“Hay que terminar el trabajo”

Lo ha dicho Sarkozy en su visita a Libia. Lo ha dicho como el caporal que ordena: “Kadafi es un peligro. Hay que terminar el trabajo”. Es decir, hay que buscar y dar muerte a Kadafi y a los kadafistas. Ha usado el presidente francés las mismas palabras que utilizaban los genocidas ruandeses cuando desde Radio de Las Mil Colinas, en abril de 1994, incitaban a sus partidarios para que dieran muerte a un millón de tutsis: Hay que hacer el trabajo. No se trata de matar; se trata de hacer un trabajo. De esta manera, hacían impersonal y aséptica la masacre. Es como aplastar cucarachas: un trabajo, desagradable; pero, necesario.
Es insólito tanto desparpajo y cinismo.

También ha dicho “aquellos que cometieron crímenes o que robaron al pueblo libio tendrán que dar cuentas. No puede haber perdón” y, como colmo de ironía, agrega: “no somos nosotros, son los libios los que deben elegir a sus dirigentes”. ¿Qué mundo vivimos? ¡Y hay quien justifica que para quitar del medio a Kadafi sea bombardeado un pueblo, sean destruidos sus puentes, sus carreteras, sus industrias, sus ciudades; se dé muerte a sus habitantes, se roben sus reservas, se repartan sus recursos y se comprometa su futuro por generaciones! Negocio redondo: le quitan a los libios su dinero para destruir el país y le arrebatan su petróleo para reconstruirlo a imagen y semejanza de los intereses imperialistas.

Estos “defensores” de la libertad, de los derechos humanos y de los pueblos exhiben con insolencia su poder y sus intereses. Van a Libia como emperadores a reclamar lo que creen que les pertenece. El diario francés Libération asegura, pruebas en las manos mediante, que Sarkozy obtuvo de los rebeldes el compromiso del 35% del petróleo libio a cambio del apoyo del gobierno francés. Se trata de un memorándum que tiene el diario en su poder donde con pelos y señales se establecen los compromisos. Ante esto, el canciller Alain Juppe responde que le parece lógico que los países que apoyaron a los rebeldes reciban privilegios.

Parte del trabajo es destruir y asesinar. La otra parte es cobrar. Ha llegado el momento de honrar las deudas. Sarkozy dice que el trabajo no puede quedar a medias.

rhbolivar@gmail.com


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Rafael Hernández Bolívar

Psicología Social (UCV). Bibliotecario y promotor de lectura. Periodista

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