldar la resistencia y al líder Gadafi, lo que constituye una clara victoria política de la resistencia.

Además, las tribus de Libia, que son la base de la organización social, se han colocado al lado del liderazgo de Gadafi y contra le intervención extranjera.

Este hecho contrasta con las claras divisiones que se han presentado en el frente opositor, que culminaron con el asesinato del comandante de las fuerzas opositoras.

La agresión contra Libia ha perdido respaldo político

EEUU y la OTAN no sólo no han podido ampliar su frente político, sino que el respaldo con el que iniciaron la invasión, se ha debilitado y hoy día sólo el Pentágono, su círculo inmediato de políticos y militares y el núcleo duro de la OTAN (Francia e Inglaterra) se mantienen firmes impulsando la agresión.

No sólo no han logrado incorporar nuevos aliados, sino que Noruega se ha retirado y varios países de la Liga Árabe han ido evolucionando hacia una posición de cierta neutralidad, incluso de oposición, debido a que se viola abiertamente la resolución 1973, la matanza de civiles es innegable, no hay resultados patentes de victorias contra Gadafi, la oposición a este se ha debilitado y lo que sí es evidente es el grave sufrimiento que se está provocando al pueblo libio, lo que para líderes árabes se convierte, no sólo en un problema moral sino en una fuente generadora de problemas políticos.

Un hecho que puede indicar el ambiente existente en el mundo árabe, es la posición de Líbano en los recientes debates sobre Siria realizados en el Consejo de Seguridad, en los cuales, EEUU y Europa han hecho una fuerte presión para que el Consejo de Seguridad tome una resolución aplicando sanciones a Siria. Ante la imposibilidad de lograr esa resolución, se adoptó finalmente una declaración del Presidente temporal del Organismo (el representante de la India), aprobada el 03-08-11, que por una parte no tiene carácter mandatario y por otra, no solicita la aplicación de sanciones, aun cuando EEUU y Europa esperan que abra el camino para ello. En el momento de ser sometida a consideración, Líbano, miembro del Consejo de Seguridad, se desasoció de ella y la rechazó. Puede recordarse que en el caso de Libia, Líbano, actuando en nombre de la Liga Árabe, fue factor decisivo en la aprobación de la resolución 1973,  que justificó los bombardeos.

En un ensayo que escribí llamado ¡Pararlos en África y el Medio Oriente!, publicado en Aporrea el 04-04-11, dije:

… “La resolución de la Liga Árabe que le da fundamento a la intervención militar fue tomada en condiciones precarias. De los 22 miembros plenos, solo once estaban presentes y votaron a favor, nueve.”

Probablemente, si se hubiese hecho un trabajo político fuerte, orientado hacia el mundo árabe, existió por lo menos una mínima posibilidad de haber impedido la declaración de la Liga Árabe o de haberla modificado. Si ese trabajo se profundiza ahora, EEUU y la OTAN podrían no contar con dicha organización para los próximos pasos que piensan dar en Libia y mucho menos en los planes para golpear a Siria. A Arabia Saudita y a los países árabes del Golfo Pérsico, estrechos aliados de EEUU, se le pueden complicar las cosas(1).

Por otra parte, la Unión Africana se ha mantenido firme en la propuesta de Alto al Fuego,  la búsqueda de una salida negociada y el desconocimiento de las decisiones de la Corte Penal Internacional en las que se ordena la detención de Gadafi y otros líderes libios. El presidente Chávez se ha mantenido activo en la solidaridad con Libia y su gente, lo que influye en pueblos y gobiernos del Sur.

En el seno de la ONU y en especial dentro del Consejo de Seguridad, la resolución 1973 va perdiendo peso, pues ella fue impuesta por EEUU, Francia e Inglaterra, usando a Ban Ki Moon como instrumento, sobre la base de algunos supuestos que no se cumplieron, tales como: 1) habría una solución rápida que garantizaría la protección de los civiles, el derrocamiento de Gadafi debido a que el pueblo libio se sublevaría y la formación de una coalición gobernante, claramente partidaria de Occidente; 2) los recursos naturales y los activos de Libia colocados en la banca internacional, serían expropiados y utilizados para cubrir los costos de la guerra y 3) Gadafi y demás líderes libios, serían juzgados por la Corte Penal Internacional, detenidos y puestos fuera de juego. Salvo la apropiación de los activos internacionales de Libia, lo demás no ha ocurrido.

Para continuar y profundizar la intervención, a EEUU, la OTAN, Ban Ki Moon y a los demás defensores a ultranzas de la intervención, se les hace difícil continuar justificándola. Las violaciones a la 1973 desacreditan a los que desean sancionar a Siria.

Luego, la profundización de la crisis del Capital, crea problemas políticos y financieros para todos los gobiernos de la OTAN, incluido EEUU, lo que dificulta que se mantengan en la guerra como si no hubiese habido cambios en la situación.

En resumen, la agresión no avanza militarmente y va perdiendo respaldo político. Entonces, una de dos, o EEUU y la OTAN negocian en serio y se retiran, o deben reformular su táctica buscando cómo sortear las dificultades actuales para profundizar la agresión. Obviamente, están haciendo lo segundo.

La nueva táctica: ganar a través de supuestas negociaciones lo que no han ganado en el campo de batalla

Lo que sería una prueba adicional de que contemporáneamente el Imperio ha convertido  la política en la continuación de la guerra por otros medios en una época en la que hemos estado viviendo una guerra mundial permanente.

Tras el propósito arriba mencionado EEUU y la OTAN han venido tomando varias decisiones:

1) Aparentar que desean llegar a una negociación para establecer un alto al fuego, con el propósito de ganar tiempo, tratar de tomar la iniciativa política y recomponer el frente de alianzas, tratando de demostrar que con Gadafi no hay posibilidades de arreglo pacífico y tomar un nuevo aliento para profundizar la guerra acentuando las violaciones a la resolución 1973 y a los derechos humanos.

2) Ganar tiempo para fortalecer militar y logísticamente a la resistencia contra Gadafi, pues saben que si no son capaces de garantizar una ofensiva militar terrestre, los bombardeos sin éxitos en tierra no proporcionarán la victoria que esperan. Esto los obliga a violar descaradamente la 1973 y tomar los riesgos políticos que ello implica.

3) Convertir las zonas que la resistencia contra Gadafi ha ocupado, en ganancias territoriales que deben ser consolidadas para garantizar el desmembramiento territorial de la nación libia y convertirla en otro Estado fallido, en una eventual situación de guerras y estallidos violentos permanentes como lo hicieron con Somalia y pasar así a controlar el petróleo, el agua y las reservas monetarias de Libia y todos sus activos. Colateralmente, este sería un golpe contra la OPEP.

4) EEUU y la OTAN están presionando a todos sus aliados para un proceso de reconocimiento del llamado Consejo Nacional de Transición (CNT), como el gobierno legítimo de Libia. EEUU, Francia, España, le han dado reconocimiento diplomático y se espera que otros países, sometidos a fuerte presión, continúen ese camino.

5) Simultáneamente están apropiándose de todos los activos libios trasfiriéndoselos al CNT. EEUU desbloqueó 13 millones de dólares y Francia 259 millones, adjudicándoseles a las respectivas embajadas, las que luego se los irán entregando a EEUU y la OTAN para cubrir los costos de la guerra.

4) En ningún caso están renunciando a la solución militar, sólo están recomponiendo sus fuerzas y sus movimientos tácticos, para tratar de lograr una victoria en el campo de batalla.

Cómo enfrentar esta política

Este es el momento oportuno para pasar a la ofensiva en el campo político, diplomático y en la movilización de los pueblos, pues como hemos venido señalando pese a todos los desplantes, no han podido tener una victoria militar, han estado perdiendo la batalla política y están afectados por una profunda crisis global, la gran crisis del Capital.

Ahora es el momento para con sabiduría atacarlos en todos los frentes, sin falsas ilusiones, pero con la profunda convicción de que podemos anotarnos victorias a través de las cuales logremos acumular fuerzas y debilitar la de ellos. Sin esta convicción es difícil aprovechar la presente coyuntura, que ofrece una muy especial oportunidad para dar batallas victoriosas. Perderla nos puede traer graves consecuencias, presentes y futuras.

Algunos de los pasos que debemos dar son los siguientes:

1) Organizar la denuncia internacional sobre las violaciones a los derechos humanos y de los probables crímenes de guerra, que se están cometiendo en Libia. Incluso, hay que explorar urgentemente la posibilidad de acusarlos formalmente ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Esto, aparte de que ponerlos a la defensiva en Libia, podría, de alguna manera, compensar la campaña que ellos vienen desarrollando contra Siria.

2) Poner sobre la mesa la propuesta de paz que en el mes de marzo de este año presentó el Presidente Chávez y reforzar los esfuerzos de la Unión Africana por lograr un alto al fuego. La negociación para el alto al fuego debe ser, principalmente, entre el gobierno de Gadafi y los líderes del movimiento opositor, con la mediación de la Unión Africana. La OTAN y EEUU no pueden ser quienes dicten la pauta.

3) Hay que trabajar para aislarlos políticamente. La victoria en Libia será un victoria política que obligue a detener los bombardeos. La victoria militar ya se ha obtenido. Es haber resistido, haber impedido el triunfo de EEUU y la OTAN. Para consolidarla, hay que derrotarlos políticamente, aislarlos y colocarlos ante la circunstancia de tener que retirarse y cesar los bombardeos. El alto al fuego será el primer paso. Hoy es posible crear una gran coalición mundial para lograrlo. Una coalición de la que formen parte estadounidenses, europeos, asiáticos, africanos, árabes, latinoamericanos y gente de todos los credos religiosos y de diversas ideologías políticas. Ello es posible pues la indignación contra la guerra está surgiendo y puede crecer por el mundo. Es posible, si no lo logramos será por nuestra falta de iniciativa para unir a todo el que pueda ser unido.

Esta victoria política puede ser un gran estímulo para las luchas populares en el mundo, un factor multiplicador de la esperanza y del espíritu de victoria. Es posible.

4) Hay aliados naturales en este proceso, como Rusia y China, que ya se han manifestado contra de la evolución de los acontecimientos en Libia y han denunciado las violaciones a la resolución 1973. Además, debemos tomar en cuenta que Brasil y la India no votaron a favor de la resolución 1973.

5) Tratar de unir a líderes árabes para trabajar por el alto al fuego o en todo caso, ganar su neutralidad para que no sean aliados de EEUU y la OTAN. Esto es vital y es posible.

6) Es decir, hay condiciones para construir un importante campo de alianzas y para articular luchas populares en el mundo, tras el objetivo de lograr la paz en Libia y avanzar hacia la paz mundial.

El primer requisito para ello es creer que de verdad es posible y disponerse a dejar de lado la rutina burocrática de las instancias multilaterales que dominan el mundo y que han sido colonizadas por las potencias del Norte, especialmente la ONU.

7) Denunciar el acto ilegal que se está cometiendo al robar los activos internacionales de Libia. Es sorprendente que esto esté sucediendo y que no se haya realizado una fuerte protesta mundial para impedir que se realice un acto de piratería que de consolidarse, va a tener graves repercusiones para nuestros pueblos y gobiernos.

Las Naciones Unidas que deberían pronunciarse sobre este tema, guardan silencio y nosotros no tomamos iniciativas para enfrentar este tan grave hecho. Podríamos pagar serias consecuencias por ello. De inmediato nuestra Cancillería debería ordenar la elaboración de un proyecto de resolución por parte de la Asamblea General, que condene este hecho y acuerde la inmediata devolución de esos fondos al legítimo gobierno de Libia. Esta es una de las batallas que hay que dar. Es posible unir a buena parte del Sur  y del mundo entero para esta y otras batallas.

8) Denunciar el papel que viene cumpliendo la Corte Penal Internacional como implementadora de decisiones impuestas por los intereses imperiales, pues ello representa un grave peligro para pueblos y gobiernos.

Estas son sugerencias y propuestas que no tienen carácter exhaustivo ni son excluyentes de otras. Son una manera de abrir el diálogo y el intercambio. La clave es no guardar silencio o inacción ante circunstancias tan exigentes y dilemáticas.

Una primera conclusión: evaluando los últimos acontecimientos

Obviamente, se han alejado las posibilidades de una solución negociada en Libia. Es claro que las declaraciones tanto de EEUU como de representantes europeos de la OTAN, han tenido como propósito desarrollar una maniobra diversionista. Finalmente, se ha impuesto la línea dura del complejo militar-financiero.

No pueden generar una campaña terrestre contando con las fuerzas del Consejo Nacional de Transición. Por más que lo han armado y lo han entrenado, no hay avances significativos. Eso los llevó a desarrollar la maniobra de unas supuestas negociaciones. Finalmente, han tomado el camino de la destrucción sistemática de Libia. Destruir las fuentes de suministro de agua y  electricidad, toda la infraestructura civil y militar, las universidades, los hospitales, las avenidas y calles, las fuentes de alimentación, etc. Simultáneamente multiplican los bombardeos y el proceso de destrucción de la fuerza militar de Gadafi.

Generar una crisis de sed, de hambre, epidemias y diversas enfermedades, cerrar todas las fuentes para la entrada de medicinas y cualquier género de ayuda humanitaria, en fin, colocar a la población en una situación desesperada provocando el crecimiento de la mortalidad infantil, de ancianos y en general, de toda la población en situación de riesgo para conducir a Libia a un desastre humanitario total.

En el plano militar, continúan la destrucción sistemática de la fuerza militar del Estado libio y apuestan a que el embargo militar debe provocar que el armamento y los pertrechos que se han gastado por el desenvolvimiento de la guerra, incluidos los que han sido destruidos por los bombardeos, vayan colocando a las fuerzas libias en una situación de indefensión.

¿Por qué es posible este curso de la guerra? Principalmente porque no ha sido posible derrotarlos políticamente, pese a que han estado dadas todas las condiciones para ello, para aislarlos internacionalmente.

Parece que los movimientos sociales y los gobiernos progresistas no han podido articular una política capaz de levantar la solidaridad internacional con el pueblo libio y desenmascarar la política y las maniobras de las potencias del Norte. De ser así, esto nos puede costar caro.

Las Naciones Unidas y muy especialmente el Consejo de Seguridad son cómplices de toda esta situación, la avalan de hecho y de derecho, y no hemos podido levantar con fuerza, por ejemplo, la denuncia de la ilegal apropiación de los activos libios colocados en la banca internacional.

Es posible derrotarlos, es necesario e imprescindible. Las supuestas negociaciones que llegaron a plantear, demuestra que son débiles, que tienen diversas aprietos: una profunda crisis general y dificultades para sostener un amplio frente político de respaldo a la agresión contra Libia más dificultades reales en el campo de batalla.

Notas:

(1) Después de concluido este artículo, hemos seguido observando este proceso y la interconexión entre todos los sucesos en el mundo árabe. Mientras Occidente maniobra en Libia combinando los llamados a supuestas negociaciones con la destrucción sistemática de Libia, en Siria arrecia la ofensiva política dirigida a crear condiciones para precipitar el derrocamiento del gobierno.

Los movimientos sociales y los gobiernos progresistas no han podido contrarrestar esa ofensiva política. En una acción en donde podemos presumir que Arabia Saudita ha estado moviendo las piezas, la Liga Árabe emitió una declaración de condena a la violencia en Siria. Inmediatamente Arabia Saudita condenó al gobierno Sirio y retiró a su embajador, lo que significa dar luz verde para la ofensiva global contra Siria, que, tal como ocurrió con Libia, está siendo aislada políticamente como condición para radicalizar el movimiento final orientado a tratar de derrocar al Presidente Asad.

En este contexto se menciona a Irán como el más próximo aliado de Siria y por tanto ello anticipa la puesta al día de los planes de agresión contra Irán. Si los movimientos sociales y los gobiernos progresistas no trabajan activamente ahora para detener la ofensiva contra Siria, de alguna manera se reproducirá lo ocurrido con Libia. Como es obvio, el imperio no se va a detener ahí.

En los momentos en que el Capital vive su crisis más profunda, sin embargo, sigue avanzando en su lucha contra los pueblos, invadiendo, asesinando, arruinando países y destruyendo esperanzas.

Repito, si no reaccionamos ahora, luego puede ser tarde. 

fclugo50@gmail.com



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Julio Escalona


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