La industria cultural tiene necesariamente que promover el consumo de libros de autoayuda, actualizados con las preocupaciones del momento, porque se está desmantelando el Estado de Bienestar y profundizando las políticas neoliberales. Un Estado de Bienestar que alcanzó altos niveles de seguridad y bienestar material en la población, como un privilegio del que han gozado estos pueblos. Un privilegio, es bueno decirlo, que se ha sostenido gracias a la explotación de mano de obra barata, el genocidio y el saqueo de recursos naturales de los países periféricos, y que fue una estrategia de la clase dominante para evitar una revolución dentro de las propias fronteras de los países de origen de las transnacionales. Sin embargo, este privilegio se fue perdiendo progresivamente debido al debilitamiento de la izquierda tras la caída de la URSS. La burguesía se fortaleció y la ambición neoliberal se impuso. Hasta que entró en crisis. Ahora pretenden salvar el capitalismo con más neoliberalismo. El ya reducido Estado de Bienestar hay que terminar de desmantelarlo. Por lo tanto, la burguesía necesita poner a la población a leer más libros de autoayuda de lo acostumbrado.
Conceptualmente el Estado de Bienestar es un Estado encargado de asegurar pleno empleo, progreso económico, sistema de seguridad social, atención médica, educación y acceso a la vivienda mediante la redistribución de los impuestos y sus propias inversiones. Es decir, el riesgo que implica vivir en una sociedad salvaje se socializa y el Estado los neutraliza con programas de seguridad social. Sin embargo, como ya dijimos, en la práctica, el alto nivel de seguridad y bienestar material solo se alcanzó sobre la base de la sobreexplotación de los pueblos periféricos.
Esta seguridad y bienestar material de la que gozaron por un tiempo empezó a reducirse. El debilitamiento de la izquierda fue dando paso al neoliberalismo, y los ideólogos de la burguesía europea empezaron a criticar el Estado de Bienestar. Argumentaron que el Estado de Bienestar era muy improductivo comparado con la iniciativa privada, y además decían que el asistencialismo produce ciudadanos flojos, menos competitivos, e incapaces de autogobernarse. Por supuesto, todo esto atentaba contra la acumulación del capital de la clase dominante.
La política neoliberal privatiza progresivamente los servicios de salud, seguros, educación, seguridad, pensiones, etc., y cada uno tiene que ver como estira su salario para comprar estos bienes y servicios en el mercado, claro está, si es que tienes empleo. Es decir, venimos al mundo a enfrentar los riesgos de la economía de mercado, y esto genera riqueza, por supuesto, riqueza para la burguesía. Aquél que no logre sobrevivir es un perdedor, un fracasado, y lo peor, tiene la culpa de su fracaso.
Ahora el individuo tiene que hacerse cargo de sí mismo, de su propia seguridad física y psíquica, y tiene que comprarla en el mercado, claro, si tiene dinero para ello. Para ayudarlo un poco en su angustia, la burguesía le ofrece a bajos precios libros de autoayuda a través de la industria editorial de masas. Estos libros de autoayuda son una fuente de sugerencias para el ejercicio de la responsabilidad individual. Te enseñan como aliviar el dolor y el malestar de vivir dominado por la clase burguesa, y cumplen al mismo tiempo el objetivo de alimentar la competencia y el afán de superación personal sobre toda solidaridad de clase. Aquí vamos a encontrar textos sobre espiritualidad, psicología, empresa, relaciones interpersonales, filosofía, programación neurolingüística, inteligencia emocional, etc.
Las librerías están abarrotadas de estos libros y hay gente que se vuelve adicta y los compra de a dos y tres. Los producen en serie y en varias lenguas, porque el capitalismo es mundial, con cultura y pensamiento único. Hay autores que han escrito hasta 15 o más de estos manuales de autoayuda. Recogen las preocupaciones cotidianas de las personas y estas aparecen en los títulos de los libros. Actualmente los títulos sobre “cómo afrontar la crisis” son uno de los más atractivos en España.
El propósito de esta literatura es que las personas puedan desarrollar ciertas capacidades latentes, de que descubran el potencial oculto que tienen para lograr un cambio vital individual. Este discurso lo acompañan con consignas como: “querer es poder”, “tú puedes”, “solo tienes que creértelo”. O sea, que no necesitas la solidaridad de la sociedad, del Estado ni de nadie. No necesitas solidarizarte con los miembros de tu clase explotada. Tampoco te explican las causas sociales de tu infelicidad para que las ataques. Solo te dicen que sufres porque quieres, te dicen que eres infeliz porque no quieres ser feliz, te dicen que eres pesimista porque así lo decidiste, o simplemente porque le tienes miedo al éxito. Coño, termina uno sintiendose culpable de su desdicha.
De paso, para demostrar su tesis, le dan a uno ejemplos de personas exitosas que han salido de la pobreza o que han alcanzado sus objetivos enfrentando solos todas las adversidades y las injusticias del capitalismo únicamente con el factor optimismo, más nada. Brillante idea. Con esto le dan una patada a las leyes sociales descubiertas a lo largo de varios siglos de estudio sobre las desigualdades sociales. Qué bolas, tenemos diez mil años viviendo en una sociedad de clases donde la inmensa mayoría ha sido dominada y explotada por una pequeña minoría, y estos carajos nos dicen ahora que todos los explotados física y mentalmente en las distintas sociedades de clases no alcanzaron su bienestar individual porque eran unos pesimistas. Qué bolas. Y hay mucha gente que cae en esta trampa ideológica, que nos oculta al enemigo, y pasan años consumiendo esta literatura. Para ellos no existe ni clase dominante ni imperialismo. Que eso forma parte del pasado. Cuando uno les pregunta sobre esto, dicen que el último imperio fue el Imperio romano. Que vaina, así no se puede.
En suma, estas editoriales, además de buscar la máxima ganancia, funcionan como mecanismo ideológico de distorsión de la realidad, y enseñan a las personas para que se adapten a las políticas neoliberales, con obediencia y conformidad.
Más artículos del autor en: