No soy nadie para decirles a los jóvenes de la Oposición como tampoco a los jóvenes del proceso bolivariano lo que deben o no deben hacer en política. Sin embargo, ojalá los primeros me respeten mi derecho a disentir de sus opiniones, pienso que su parcialidad, al solicitarle a Fidel que devuelva el supuesto dinero que le ha robado a los venezolanos y venezolanas, es una actitud política mezquina, reducida a los pechos y corazones extremadamente nacionalistas. Si me lo permiten los jóvenes de la Oposición y sin que nada les oblige a creerme, debo decir que donde no se ha desarrollado la solidaridad, como pilar fundamental para las relaciones humanas o entre naciones, es muy difícil entender el papel que ha jugado el camarada Fidel Castro en este mundo dominado por pocas potencias imperialistas.
Cuba es una islita de muy escasos recursos económicos aunque muy rica en geografía para turismo y en ejemplos de luchas revolucionarias. Ojalá ningún cubano ni ninguna cubana se ofendan por lo que dije comenzando este párrafo. En esa islita de escasos recursos económicos es de donde debe partirse para medir el papel del camarada Fidel Castro no sólo en relación con el pueblo cubano sino, especialmente, con otros pueblos del mundo muchísimos más ricos económicamemte que Cuba. Una revolución, si es necesario hay que repetirlo mil y más veces, se define con un solo término: solidaridad. Y si alguien ha sido inmensamente solidario con pueblos del mundo es, precisamente, el camarada Fidel. Las revoluciones tienden a derrumbarse, precisamente, cuando no reciben la solidaridad necesaria del campo internacional. Por eso, entre otras cosas, fracasó la Comuna de París de 1871, según la opinión del camarada Marx.
Si en el campo imperialista, sepan los jóvenes de la Oposición con la mayor seguridad posible aunque no me lo crean, hubiese gobernado una de sus pocas naciones un Fidel Castro en la segunda mitad del siglo XX, el planeta entero estuviera deslastrado de injusticias y desigualdades sociales o, mejor dicho, el socialismo andara haciendo su camino andándolo en avanzado estado de desarrollo. Saben ¿por qué los jóvenes de la Oposición?, porque Fidel Castro ha sido el político y estadista, luego de Lenin y Trotsky, que ejerciendo funciones de gobierno ha aplicado con mayor exactitud y regularidad, el principio del internacionalismo revolucionario que no es otra cosa que el ejercicio de la solidaridad socialista o proletaria.
Sepan también los jóvenes de la Oposición, que la América Latina e incluso el propio Estados Unidos, especialmente, de las décadas de los años sesenta y setenta del siglo pasado conocieron muy bien, amigos y enemigos del socialismo, cuánto de solidaridad revolucionaria aportó Cuba, bajo la guía del camarada Fidel Castro, para que triunfara la justicia y la libertad, para que se venciera al capitalismo y se alzara la bandera de la redención social. Que las luchas revolucionarias fracasaran por diversas razones o causas, es otra cosa pero nunca se podrá alegar que fue por falta de solidaridad de la Revolución cubana y de su comandante en jefe, el camarada Fidel Castro. Y sépase que jamás hubo una queja o una mezquindad de algún sector social de la revolución criticando, argumentando derroche de recursos económicos por parte del Estado cubano, la solidaridad cubana con todos los movimientos revolucionarios a lo ancho y largo de Latinoamérica y de los que, igualmente, existían en Esrados Unidos como, por ejemplo, los panteras negras.
Pero si los jóvenes de la Oposición, sin negarles su derecho a criticar al gobierno venezolano –en general- y al camarada Fidel Castro –en lo particular-, no se conforman con lo anteriormente descrito, sería muy intreresante que investigaran o se dieran un paseo por algunos países africanos y consultaran a muchos de sus habitantes (por ejemplo: angoleños, namibios) qué opinan sobre la solidaridad de la revolución cubana –en general- y del camarada Fidel Castro –en lo particular- para haber conquistado su independencia o haber derrocado a sus opresores foráneos.
Se puede ser contrario a un ideal –en general- y adversario de un personaje político –en lo particular-, pero eso no exonera de error a nadie para emitir juicios de descalificación o para dejar de reconocer los méritos de alguien que ha dedicado toda su vida a la conquista de una sociedad que se guíe por la luz luminosa de la justicia y la libertad. Los grandes del marxismo, comenzando por Marx, han sido muy cuidadosos y objetivos en ese sentido.
Napoleón Bonaparte no fue nunca un comunista sino, más bien, un emperador e invasor que pretendió someter el mundo a los pies de los intereses –fundamentalmente- económicos de Francia. Siguiendo o respetando rigurosamente la verdad histórica un marxista puede decir que Napoleón fue un hombre político y gobernante cruel, ambicioso extremo, despreciativo de las personas, desdeñoso hacia lo humano, esclavizador de pueblos, cosas –por cierto- que nada tienen que ver con el camarada Fidel Castro que, ciertamete, ha sido todo lo contrario a esos aspectos napoleónicos. Pero, al mismo tiempo, debe reconocer un marxista o un historiador antinapoleónico que Napoleón, con sus guerras expansionistas, contribuyó a quebrantar las bases del régimen feudal en Europa, hizo derrumbar el “Sacro Imperio Romano” medieval; suprimió muchos pequeños Estados feudales en Alemania disminuyendo divisiones políticas; en naciones conquistadas eliminó leyes feudales e implementó el Código Civil burgués, lo que facilitaba abrir espacios para nuevas relaciones de producción y hasta humanas distintas a las del absolutismo feudal. Lenin dijo: “Las guerras de la Gran Revolución Francesa empezaron como nacionales y lo eran. Estas guerras eran revolucionarias; la defensa de la Gran Revolución contra la coalición de las monarquías contrarrevolucionarias. Pero cuando Napoleón creó el imperio francés esclavizando una serie de Estados nacionales europeos, viables, grandes, formados hacía mucho, entonces de guerras nacionales francesas se convirtieron en imperialistas, que a su vez crearon las guerras nacionales liberadoras contra el imperialismo de Napoleón “. Mientras que el camarada Marx dijo de Napoleón, lo siguiente: “… creó en Francia las condiciones propicias para el desarrollo de la competencia libre, la explotación de la propiedad agraria parcelada y el empleo de las fuerzas productivas industriales de la nación, liberadas de sus trabas, mientras que fuera de Francia destruía por doquier las formas feudales en tanto esto era necesario para crear a la sociedad burguesa en Francia un ambiente correspondiente en el continente europeo, que respondiese a las necesidades del momento”. ¡He allí unos dos juicios donde la mezquindad no aparece como hilo negador de la verdad!
Cuando un pueblo es capaz de comprender que sobre su sacrificio y el recorte de sus recursos económicos se levanta la bandera de la soldaridad para ayudar a otros pueblos a conquistar sus sueños es, quiérase o no reconocerlo, el más grande de todos los pueblos. Eso ha sido el pueblo cubano. Y eso se debe, entre otras cosas, al camarada Fidel. Si me respondieran los jóvenes preguntándome ¿que por qué mejor no me voy a vivir a Cuba?, les respondería: porque me gusta esta tierra y siento respeto por el pueblo venezolano; es decir, mi vida está aquí y no en otro lugar del mundo. Sin embargo, eso no significa que no deba reconocer la verdad histórica sobre la Revolución Cubana, su pueblo y Fidel. Es todo. Amén.
Y finalizaría diciendo: mucho, pero muchísimo, tenemos que agradecer miles de miles de venezolanos y venezolanas la solidaridad del camarada Fidel y por eso es injusto reclamarle que le devuelva un dinero a los venezolanos y venezolanas que nunca le ha robado ni tampoco le ha quitado en calidad de préstamo..