Fin del "capitalismo"

Menos y menos de los que contribuyeron al éxito de nuestra economía… se beneficiaron de ese éxito. Aquellos en la punta de la cima se volvieron más ricos que nunca con sus ingresos e inversiones. Pero todos los demás batallaron con los costos que crecían mientras las quincenas no, y demasiadas familias acumularon más y más deuda… Esto no se trata de lucha de clases. Esto se trata del bienestar del país.”

Estas palabras que se escucharon por todo el país no provenían del movimiento Ocupa Wall Street y sus simpatizantes. No eran de un economista progresista, ni de uno de esos intelectuales que han insistido en que la desigualdad económica destruye el modelo económico. “Este país sólo prospera cuando todos tienen una oportunidad, cuando todos ponen su parte y cuando todos juegan bajo las mismas reglas… Lo que está en juego es si éste será un país donde la gente trabajadora puede ganar lo suficiente para mantener una familia, construir un ahorro modesto, ser dueño de un hogar y asegurar su jubilación”, subrayó el vocero de este nuevo mensaje populista en el sentido estadunidense: en defensa del hombre común ante los poderosos.

El orador fue el presidente Barack Obama. El discurso ofrecido a mediados de la semana pasada fue considerado como un giro populista con vistas a la relección del presidente en 2012. Analistas y editorialistas afirmaron que el discurso fue notable por su enfoque sobre la desigualdad como el gran tema del momento. Pero tal vez lo más notable fue que el discurso comprobó el extraordinario logro de Ocupa Wall Street en cambiar la narrativa nacional. En poco más de dos meses, el enfoque oficial ha cambiado de la reducción de déficit federal y la deuda nacional a uno sobre la desigualdad económica y sus injusticias, o sea, para ponerlo en los nuevos términos, lo del uno por ciento y el 99 por ciento.

Obama dejó claro que finalmente está preparado para concursar en la elección sobre los temas de la desigualdad de ingreso y la obligación de ambos, el gobierno y el sector privado, de ampliar la cada vez más encogida clase media de la nación, opinó el New York Times en un editorial sobre el discurso.

Que el joven movimiento Ocupa ya cambió la óptica del debate nacional no es poco, pero aún está por verse si eso lleva a cambios en el terreno real de la vida cotidiana del 99 por ciento.

El hecho es que casi 3 millones han perdido su vivienda, y se calcula que otros 3,6 millones enfrentarán lo mismo en los próximos dos años. Y aunque la tasa de desempleo por fin bajó de 9 a 8,6 por ciento, por lo menos la mitad de esa reducción se debe no a la generación de empleo, sino el abandono de decenas de miles de la fuerza laboral, o sea, gente que ya se dio por vencida para encontrar una chamba. Hay más hambre y más desesperanza en todo el país.

Aunque Obama y su equipo hablen en nombre del 99 por ciento no necesariamente convencerá a todos. Hay ciertos detalles que provocan más bien dudas, entre ellos que el sector financiero continúa siendo uno de los principales contribuyentes a la campaña electoral del presidente, aportando hasta la fecha un tercio de sus fondos recaudados para esta próxima elección (en 2008, Obama recibió más fondos de Wall Street que su contrincante republicano).

Otro es el hecho incómodo (políticamente) de que Obama y su gabinete pertenecen al 1 por ciento. Ocho de los 10 integrantes del gabinete, incluido el presidente, analizados por el Center for Responsive Politics son millonarios. Hillary Clinton, la secretaria de Estado, es la más rica con un valor neto promedio de 31 millones de dólares, seguida por William Daley, jefe del gabinete, con 28 millones. Obama tiene un valor neto de 7,3 millones. Los bancos preferidos por los integrantes del gabinete más ricos para sus cuentas personales son JPMorgan Chase y Wells Fargo. Clinton, Daley, Rahm Emanuel (su ex jefe de gabinete) y Obama tenían un total combinado de más de 50 millones en cuentas de JP Morgan Chase en 2010, según análisis de datos públicos por el Center for Responsive Politics.

También está el hecho de que hasta que estalló el movimiento Ocupa Wall Street, el presidente, su gabinete y gran parte de la cúpula política (con notables excepciones) no abordaban el tema de la desigualdad económica. No hablaban de que la desigualdad en el ingreso en Estados Unidos está en su nivel más alto desde los años 20. No indicaban que por primera vez desde 1927, el 10 por ciento más rico tenia 50 por ciento del ingreso nacional.

O el dato que provocó gran atención esta semana cuando se reveló que los Walton, los seis herederos de la fortuna Wal-Mart, habían acumulado un tesoro personal equivalente al valor neto combinado de 30 por ciento de los estadunidenses en la base de la pirámide económica, según datos de 2007 (o sea, podría ser aún mayor hoy día).

El movimiento Ocupa, al provocar el debate sobre la desigualdad documentado por todos estos datos y hechos incómodos, también genera preocupación entre los republicanos que, en público, descartan como flojos y rojos a los manifestantes (el multimillonario republicano Donald Trump denunció esta semana que Obama creó el movimiento Ocupa). "Yo estoy tan asustado de este esfuerzo anti-Wall Street. Estoy asustado a muerte", afirmó Frank Luntz, uno de los estrategas nacionales más reconocidos del Partido Republicano en una reunión de gobernadores republicanos del país. Indicó que están teniendo un impacto sobre lo que el pueblo estadunidense piensa del capitalismo, reportó Yahoo News. Entre sus recomendaciones a los políticos republicanos que enfrentan preguntas de sus bases sobre la desigualdad económica y otros temas que surgen del movimiento Ocupa: no usen la palabra capitalismo. “Estoy intentando remover esa palabra y sustituirla con ‘libertad económica’ o ‘libre mercado. El público … aún prefiere capitalismo que socialismo pero creen que el capitalismo es inmoral. Y si nos perciben como defensores de ‘Wall Street’, tendremos un problema”.

Mientras el presidente y otros millonarios afirman representar al 99 por ciento y el uno por ciento propone evitar el uso de la palabra capitalismo, parece que el movimiento Ocupa ha logrado, por lo menos, dejar claro que el emperador está desnudo.



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