En los últimos días hemos visto la cara de la más cruenta de las barbaries que muestra el imperialismo cuando entra en crisis el sistema que lo sustenta, Libia ha mostrado la profunda inmoralidad de las potencias de occidente cuando nos hablan de democracia y DD.HH.
Lo que comenzó como movilizaciones por demandas legítimas y como ecos de la revolución Árabe; inmediatamente fue confiscado y puesto al servicio de los intereses de las trasnacionales imperiales, quienes ahora no sólo se disputan los recursos que ya Gadafi había entregado, sino que también se pelean por los cuantiosos contratos para reconstruir lo que el negocio de la guerra ha destrozado.
No dudamos del carácter dictatorial y autocrático de quien por décadas fuera un líder nacionalista y símbolo de la liberación de los pueblos y que desde hace algunos años en actos de indiscutible traición vino dando el más grosero de los virajes en una serie de pactos, entregas y concesiones con el capital trasnacional, así como la sistemática represión y persecución contra el pueblo Libio y sus organizaciones de avanzada; Gadaffi por muchos años representó peligro e incomodidad para occidente, pero desde hace poco más de una década fue uno de sus más grandes aliados en la región y el más disciplinado de su colaboradores, en actos de obscena reciprocidad, éste permitió la privatización de los recursos libios y a cambio, las potencias imperialistas le bajaron dos a las campañas y ataques en su contra permitiéndole el ingreso a los organismos de cooperación económica internacional , asistir a las grande cumbres y entrar en una especie de coexistencia pacífica que representó para el líder Beduino una especie de relación “ganar-ganar”.
Por esto decimos que las banderas inicialmente levantadas por el pueblo Libio pudieron haber sido sin ninguna duda, absolutamente legítimas, pero estas fueron inmediatamente confiscadas, secuestradas y puestas al servicio de los planes imperiales, quienes después de haber sido íntimos de Gadaffi, de manera hipócrita e inmoral empezaron a mostrarse “horrorizados” y “preocupados” por la libertad y los DD.HH en Libia y tras el clásico lobby y la campaña mediática preparadora de subjetividades; comenzaron su más brutal agresión y destrucción contra este país del Magreb, reduciendo a la mayoría de los inicialmente “rebeldes” a miserables mercenarios y operadores de sus planes en tierra y gestores del nuevo saqueo la pueblo Libio.
Por esto la fulana libertad que hoy se proclama en la libia sin Gadaffi no es más que un mero eufemismo, una libertad que nace hipotecada hasta la médula a los intereses imperiales y sus planes geoestratégicos, una libertad a la que le fue impuesta una bandera monárquica y por lo tanto tiránica como símbolo elocuente de su naturaleza y función, una libertad representada por títeres mercenarios otrora responsables de la tiranía de Gadaffi y hoy maquillados y renovados dispuestos a seguir la función.
Mientras tanto, el heroico pueblo libio continúa resistiendo a los ataques y a la masacre por parte de occidente y sus lacayos; desde aquí nuestra más comprometida solidaridad, con la confianza de una de nuestras principales consignas “solo el pueblo salva al pueblo”.
*Estudiante Escuela De Filosofía UCV