Los personajes más protestados en el mundo

Parece mentira pero es completamente una verdad irrefutable, que los personajes de las naciones más altamente desarrolladas (imperialistas) del capitalismo están entre los más repudiados en el mundo entero. Personajes que se llenan la boca hablando de libertad, de democracia, de igualdad, de respeto a los derechos humanos, de solidaridad con los demás países para contribuir a su desarrollo o progreso social pero, al mismo tiempo sabiendo a ciencia cierta de que todo es demagogia, resultan ser rechazados por millones y millones de personas en casi todas las regiones del planeta. Para muestra un botón: basta observar la cantidad de personas que hacen manifestaciones de repudio cuando esos personajes visitan otras naciones.

Sin embargo, hay dos personajes en este tiempo que son los más rechazados aunque uno de ellos atrae a millones y millones de simpatizantes o de partidarios. El primero de esos personajes es el Presidente de Estados Unidos: Barack Obama. El lo sabe muy bien. El mismo hecho de ser Presidente de Estados Uidos es una razón para ser repudiado en el mundo, porque la mayoría de éste sabe cuánto daño ha causado ese imperialismo al género humano y a la naturaleza. El expresidente Bush viajó por el mundo y en la única región que se atrevió hacer cierto recorrido a pies, estrechando sus manos con las manos de la gente, fue en Albania. En todos los otros países que visitó necesitó de mayor cantidad de policías y organismos de seguridad que los que se requerían para garantizarle la vida, por admiración y no por repudio, a los Beatles –protagonistas de ua revolución musical- en los años sesenta cuando presentaban conciertos en otras naciones fuera de Inglaterra.

En verdad, creer que los pueblos viven siempre desinformados, que las mentiras nunca son superadas por las verdades, que las subjetividades hacen ocultar eternamente las realidades objetivas, es un craso error, especialmente, de los políticos y los periodistas que así lo crean. Un sicólogo y un sociólogo no fundamentarían su ciencia en esa falsa creencia. Los grandes y poderosos medios de comunicación pueden invertir todo su tiempo y todo su dinero resaltando cualidades y virtudes, bondades y luchas de los gobernantes imperialistas por el bien y progreso del mundo, pero los pueblos son integrados por seres humanos que cuentan con sus sentidos de percepción, que tienen sentido común, que poseen inteligencia, que saben observar, que meditan, que contemplan, que reflexionan y que no es posible engarñarlos todo el tiempo como conjunto social. Y eso lo demuestra cada vez que un gobernante imperialista visita otra nación o cada vez que ese infeliz y farsante Grupo de los Ocho hace sus reuniones para continuar estableciendo políticas de rapiña de acuerdo a las circunstancia de tiempo y espacio y de sus intereses, fundamentalmente, económicos. El Presidente Obama es ganador inmerecidamente de un Premio Nobel de la Paz que no supo aprovechar para justificarlo en su primer mandato de gobierno. Por el contrario, se volvió un guerrerista incontrolado, un intervencionista obsesionado en los asuntos internos de otras naciones, un violador consagrado del derecho a la autodeterminación de los pueblos, un demagogo enfermizo, un amenazador de oficio y un justificador de crueldades y crímenes de lesa humanidad. Los que creyeron que por el color de su piel y sus palabras religiosas iba a resultar un gobernante verdadero amigo de la paz, sencillamente, rodaron como rueda un balón buscando un arco para cantar su victoria o una pelota buscando salir del estadio para gritar su jonrón. Sin duda, el Presidente Obama sabe hablar de la paz pero, al mismo tiempo, más sabe hacer la guerra para lograr los objetivos estratégicos o tácticos de su imperialismo.

El otro personaje, muy lamentable y hay que reconocerlo, es el Papa Benedicto XVI. No es cierto que el hecho de ser Papa sea una razón para ser repudiado por millones y millones de personas. A diferencia de cualquier Presidente de Estados Unidos que no sólo es repudiado por la mayoría de la humanidad y también por un importante porcemtaje de la población de su país, cualquier Papa cuenta igualmente con más de mil trescientos millones de feligreses y, además, con muchos otros millones de otras religiones que le admiran y le respetan. Pero en el caso del Papa Benedicto XVI el repudio a su presencia en otras naciones ha sido demasiado evidente y hasta superando a los gobernantes de naciones imperialistas, salvo al de Estados Unidos. Eso es un importante elemento para que el Papa, los cardenales, los obispos, los arzobispos y sacerdotes, reflexionen sobre el papel que está jugando la Iglesia en el mundo actual.

El mundo que ansía liberarse de las cadenas que le oprimen no espera nada, absolutamente nada, bueno de los gobernantes imperialistas. Más bien, espera que le desate guerras de proporciones de exterminio incalculables para dominarlo y saquearlo. En la medida en que el imperialismo vaya perdiendo, como le está sucediendo, las facultades de funcionamiento de sus organos vitales más recurrirá a la violencia social para sostenerse en el poder. Eso es ua dialéctica de la historia. Sin embargo, eso no evitará su derrota sino, más bien, la acelerará. Pero de la Iglesia como de las autoridades religiosas, en cambio, son millones de millones de personas que esperan piensen y actúen en provecho del desarrollo y del progreso social. No se puede continuar diciendo que Jesucristo, por ejemplo, vivió, pensó y luchó para liberar a los pobres y que la Iglesia y sus fundamentales autoridades sigan aferradas a defender un modo de producción que ya no puede ofrecerle ninguna alterativa de justicia, libertad, igualdad, solidaridad y amor a los explotados y oprimidos en la Tierra.

Hoy, son millones y millones de personas que expresan su ansia de redención y, al mismo tiempo, manifiestan la fe en su creencia religiosa. Si la Iglesia y sus voceros no toman en consideración esa verdad y no cumplen con la misión liberadora que dio origen a su religión, corren el riesgo de ser vistos por los pueblos tal como ven actualmente a los gobernantes imperialistas: enemigos de la liberación y del porvenir histórico de la humanidad.



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Freddy Yépez


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